Aunque últimamente el cambio notable fue el cambio de forma en el consumo de los argentinos, que ataron sus compras a días específicos de descuentos, también hubo cambios en cuanto a los productos que conforman la canasta.
En una mirada más amplia, los hábitos de consumo se modificaron y, como consecuencia, nuevos productos se incorporaron a la canasta hogareña al tiempo que otros quedaron relegados.
La carne vacuna, principal alimento de los argentinos, es un ejemplo. "Las estadísticas indican que en Argentina el consumo de carne bovina anual se encuentra actualmente en torno a los 57,5 kilos por habitante", dice un informe de la consultora Abeceb.com , en base a los datos del Instituto de Promocion de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA). Este último dato relegó al país al segundo lugar, por debajo de Uruguay luego de un siglo de mantenerse como el líder en consumo de carne.
La consultora dirigida por Dante Sica señaló que la causa no es sólo coyuntural: "Si bien la situación actual de producción de carne en el país incide de modo determinante sobre esta contracción, esta última caída sólo acelera una tendencia que se viene dando en los últimos 30 años".
Al inicio de los ?80, el consumo anual por habitante trepaba a los 86,5 kilos. Ya en la década siguiente, mermó un 15%, a 68 kg/hab. "El nuevo milenio encontró a los argentinos consumiendo 4 kilos anuales menos que durante la década anterior", relata Abeceb.
La baja de la ingesta de carne tuvo como consecuencia el incremento de un sustituto y la mesa de los argentinos incorporó una mayor cantidad de productos de origen aviar. En los ?90, un residente de este país comía unos 12 kilos de pollo al año. Actualmente, con un alza del 175%, esa cantidad subió a 33 kilos.
Bebidas: menos vino, pero de mayor calidad. El estudio privado destaca al vino como otro de los productos cuya aceptación mostró cambios entre los argentinos con el correr de los años. Hoy se consume la mitad de los 65 litros promedio que se registraban por habitante al año hace 30 años. "Sin embargo, este cambio de hábito no fue sólo cuantitativo, sino que implica una migración en la composición del consumo de esta bebida, desde los vinos de mesa hacia los vinos varietales, caracterizados por una mayor calidad", advierte Abeceb.com.
En cuanto a las gaseosas, la aceptación creció 85% desde la década del ?80, cuando una persona consumía unos 44 litros al año. Ahora, la marca promedia los 81 litros, aunque se encuentra estancada. "Esto fue comprendido por las empresas productoras, que apelaron a una estrategia de diversificación de la oferta, colocando productos relativamente novedosos en la mesa argentina", aclara el informe, en alusión, entre otros, a las aguas envasadas. Las ventas de estas últimas triplicaron las de las gaseosas. Claro que la expansión "es indisociable de la tendencia reciente de explotación comercial del estilo de vida saludable, a cuyo público se dirigen principalmente las campañas de estas bebidas", y de la diversificación de la oferta en variedades de aguas saborizadas.
Lácteos. La forma de consumir lácteos también cambió: hace 20 años, pocos tomaban más de 4 litros anuales de yogur. En 2009, se contabilizaron 12 litros, según Minagri. En cambio, se toma menos leche. En los ?90 sumaban 229 litros anuales por habitante, y a principios de esta década se redujeron a 182.