CRISTINA G. LUCIO
"Creí que esto no podía pasarme a mí. Soy muy joven". En su consulta, la dermatóloga Lola Bou escucha a menudo esta frase como respuesta a un diagnóstico de enfermedad de transmisión sexual (ETS).
"En general, los adolescentes no utilizan correctamente las medidas de protección. No piensan en la posibilidad de una infección, como si fuera algo que sólo les pasa a otros", comenta esta especialista desde su despacho de Barcelona.
La realidad, tal como acaba de poner de manifiesto una investigación estadounidense, es que las enfermedades de transmisión sexual tienen una presencia "considerable" entre los adolescentes. Este trabajo, que realizó un seguimiento a 838 chicas de edades comprendidas entre los 14 y los 19 años de edad, muestra que un 24% de las mismas sufría alguna ETS.
Aún sin datos similares sobre la mesa, Bou confirma que en nuestro país también se ha producido un aumento significativo de los contagios en los últimos años.
"Se ha perdido el miedo que existió durante unos años. Hoy en día el sida ya no mata y eso ha influido mucho", señala.
Enfermedades más frecuentes
Según el trabajo americano, los problemas más comunes son las infecciones por papilomavirus humano, seguido de clamidia y tricomonas. "Los herpes genitales también son habituales", señala Bou, miembro de la junta directiva de la Academia Española de Dermatología y Venereología, quien añade que es menos frecuente encontrar en este grupo de edad infecciones por sífilis, una enfermedad que resurgido con fuerza entre los adultos.
Los datos de la investigación que aparece esta semana publicada en las páginas de la revista 'Pediatrics' también ponen de manifiesto que las ETS más comunes "comienzan a adquirirse de forma temprana tras la iniciación sexual", lo que, según sus palabras, "subrayan la importancia de unas buenas medidas de prevención" tanto antes como después del primer coito.
Llevar a cabo vacunaciones masivas entre las jóvenes preadolescentes también es clave, según los investigadores, para controlar el número de contagios. Asimismo, el acceso a una adecuada educación sexual en esta etapa, también puede ayudar a la prevención.
Bou apunta la importancia de que las jóvenes sexualmente activas se sometan a revisiones periódicas, sobre todo, cuando llevan a cabo prácticas de riesgo. "Como los genitales femeninos son internos, los síntomas de una infección a veces no se observan a simple vista", comenta Bou, quien subraya el hecho de que "en muchas ocasiones, se descubre una infección porque se ha detectado antes en la pareja masculina".
Aunque algunas infecciones pueden solucionarse por sí mismas en un margen de tiempo, problemas como la clamidia pueden provocar, si no se tratan, importantes consecuencias a largo plazo, como la infertilidad.