Fabiola Czubaj
Basta con ir a cualquier canchita de barrio para ver cómo algunos chicos, en lugar de divertirse, a veces parecen cargar sobre los hombros los deseos de los adultos de cumplir el sueño de convertirse en una estrella deportiva. Otros, en cambio, cumplen con lo que le pide el entrenador en el entretiempo y listo. Muy pocos se mueven como si fueran profesionales precoces.
Esas diferencias, que se potencian en la práctica deportiva más competitiva, como en las divisiones inferiores e infantiles de los clubes de fútbol, son piezas de un perfil psicológico que se puede obtener con un test lo suficientemente sencillo como para los chicos de entre 6 y 15 años.
"Viene a cubrir un hueco científico porque no contábamos con un test de evaluación para los chicos en el deporte de iniciación", dijo el licenciado Marcelo Roffé, presidente de la Asociación de Psicología del Deporte Argentina (APDA) y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo (UP).
Esta nueva herramienta, bautizada test gráfico de situaciones deportivas (TGSD) y de pronta publicación, utiliza una serie de láminas con dibujos de situaciones que los chicos y adolescentes viven dentro y fuera de la cancha. Cada lámina está asociada con una variable psicológica: el trabajo en equipo, la influencia de los padres o el entrenador en la toma de decisiones durante el juego, la atención y la solidaridad, entre algunas otras.
"Son todas variables que interactúan en esa población -agregó-. Es un test cualicuantitativo que nos permite conocer el perfil psicológico del niño. Luego se realiza una devolución con los resultados y se puede trabajar sobre las áreas que cada uno tiene que mejorar."
En el diseño del test presentado en el último Congreso Sudamericano de Psicología del Deporte, organizado por el Departamento de Psicología de la UP, participaron entrenadores, jugadores y psicólogos del deporte especializados en fútbol y baloncesto. Es que la idea es aplicarlo también al fútbol femenino y otros deportes. Pero, en realidad, podría servir con cualquier chico porque las láminas ayudan a proyectar sentimientos, fantasías, sensaciones. "Lo que importa es qué le pasa a un chico o a una chica, en este caso en su práctica deportiva", resumió Roffé.
Además del especialista argentino, los autores del test son los especialistas españoles Alexandre García-Mas (Universidad de las Islas Baleares), Miguel Morilla (Universidad Pablo Olavide), Eva García Quinteiro (Universidad de Santiago de Compostela), y el especialista portugués João Lameiras (Instituto Superior de Psicología Aplicada).
Las características del equipo de trabajo permitieron hacer una primera prueba de la utilidad del TGSD en 14 jugadores, todos varones, del Club Deportivo Constancia, de Inca, en la isla de Mallorca (España).
Primeros resultados
Los chicos, de entre 8 y 13 años, fueron seleccionados al azar en el momento en que llegaban al aula de estudios del club. El test no se les realizó en ese momento, sino en el aula de psicopedagogía y antes de que entraran al campo de juego para entrenarse.
Esa primera etapa de prueba permitió comprobar que la herramienta medía lo que los investigadores buscaban: conocer el nivel de autoeficacia individual y grupal, las motivaciones para la práctica deportiva, la percepción adecuada para la edad de los padres, los entrenadores y sus compañeros de equipo, la manifestación de las emociones (que se logró en un 100%), el proceso de toma de decisiones antes las distintas situaciones deportivas en la cancha, la atención y, también, la idea de pertenencia al grupo.
Entonces, los investigadores avanzaron a la segunda etapa, más desafiante, que fue la de poner a prueba el test en 172 deportistas de entre 6 y 15 años de un total de cuatro grandes clubes de la Argentina, México y España: River Plate, CD Toluca, Atlético de Madrid y, nuevamente, Deportivo Constancia.
Los deportistas evaluados tenían entre 1 y 10 años de práctica deportiva (4,5 en promedio). De a uno, y con el consentimiento de los padres y la ayuda de los entrenadores, se les realizó la prueba. Las respuestas de los chicos y sus reacciones frente a las láminas revelaron que el TGSD "es un primer escalón de análisis, muy poco invasivo [...] y con muy buena aceptación de los participantes", según informaron los investigadores a modo de conclusión.
Y lo más importante fue que cada una de las piezas de información que ayudaron a trazar el perfil psicológico de cada deportista pudo desmenuzarse fácilmente para extraer datos útiles para los entrenadores, como son, por ejemplo, la forma en que los chicos toman decisiones bajo la presión de un pase, del avance hacia el arco o la proximidad del arquero del otro equipo, o de cuán eficientes se sienten para el éxito del equipo.
"Es una manera distinta de que ellos puedan proyectar los sentimientos y los pensamientos. Y no sólo valiéndonos de un cuestionario, sino también de imágenes que les despierten emociones y sentimientos -destacó Roffé-. Y esto es especialmente novedoso en poblaciones de poca edad porque el campo de la iniciación deportiva está sin explorar."
Y, de paso, el autor del libro Mi hijo el campeón: las presiones de los padres y el entorno , reflexionó: "Hay muchos padres que anhelan que sus hijos se conviertan en deportistas de elite, pero siempre es bueno recordar que son muy pocos los que llegan a serlo".