Por Frederik Joelving
NUEVA YORK (Reuters Health) - Menos de una de cada 10 personas con rinitis alérgica podría participar en ensayos farmacológicos que terminen dictando su tratamiento.
Eso es porque esos estudios, llamados randomizados controlados, tienen reglas muy estrictas de participación para garantizar que los resultados sean tan "puros" como sea posible.
Una persona con rinitis alérgica y, por ejemplo, problemas hepáticos respondería distinto a un nuevo fármaco que otra más saludable. El problema es que cuando el fármaco llega al mercado, se lo indicarán a todo tipo de pacientes.
En la vida real, los remedios no son tan efectivos como en los ensayos clínicos, indicó el doctor Jean Bousquet, del Centre de Recherche en Épidémiologie et Santé des Populations de Villejuif, en Francia.
Su equipo le pidió a médicos de atención primaria que entrevistaran a sus pacientes con rinitis alérgica para determinar si cumplían los requisitos que exigieron los cuatro ensayos clínicos más grandes de antialérgicos.
Identificaron a un total de 311 pacientes de la región de Languedoc-Roussillon. "Sólo el 7,4 por ciento de los pacientes asistidos en atención primaria habrían sido incluidos en ensayos randomizados", dijo Bousquet sobre los resultados publicados en Journal of Allergy and Clinical Immunology.
"El problema es que las guías se realizan según esos ensayos", agregó, tras aclarar que eso es aplicable a muchas otras áreas de la medicina.
En el caso de la rinitis alérgica, que padecen decenas de millones de estadounidenses, un estudio previo del mismo equipo demostró que los médicos que cumplen las guías pueden ayudar mejor a sus pacientes.
Para el doctor Mitchell H. Grayson, alergólogo de Medical College of Wisconsin que no participó del estudio, los resultados son preocupantes, pero no sorpresivos.
"Nadie quiere que el fármaco falle porque otras enfermedades reducen su efectividad. Primero se necesitan ensayos randomizados controlados para probar que la terapia funciona", dijo.
Pero hay pocos incentivos para que las empresas evalúen cómo funcionan los fármacos cuando, después de demostrar que son seguros y efectivos en un grupo selecto de pacientes, llegaron al mercado.
"Eso genera una pregunta más importante: ¿qué sucede cuando se usa el remedio en el mundo real?", indicó Grayson, quien agregó que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) solicita informes sobre posibles efectos adversos. En casos especiales, pide estudios aunque el fármaco ya esté en el mercado.
Mientras que los médicos coinciden en que este sistema no es el ideal, el problema es que los estudios en el mundo real son muy costosos.
"¿Quién realizará esos estudios y quién los financiará?. No precisamente la industria farmacéutica, debido al riesgo de descubrir que el fármaco no es tan efectivo", dijo Grayson.
Según Bousquet, ciertos países europeos, incluidos Francia y el Reino Unido, solicitan estudios sobre grupos variados de pacientes para muchos fármacos nuevos. "Son importantes para muchas enfermedades. Se necesitan más ensayos en la vida real sin excluir a nadie", agregó.
FUENTE: Journal of Allergy and Clinical Immunology, online 26 de enero del 2011