PATRICIA MATEY
La exposición continuada a los alérgenos de la leche logra 'manipular' al sistema inmune para que tolere el alimento. Entre un 2% y un 5% de los infantes nace con alergia a la leche, aunque el 80% ya no tendrá este problema cuando cumpla los seis años. En el caso del 20% restante, la mejor 'receta' parece tenerla un grupo de investigadores del Hospital Infantil Johns Hopkins (EEUU) que ha decidido hacer un seguimiento a varios menores con alergia a la leche que en 2008 participaron en un estudio en el que fueron consumiendo dosis en aumento de este alimento.
En España, concretamente en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, se han llevado a cabo con éxito pruebas similares en menores con alergia a la leche y al huevo. El procedimiento consiste en inducir artificialmente la tolerancia mediante una pauta de desensibilización que radica en dar pequeñas cantidades de leche de vaca o huevo, según el caso, mezclados con zumos.
En la nueva investigación, un total de 18 chicos y chicas de entre seis y 16 años recibieron un seguimiento de entre tres y 17 meses, en función de cuánto tiempo tardaban los padres en ir incrementando la cantidad de leche consumida por sus hijos.
"La exposición continuada a los alérgenos de la leche consiguió que muchos de ellos adiestraran de forma lenta y gradual su sistema inmunológico para tolerar mejor este alimento", manifiesta los autores del trabajo que ha visto la luz en la edición on-line del 'Journal of Allergy and Clinical Inmunology.
Durante el trabajo, los autores constataron que las alergias graves a la leche habían disminuido o desaparecido en todos los participantes. Pese a que se produjeron algunas reacciones leves que se fueron haciendo más leves con el paso del tiempo [picazón, náuseas o vómitos, entre otros], todos ellos pudieron consumir el alimento con seguridad en sus casas. Estos hallazgos también sugieren que el uso regular de la leche y los productos lácteos puedan resultar necesarios para que los niños mantengan su tolerancia.
Beber a diario
"Ahora tenemos evidencias por otros estudios de que algunos niños, una vez tratados con éxito, y libres de la alergia, permanecen así incluso sin la exposición diaria mientras que, en otros, las alergias vuelven una vez que abandonan la ingesta diaria", explica Robert Wood, autor principal de esta investigación.
Para este especialista, el hallazgo significa que "mientras que algunos pacientes están realmente curados de su alergia, en otros el sistema inmune se adapta a la exposición diaria a la leche y puede, de hecho, necesitar tomarla de forma continuada para seguir tolerándola".
Tras los 17 meses de consumo en el hogar, se solicitó a 13 de los 18 participantes que ingirieran dosis más elevadas de leche para, posteriormente, practicarles nuevas pruebas en el centro sanitario. De los 13, seis no mostraron ninguna reacción después de beber 16.000 mg de leche, dos veces la dosis máxima tolerada durante el estudio inicial, mientras que siete si mostraron reacciones con dosis que oscilaron entre los 3.000 a los 16.000 mg.
Estas fueron fundamentalmente, picazón, urticaria, estornudos o dolor abdominal leve. No se produjo ningún caso grave a excepción de un niño que desarrolló una tos que requirió medicación.
La sensibilidad a la leche también se midió con las tradicionales pruebas de punción cutánea, que mostraron la disminución progresiva de las reacciones a través del tiempo. Los niveles en sangre de anticuerpos IgE para la leche disminuyeron también lentamente, otro signo de una mejor tolerancia a la leche. Al mismo tiempo, un tipo diferente de anticuerpos, IgG4 [una señal de inmunidad a un alérgeno] aumentó con el tiempo, lo que muestra una mejor tolerancia.