Una investigación reciente señala que a los pacientes de enfermedad renal terminal que se someten a diálisis en casa les va igual de bien que a sus contrapartes que se someten a hemodiálisis, que usualmente se realiza en un hospital o en un centro de diálisis.
"Esta es la primera demostración con un seguimiento de hasta cinco años", aseguró el Dr. Rajnish Mehrotra, autor líder de un estudio que aparece publicado en línea el 27 de septiembre en Archives of Internal Medicine. "No sólo no hubo diferencia, las mejoras en la supervivencia han sido mayores para los pacientes que hacen diálisis en casa".
Sin embargo, los pacientes parecen abominar la opción en casa, conocida como diálisis peritoneal, incluso si saben que existe, según halla otro estudio en la misma edición de la revista.
Además, como señala un editorial acompañante, la proporción de estadounidenses que usan la diálisis peritoneal aumentó sustancialmente de 14.4 por ciento en 1995 a cerca de 7 por ciento en 2007.
Ambas formas de diálisis en esencia actúan como riñones de reemplazo, filtrando y limpiando las toxinas de la sangre, explicó el Dr. Martin Zand, director médico de programas de trasplante de riñón y páncreas del Centro Médico de la Universidad de Rochester en esa ciudad del estado de Nueva York.
Para la diálisis peritoneal, se pasa fluido al abdomen por medio de un catéter. Los propios casos sanguíneos del organismo actúan entonces como filtro. Pero los pacientes deben ser capaces de levantar dos litros de fluido cada vez y colgarlos de un poste, varias veces al día, explicó Zand.
Sin embargo, la hemodiálisis, (que se puede hacer en casa pero exige cantidades enormes de agua) en general sólo se necesita algunas veces a la semana.
En el primer estudio se analizaron datos nacionales de 620,020 pacientes que comenzaron hemodiálisis y otros 64,406 que comenzaron diálisis peritoneal en tres períodos, entre 1996 y 1998, entre 1999 y 2001, y entre 2002 y 2004.
Aunque los pacientes que recibieron diálisis peritoneal en los primeros períodos tuvieron un riesgo de muerte ligeramente superior que los que se sometieron a hemodiálisis, la diferencia había desaparecido en los períodos posteriores. Los que recibieron hemodiálisis vivieron en promedio 38.4 meses, mientras que los que recibieron diálisis peritoneal, 36.6 meses.
El otro estudio también examinó una base de datos nacional de pacientes, esta vez para determinar si los pacientes que recibieron información sobre la diálisis peritoneal tenían más probabilidades de escoger en realidad este método.
Nancy Kutner y sus colegas hallaron que, aunque cerca de dos tercios (61 por ciento) de los pacientes aseguró que había hablado sobre el análisis peritoneal con su proveedor de atención de la salud, apenas cerca de 11 por ciento eligió en realidad esta opción.
Los índices de personas que prefirieron la hemodiálisis a la diálisis peritoneal fueron ligeramente distintos, según la empresa que hacía diálisis que fuera propietaria del centro que usaban.
Los investigadores de la Universidad Emory de Atlanta también hallaron que los pacientes de hemodiálisis tenían más probabilidades de ser de raza negra y de vivir solos, mientras que los que recibían diálisis peritoneal tenían más probabilidades de tener título de bachiller y de estar trabajando.
Varias razones podrían explicar la disparidad.
La diálisis peritoneal es una mejor opción para la gente que vive en lugares remoto o que viaja mucho. "Hay más libertad", apuntó Zand. Pero que les pidan que se encarguen de su propia diálisis podría sentirse como si les pidieran que pilotearan un avión.
"La idea de tener que someterse a diálisis es suficientemente aterradora. Nadie quiere comenzar inmediatamente", señaló Zand. "Con frecuencia, es un futuro muy desalentador para mucho".
Pero en investigaciones anteriores, Mehrotra halló que hasta la mitad de los pacientes tienen la opción de la diálisis peritoneal, lo que indica que la calidad de la educación de los pacientes es importante.
"Necesitamos hacer un mejor trabajo de educar a la gente sobre las ventajas de la diálisis peritoneal", aseguró Zand, que también señaló que muchos nefrólogos están tratando de impulsar que se imponga esta modalidad. "Existe una gran variación en la calidad de la información que reciben los pacientes, así como del entusiasmo de la persona que da esa información".
El hecho de que Medicare acaba de comenzar a reembolsar a los médicos por educar a los pacientes podría ayudar a desequilibrar las cosas, agregó Mehrotra, jefe asociado de la división de nefrología del Centro Médico Harbor de la UCLA. "Ahora, los médicos pueden recibir reembolsos por educar a los pacientes".
El estudio de Mehrotra fue financiado por Baxter Health Care y los Institutos Nacionales de Salud (NIH). El estudio de Kutner y sus colegas fue financiado únicamente por los NIH.
FUENTES: Rajnish Mehrotra, M.D., professor, medicine, University of California, Los Angeles (UCLA), and associate chief, division of nephrology, Harbor-UCLA Medical Center, Torrance, Calif.; Martin Zand, M.D., Ph.D., professor, medicine, and medical humanities and medical director, kidney and pancreas transplant programs, University of Rochester Medical Center, Rochester, N.Y.; Sept. 27, 2010, Archives of Internal Medicine, online