NUEVA YORK (Reuters Health) - No todos los ácidos grasos saturados (AGS) son lo mismo. Un nuevo estudio demuestra que distintos AGS tienen efectos opuestos cuando hablamos de diabetes tipo 2.
Los AGS de cadena par están asociados con un aumento del riesgo de padecer diabetes tipo 2, mientras que los AGS de cadena impar y cadena larga están relacionados con una disminución de ese riesgo.
"Nuestros resultados indican que distintos AGS tienen relaciones diferenciales con el riesgo metabólico. Por lo tanto, asegurar que todos los AGS tienen efectos adversos, como siempre ocurrió, no describe sus efectos heterogéneos potenciales", afirma en Lancet Diabetes & Endocrinology la doctora Nita Forouhi, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
El doctor Dariush Mozaffarian, decano de la Escuela Friedman de Nutrición y Políticas de Tufts University, Boston, y autor de un comentario sobre el estudio, coincide: "Necesitamos abandonar las clasificaciones y las políticas inútiles que construimos con agrupamientos crudos de los nutrientes relacionados químicamente (es decir, la grasa total saturada) y sus efectos posibles o comprobados en el riesgo, lo que, junto con la incertidumbre científica, confunde a los consumidores y le da a la industria oportunidades de manipulación, y avanzar hacia guías alimentarias basadas en la evidencia prospectiva de los efectos en los resultados clínicos", dijo.
El equipo de Forouhi utilizó el estudio EPIC-InterAct sobre 12.403 casos de diabetes tipo 2 de ocho países de Europa para evaluar las asociaciones entre los AGS fosfolipídicos en sangre y la diabetes tipo 2 de reciente aparición.
Tras considerar otros factores de riesgo, los AGS de cadena par analizados (ácido mirístico, ácido palmítico y ácido estearico) estuvieron significativamente asociados con la diabetes tipo 2 incidental (HR por 1 SD de diferencia, respectivamente, 1,15; 1,26 y 1,06).
En cambio, los AGS de cadena impar (ácido pentadecanoico y ácido heptadecanoico) estuvieron inversamente asociados con la diabetes tipo 2 incidental (HR por 1 SD de diferencia, 0,79 y 0,67). Lo mismo ocurrió con los AGS de cadena larga (ácido araquidónico, ácido behénico, ácido tricosanoico y ácido lignocerico), con HR de entre 0,72 y 0,81.
Los resultados fueron "robustos" en todos los países y en el rango de los análisis de sensibilidad.
Mozaffarian dijo que cuando el equipo evaluó la correlación alimentaria, los AGS de cadena impar estuvieron asociados principalmente con los productos lácteos, "como era de esperar", mientras que los AGS de cadena par se relacionaron más fuertemente con "los activadores de la lipogénesis de-novo, como el alcohol, las gaseosas y la papa, que con las fuentes alimentarias directas, como la carne, la manteca y el queso".
"Los AGS de cadena muy larga estuvieron más débilmente asociados con la dieta que con otros AGS (aunque la relación más fuerte surgió con los frutos secos/las semillas, que es una de sus fuentes alimentarias), lo que sugiere que los determinantes metabólicos podrían ser especialmente relevantes para los AGS de cadena larga en sangre", señaló.
Para Forouhi y su equipo, los resultados demuestran "la importancia de reconocer los subtipos de esos ácidos grasos".
FUENTE: Lancet Diabetes Endocrinology