La recomendación de comer menos y hacer más ejercicio no está llegando a muchos. Un nuevo análisis señala a un mayor consumo de papitas fritas, papas fritas, refrescos endulzados y carne roja como una importante causa del aumento de peso en EE. UU.
Cambios inadecuados en factores del estilo de vida como ver televisión, hacer ejercicio y dormir también se relacionaron con un aumento general de peso gradual pero imparable.
Los datos de tres estudios distintos que dieron seguimiento a más de 120,000 mujeres y hombres estadounidenses sanos y que no eran obesos durante hasta veinte años encontró que los participantes aumentaron un promedio de un kilo y medio (3.35 libras) cada periodo de cuatro años, para un total de más de siete kilos (16 libras) durante las dos décadas.
El imparable aumento de peso se relacionó más firmemente con el consumo de papas, bebidas endulzadas con azúcar, carnes rojas y procesadas, y granos refinados como la harina blanca.
"Esa es la epidemia de obesidad ante nuestros ojos", señaló el autor del estudio, el Dr. Dariush Mozaffarian, profesor asociado del departamento de epidemiología de la Facultad de salud pública de la Harvard y de la división de medicina cardiovascular del Hospital Brigham and Women's y la Facultad de medicina de la Harvard. "No se trata de un pequeño segmento de la población que aumenta mucho de peso rápidamente, sino de que todo el mundo está aumentando lentamente".
"Me sorprendió lo consistentes que eran los resultados, incluso respecto al tamaño y la dirección del efecto", dijo.
El estudio aparece en la edición del 23 de junio de la revista New England Journal of Medicine.
Entre los participantes se incluyó a 50,422 mujeres del Estudio de salud de las enfermeras, a quienes se dio seguimiento de 1986 a 2006; 47,898 mujeres del Estudio de salud de las enfermeras II, seguidas de 1991 a 2003; y 22,557 hombres del Estudio de seguimiento de profesionales de la salud, a quienes se dio seguimiento de 1986 a 2006.
Los investigadores evaluaron las relaciones independientes entre los cambios en las conductas de estilo de vida y los cambios en el peso en los periodos de cuatro años, y también encontraron que hacer más actividad física se traducía en aumentar 0.8 kilos (1.76 libras) menos en cada periodo.
Los participantes que dormían menos de seis horas o más de ocho por noche también aumentaron más en cada periodo de estudio, al igual que los que veían más televisión (con un promedio de 0.14 kilos o 0.31 libras por cada hora de televisión que veían por día).
Los adictos a la comida rápida quedan advertidos. Tan solo cada porción diaria adicional de papitas fritas se asociaba con un aumento de 0.77 kilos (1.69 libras) cada cuatro años. Entre las otras comidas asociadas más firmemente con el aumento de peso cada cuatro años estaban las papas, incluso las fritas (un aumento de 0.59 kilos o 1.28 libras), las bebidas endulzadas con azúcar (un aumento de 0.45 kilos o una libra), las carnes rojas no procesadas (un aumento de 0.43 kilos o 0.95 libras), y las carnes procesadas (un aumento de 0.42 kilos o 0.93 libras).
El uso de alcohol también se asoció con un aumento de alrededor de 0.19 kilos o 0.41 libras por bebida por día.
"Estudios de este tipo ayudan a justificar el fundamento de las directrices alimentarias que hemos intentado promover durante años", aseguró Lona Sandon, profesora asistente de nutrición clínica de la Universidad Texas Southwestern en Dallas. "En realidad, estas conductas de estilo de vida tienen una sinergia. No se trata de un solo alimento, o una sola técnica dietética, ni de hacer ejercicio hasta que se nos caigan los brazos".
"Tampoco son medidas extremas... simplemente pasar un poco menos de tiempo frente a la tele", añadió Sandon. "Es importante que llegue el mensaje de que se trata de un todo, no de una cosa en particular".
Los alimentos asociados con un peso estable o con menos aumento de peso incluían verduras, granos enteros, frutas, frutos secos, yogurt y alimentos lácteos bajos en grasa. Los hallazgos fueron muy coherentes con las tendencias nacionales de sección cruzada respecto a las dietas y la obesidad, señalaron los autores. Anotaron que la ingesta calórica promedio de EE. UU. aumentó 22 por ciento en las mujeres y 10 por ciento en los hombres de 1971a 2004.
"Nuestra moraleja es que lo que uno come afecta cuánto come", aseguró Mozaffarian. "No es un mensaje general de reducirlo todo. Cada factor individual del estilo de vida tiene un efecto bastante reducido por sí solo, pero el efecto combinado puede explicar ese aumento gradual en el peso".
Sandon dijo que los programas de reducción del peso como Weight Watchers funcionan para muchas personas porque se enfocan en cambiar la conducta a largo plazo en lugar de soluciones rápidas.
"No creo que la gente ignore lo que debe hacer, pero ¿cómo se cambia esa motivación para modificar la conducta diariamente?", planteó. "Es un proceso".
FUENTES: Dariush Mozaffarian, M.D., associate professor, department of epidemiology, Harvard School of Public Health, and division of cardiovascular medicine, Brigham and Women's Hospital and Harvard Medical School, Boston; Lona Sandon, R.D., assistant professor, clinical nutrition, University of Texas Southwestern, Dallas; June 23, 2011, New England Journal of Medicine.