Cuerpos disciplinados

La ética de la moda

Camina con pasos firmes, mirando hacia adelante.

Por:Eugenia Zicavo

  Una docena de reflectores apuntan hacia ella. Avanza sobre tacos altísimos, con el cuello enmarcado por una capa de trama vacía; vestuario y decorado. Está allí arriba, al comienzo de la pasarela, sobre el pasillo elevado de exhibición masiva. Un túnel encendido con algo de tensión tanática que, como en el lugar común imaginado para el último de los finales, también termina en luz blanca: la de los flashes. Se supone que el vestido es protagonista pero ella sabe el secreto: las cámaras la buscan a ella, al paradigma de belleza que ella encarna. A su cuerpo flaco, rectilíneo, resultado del esfuerzo en el gimnasio y el conteo obsesivo de calorías, el producto final de un sinfín de prohibiciones. Un cuerpo controlado, dócil, que achica sus formas y franquea las miradas de diseñadores, empresarios, fotógrafos de moda. Un cuerpo contratado porque pasó la prueba.

Hace poco, en los Estados Unidos surgió el término "thinspirations", un significante bastante inequívoco: mujeres que son "modelos de inspiración" para sus congéneres, no por tener determinado saber, talento o destreza, sino por ser muy flacas. Sólo eso. Discípulas de Ana y Mía –diosas juveniles antes conocidas como anorexia y bulimia– que desde la Web, cuando están "inspiradas", detallan las horas que estuvieron sin comer y enumeran la cantidad de vómitos y kilos perdidos para acercarse a un ideal cada vez más restrictivo.

Miro la pasarela y veo a la cinta transportadora que en The Wall terminaba en la picadora de carne a la que jóvenes de uniforme, obedientes, se dejaban caer. Y es que el actual criterio de belleza al que las modelos prestan su rostro, antes que una estética propone una ética. Aunque no salga en las fotos.