Por Kathryn Doyle
NUEVA YORK (Reuters Health) - En un nuevo estudio, los niños que dormían muy pocas horas tenían más problemas físicos, emocionales y sociales que los que descansaban el tiempo recomendado.
"El patrón de sueño clásico tuvo los mejores resultados evaluados en este estudio", dijo el autor principal, Christopher A. Magee, de la Universidad de Wollongong, Australia.
Su equipo utilizó información de Medicare Australia de unos 3000 niños para evaluar la salud y la calidad de vida cuatro veces entre el nacimiento y los siete años.
Sus padres registraron cómo dormían sus hijos en un diario y respondieron un cuestionario sobre los patrones de sueño de los niños.
Luego, los autores organizaron a los niños en cuatro grupos por patrones de sueño: "clásico" (eran los niños que más dormían cuando eran bebés -14 horas- y fueron durmiendo cada vez menos horas hasta descasar 11 horas por noche a los siete años); "persistentemente corto" (la disminución de las horas de sueño era la misma, pero cada vez con una hora menos que los niños con un patrón clásico.
Sólo el 11 por ciento de los niños ingresó en esta categoría); "inicialmente corto" (los niños comenzaron con un patrón de sueño persistentemente corto, pero a los cinco o seis años dormían tanto como los niños con un patrón clásico. Esta categoría incluía al 45 por ciento de los participantes, seguida del patrón de sueño clásico, con un 40 por ciento de los niños).
Menos del 3 por ciento de los niños tenía el patrón de sueño más inusual, "malo", que comenzaba "corto" (menos de 10 horas en la infancia, con un aumento en el tiempo).
Los niños con los patrones "malo" e "inicialmente corto" tendían a tener un rendimiento físico más bajo en las escalas de calidad de vida que los niños con un patrón "clásico".
Los participantes con un patrón "persistentemente corto" también estaban en desventaja física, emocional y social, según publica el equipo en Pediatrics.
La doctora Elsie M. Taveras, directora de Manejo de la Salud de la Población Pediátrica del Hospital General de Massachusetts, Boston, opinó que seguir a un grupo de niños durante siete años permite estudiar el problema de la falta de sueño como una cuestión crónica y no sólo como una mala noche.
Taveras realizó un estudio similar publicado en la misma revista sobre 1000 niños, desde que tenían seis meses de vida hasta los siete años. En ese período observó que los niños que dormían muy pocas horas de manera crónica tendían a tener más grasa corporal a los siete años que los que dormían más horas.
Los niños que dormían menos tiempo, según comentó, eran dos veces más propensos a ser obesos que los que rara vez o nunca dormían pocas horas. Eso, según dijo, describe un aumento significativo del riesgo.
En su estudio, los niños que dormían poco tenían también más grasa acumulada en el abdomen que los que más horas dormían.
Al combinar los resultados de ambos estudios, Taveras llegó a la conclusión de que el patrón de sueño infantil está asociado con una enorme cantidad de áreas de la salud, según comentó por teléfono.
La Fundación Nacional del Sueño y el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos recomienda que los bebés duerman más de 12 horas por día, que los niños de hasta cuatro años descansen entre 10 y 11 horas diarias y que los niños de hasta siete años no duerman menos de 10 horas por noche.
FUENTES: http://bit.ly/1gGJ0KR y http://bit.ly/1vsqt9h