Un fármaco experimental para la insuficiencia cardiaca podría cambiar la forma en que los médicos tratan a la molesta afección, afirman investigadores.
Unos 5.7 millones de personas de EE. UU. sufren de insuficiencia cardiaca, y 300,000 personas mueren anualmente por la afección, según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de EE. UU. Aunque no existe una cura, los tratamientos se enfocan en mejorar la calidad de vida y ayudar a la gente a vivir más tiempo.
Un nuevo fármaco, el omecamtiv mecarbil, que está siendo desarrollado por Cytokinetics Inc. en San Francisco, podría algún día ofrecer una alternativa a los tratamientos actuales, según los resultados de dos ensayos clínicos que aparecen en una edición especial del 20 de agosto de la revista The Lancet.
"Mejora la función cardiaca de una forma completamente nueva y única", aseguró el Dr. John R. Teerlink, cardiólogo del Centro Médico de Asuntos de Veteranos de San Francisco, y autor de uno de los nuevos estudios.
"El fármaco aumenta directamente la activación de ciertas proteínas del músculo cardiaco, reclutando eficazmente una mayor participación con cada latido del corazón", señaló. "Al mejorar la eficiencia y el rendimiento del corazón, nuestra esperanza es que los pacientes de insuficiencia cardiaca en realidad se sentirán mejor y tendrán menos síntomas de fatiga y falta de aire, y tal vez incluso vivirán más", dijo.
Sin embargo, es demasiado pronto para sacar ninguna conclusión amplia, ya que el fármaco, llamado un activador de la miosina cardiaca, está en las primeras etapas de los ensayos clínicos.
Los medicamentos actualmente disponibles para la insuficiencia cardiaca, como milrinona (Primacor) y dobutamina (Dobutrex), aumentan indirectamente la función cardiaca, y pueden causar anomalías peligrosas del ritmo cardiaco, incluso letales, comentó Teerlink. "Estos fármacos son un 'mal necesario' porque son los únicos medios farmacológicos actualmente disponibles para aumentar la función cardiaca", señaló.
En el estudio de Teerlink participaron 34 hombres sanos que recibieron el fármaco por vía intravenosa una vez a la semana durante un mes. Fue diseñado para determinar el régimen de dosis óptima del nuevo fármaco.
El otro estudio, llevado a cabo en la Universidad de Hull en East Yorkshire, Inglaterra, fue la primera vez que el fármaco se estudió en personas con insuficiencia cardiaca. Los investigadores dijeron que omecamtiv mecarbil mejoró de forma segura la función cardiaca en 45 pacientes de insuficiencia cardiaca que ya recibían el tratamiento estándar.
El Dr. Ronald Zolty, director del programa de insuficiencia cardiaca del Colegio de Medicina Albert Einstein en la ciudad de Nueva York, se siente cautamente optimista sobre el nuevo fármaco para la afección.
"Es un medicamento promisorio, pero es algo que ya ha sucedido", comentó.
"Cuando se tiene insuficiencia cardiaca, la acción de bombeo del corazón es débil, de forma que no llega suficiente sangre al organismo, y uno se siente que le falta aire, duerme mucho y los riñones no funcionan", explicó Zolty.
Los fármacos existentes mejoran el bombeo pero también aumentan la mortalidad, lamentó.
La Dra. Michel Hamilton, directora del programa de insuficiencia cardiaca del Instituto Cardiaco Cedars-Sinai en Los Ángeles, concurrió con Zolty sobre la necesidad de un nuevo fármaco para la afección.
"El mayor problema al que nos enfrentamos al tratar la insuficiencia cardiaca es cómo hacer que el corazón bombee con más fuerza", dijo. Hasta la fecha, ningún fármaco ha resultado eficaz ni seguro, y como resultado, los médicos se enfocan en eliminar el fluido excesivo acumulado y reducir el estrés del corazón, dijo.
Los medicamentos que hacen que el corazón bombee con más fuerza hacen que el corazón se estrese más, y los pacientes mueren antes. "Es como darle latigazos a un caballo cansado mientras sube una colina", comentó.
"Es magnífico ver que se evalúa y desarrolla un nuevo fármaco", dijo Hamilton. Pero "todavía falta un buen recorrido".
FUENTES: Michele Hamilton, M.D., director, heart failure program, Cedars-Sinai Heart Institute, Los Angeles; John R. Teerlink, M.D., cardiologist, San Francisco Veterans Affairs Medical Center, San Francisco; Ronald Zolty, M.D., Ph.D., director, heart failure program, Albert Einstein College of Medicine, Bronx, N.Y.; Aug. 20, 2011, The Lancet