Por Amy Norton / NUEVA YORK (Reuters Health).
Dos terapias estandarizadas para tratar un tipo de dolor genital en las mujeres no superan al placebo, confirmó un nuevo ensayo clínico.
El estudio, publicado en Obstetrics & Gynecology, puso a prueba la efectividad de ambos tratamientos para la vulvodinia, un dolor en la zona genital externa que puede ser crónico o aparecer por contacto durante relaciones sexuales, uso de tampones o ejercicios que causan presión sobre esa zona, como andar en bicicleta.
Ese dolor afecta a hasta 14 millones de mujeres de Estados Unidos en algún momento de sus vidas; se diagnostica cuando se descartan otras causas posibles del dolor, como las infecciones.
La causa precisa de la vulvodinia se desconoce, pero podrían influir varios factores, como una lesión en los nervios de la vulva, la actividad anormal de los receptores hormonales en las células del tejido vulvar, o la disfunción en los músculos del piso pélvico.
Las terapias incluyen una clase de antidepresivos llamada tricíclicos, y analgésicos tópicos, como la lidocaína. Aunque son muy utilizados, no existen ensayos clínicos que demuestren su efectividad frente al placebo.
La indicación de estos tratamientos surge de la experiencia médica y de su utilidad contra otros dolores, aclaró el doctor David C. Foster, profesor de obstetricia y ginecología de la University of Rochester.
Al azar, el equipo de Foster dividió a un grupo de 133 mujeres con vulvodinia durante por lo menos tres meses en cuatro grupos.
Una cohorte recibió el antidepresivo desipramina (Norpramin) y una crema con lidocaína; el segundo grupo utilizó el antidepresivo más una crema placebo humectante; el tercero, píldoras placebo similares a las del antidepresivo más la crema con lidocaína; y el cuarto, sólo placebo en píldora y crema.
Todas las mujeres habían tenido vulvodinia "localizada" (alrededor del orificio de la vagina) por contacto.
A las 12 semanas, los cuatro grupos sentían alivio del dolor.
Las usuarias de desipramina y lidocaína sintieron un 36 por ciento menos dolor durante la prueba de colocación de un tampón. Pero las usuarias de las píldoras y la crema placebo obtuvieron un alivio similar del dolor (33 por ciento).
La mejoría en los otros dos grupos fue menos, pero aún así, significativa: un 20 por ciento menos dolor durante la colocación del tampón en el grupo tratado sólo con lidocaína, y un 24 por ciento menos dolor en el grupo tratado sólo con el antidepresivo.
Otras mediciones del dolor, como la prueba de hisopado y el test estandarizado de control del dolor asociado con el daño nervioso, confirmaron los resultados.
La única ventaja del tratamiento activo frente al placebo surgió en el nivel de satisfacción con la vida sexual: el grupo tratado con antidepresivos logró un mayor aumento de esa satisfacción.
Lo mejor para las mujeres, opinó Foster, sería comenzar con la terapia más conservadora para limitar los riesgos de sufrir efectos adversos.
Como cualquier fármaco, los utilizados para tratar la vulvodinia tienen riesgos. En el estudio, entre un quinto y un cuarto de las mujeres tratadas con desipramina sintieron sequedad bucal, sofocos y mareos.
Cuando fallan las terapias no farmacológicas y los medicamentos, una opción es realizar una cirugía para extirpar el tejido donde ocurre el dolor. Con todo, para Foster el tratamiento debe ser personalizado.
FUENTE: Obstetrics & Gynecology, septiembre del 2010.