Las mujeres embarazadas con unas alteraciones específicas en dos genes podrían estar en mayor riesgo de sufrir de depresión tras dar a luz, sugiere un nuevo estudio de tamaño reducido.
Los investigadores esperan poder usar los hallazgos para desarrollar una prueba sanguínea que podría ayudarlos a detectar a las mujeres embarazadas que son vulnerables a la depresión postparto, que afecta a alrededor del 15 por ciento de las mujeres que han sido madres recientemente.
El estudio, que aparece en la edición del 21 de mayo de la revista Molecular Psychiatry, descubrió que unos cambios químicos específicos en dos genes predecían qué mujeres sufrirían una depresión postparto con una precisión del 85 por ciento.
Se sabe poco sobre los genes, llamados TTC9B y HP1BP3, pero de alguna forma están involucrados en la actividad del hipocampo del cerebro, que regula el estado de ánimo. Según la investigación con animales, ambos genes parecen ser "reactivos al estrógeno", señaló Zachary Kaminsky, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore, quien trabajó en el estudio.
Los hallazgos ofrecen pistas sobre qué hace que algunas mujeres sean susceptibles a la depresión postparto. Pero todavía falta mucho trabajo antes de que haya una prueba disponible, según una experta que no participó en la investigación.
"Este es el primer paso, pero creo que nos falta bastante para tener una prueba sanguínea", planteó la Dra. Kimberly Yonkers, profesora de psiquiatría, obstetricia y ginecología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut.
Dijo que el estudio fue pequeño, ya que contó solo con 51 mujeres, de las cuales más o menos una docena desarrollaron depresión en un plazo de un mes tras dar a luz, de forma que se deben validar los resultados en estudios de mayor tamaño.
Pero más allá de eso, Yonkers dijo que hay un problema mayor y "difícil" sobre en qué medida beneficiaría el decirles a las mujeres embarazadas que sus genes las ponen en mayor riesgo de depresión postparto.
"Quizás haga que las mujeres se preocupen innecesariamente", planteó Yonkers.
"La información es poder", dijo Kaminsky, y para algunas mujeres, saber que están en riesgo de depresión postparto puede ofrecer una oportunidad para minimizar ese riesgo. Su pareja, familiares o amigos podrían estar particularmente atentos e intervenir para aliviar parte del estrés de ser una madre nueva, por ejemplo.
Kaminsky reconoció que si en realidad el resultado de una prueba sanguínea provocara distrés a una mujer embarazada, eso no sería bueno. Pero apuntó que tener una prueba sanguínea como opción para las mujeres que desean tener una idea del riesgo podría resultar valioso.
Kaminsky y dos de sus compañeros de investigación solicitaron una patente para las pruebas de los marcadores genéticos.
Los hallazgos se basan en 51 mujeres embarazadas con antecedentes de depresión o trastorno bipolar, lo que aumenta el riesgo de sufrir de depresión durante o después del embarazo. Un grupo de 19 mujeres tuvo depresión mayor durante el embarazo, y 12 siguieron mostrando síntomas en el primer mes tras dar a luz.
32 mujeres más estuvieron libres de depresión durante el embarazo, pero 11 desarrollaron depresión postparto.
Según investigación con ratones, el equipo de Kaminsky sospechaba que el estrógeno desencadena cambios epigenéticos en los genes del hipocampo del cerebro. En los cambios epigenéticos, no hay ningún defecto en el ADN subyacente, pero la actividad de un gen se altera. Pero los resultados de la investigación llevada a cabo en ratones con frecuencia no pueden replicarse en los humanos.
Los investigadores hallaron que los cambios epigenéticos en los genes TTC9B y HP1BP3 predecían el riesgo de depresión postparto de una mujer.
Yonkers dijo que una teoría ha sido que las mujeres que sufren de depresión postparto podrían responder de forma distinta a los grandes cambios en el estrógeno y otras hormonas, que suceden durante el embarazo y después del parto.
Kaminsky dijo que los nuevos hallazgos proveen cierta información sobre esa respuesta hormonal. Pero comentó que se necesita más investigación para realmente comprender qué sucede.
Los resultados deben ser confirmados en un grupo de mujeres más diverso y de mayor tamaño, señaló Kaminsky. "Todas las mujeres del estudio habían sido diagnosticadas anteriormente con depresión o trastorno bipolar", señaló. "Realmente debemos observar esto también en la población general de mujeres".
En general, los expertos sospechan que muchos factores trabajan en conjunto para provocar la depresión postparto, entre ellos las circunstancias particulares de una mujer, como si tiene una buena "red de respaldo", si tiene otros estresores mayores en su vida, y si el embarazo fue o no planificado.
Así que ninguna prueba de sangre lo diría todo.
Ahora mismo, los médicos pueden diagnosticar la depresión postparto porque una mujer se queja de los síntomas, o a través de un cuestionario de evaluación. Yonkers dijo que los expertos no están de acuerdo en si las nuevas madres se deben evaluar de forma rutinaria. Por ejemplo, la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) dice que los pediatras deben evaluar si las madres sufren de depresión durante los chequeos de los recién nacidos.
Otros grupos, como el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología (American College of Obstetricians and Gynecologists), no recomiendan la evaluación de rutina, pero dicen que los médicos y las mujeres deben pensar en el tema.
FUENTES: Zachary Kaminsky, Ph.D., assistant professor, psychiatry and behavioral sciences, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore; Kimberly Yonkers, M.D., professor, psychiatry, obstetrics and gynecology, Yale School of Medicine, New Haven, Conn.; May 21, 2013, Molecular Psychiatry, online.