Por Florencia Ballarino
Hisopado. Tomaron muestras entre los dedos y debajo de las uñas.
“Lavarse las manos es como vacunarse a uno mismo”, asegura la epidemióloga Val Curtis, directora del Centro de Higiene de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres, en Inglaterra. “Es la forma más económica y eficaz de mejorar la salud pública. Si todo el mundo usara agua y jabón podríamos evitar un millón de muertes al año”, agrega Curtis, que también es antropóloga y desde hace dos décadas investiga sobre las prácticas de higiene más comunes en las diferentes culturas.
De visita en el país para participar del I Foro Argentino sobre la Prevención de Enfermedades Mediante el Lavado de Manos, la especialista presentó un estudio realizado entre 200 chicos del Gran Buenos Aires menores de 12 años, donde se reveló que el 85% tenía materia fecal en sus manos. “Les realizamos un hisopado entre los dedos y debajo de las uñas a la salida del colegio, en paradas de colectivo y en zonas comerciales. Después hicimos un cultivo y encontramos que la gran mayoría tenía dos bacterias que sólo están presentes en la materia fecal: Escherichia coli y Enterococcus. Eso significa que el 85% de los niños no se están higienizando las manos adecuadamente”, le explicó Curtis a PERFIL.
—¿Qué riesgos representan estas bacterias para la salud?
—El Enterococcus puede producir desde infección urinaria hasta meningitis, y la Escherichia coli es la bacteria que causa diarrea infantil. Las manos sucias se convierten en una superautopista para transmitir enfermedades. La práctica de lavarse las manos reduce el riesgo de diarrea en un 47%, y de enfermedades respiratorias en un 23%. En la Argentina mueren unos 11 mil chicos menores de 5 años por año, el 13% de ellos debido a diarrea. Es decir que se podrían salvar al menos 1.430 vidas lavando las manos con jabón. También serviría para reducir el ausentismo escolar. En el estudio vimos que de cien madres argentinas, cincuenta tenían un hijo que había faltado por lo menos un día al año a la escuela por infecciones. Ese porcentaje se podría reducir a la mitad con el lavado de manos.
—El año pasado, durante la epidemia de gripe A, la gente se preocupó por lavarse seguido las manos, pero el hábito no se mantuvo...
—Lo mismo pasó en todo el mundo. Por temor a la gripe A, la gente empezó a lavarse las manos con jabón, pero no se convirtió en un hábito a largo plazo. El desafío es incorporar la práctica a los hábitos cotidianos. Para lograr esto hay que motivar a las personas. Hay muchas emociones que podemos usar. El asco es una emoción muy fuerte que desarrollamos para mantenernos limpios y saludables. Si las madres saben que su hijo tiene materia fecal en las manos van a sentir asco y tratarán de asegurarse de que se las laven correctamente (ver recuadro).
—¿Cuándo hay que lavarse las manos y qué áreas de la casa suelen ser las más contaminadas?
—Principalmente después de ir al baño, al estar en contacto con alimentos y luego de cambiarle el pañal a un bebé. En Inglaterra vimos que incluso teniendo las mejores instalaciones sanitarias, sólo el 43% de las madres se lavan las manos con jabón después de limpiarle la cola a su hijo. Con respecto al hogar, encontramos materia fecal en el 12% de las superficies, especialmente en las manijas de las puertas, las canillas, el control remoto y el teclado de la PC.
—¿Qué pasa en el transporte público?
—Es variable, depende de la temperatura y la humedad de cada ciudad. En Londres vimos que el 28% de los adultos tenía restos de materia fecal en sus manos. La gente que usa colectivo tiene las manos más contaminadas que quienes van en tren. Pero tampoco hay que entrar en pánico, es normal que haya bacterias en todos lados y que las superficies estén contaminadas. Sí debemos preocuparnos por mantener limpia la fuente real y más importante de infecciones: las manos.
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Dejar el inodoro en casa
“No te lleves el inodoro con vos” fue el claro mensaje de una exitosa campaña de salud que Val Curtis diseñó para promover el lavado de manos con jabón en los baños públicos de Londres. “Colocamos carteles electrónicos con diferentes mensajes y ese fue el que más funcionó”, explicó la experta, quien lidera la Alianza Público-Privada para el Lavado de las Manos con Jabón, un
movimiento mundial que reúne a una centena de instituciones, entre ellas la OMS y Unicef.
“Lograr que la gente se lave las manos con jabón es difícil en todas partes. Pero vimos que hay argumentos comunes que funcionan bien. Las personas se lavan las manos si sienten asco, si creen que así protegen a su hijo y para imitar la conducta de alguien de más estatus social”, explicó Curtis. De hecho, otro de los mensajes de la campaña preguntaba: ‘¿La persona que está a tu lado se está lavando las manos con jabón?’. La gente piensa que el otro lo está mirando y se refuerza la conducta”, concluyó.