Una posible razón del deterioro de la memoria en la vejez podría ser que las redes cerebrales se vuelven menos capaces de mantener sus funciones separadas, según sugiere un estudio reciente.
Los hallazgos sugieren que el cerebro tiene más dificultades con la memoria cuando sus partes separadas trabajan más juntas entre sí. "Demasiada poca segregación parece ser algo malo", dijo uno de los autores del estudio, Gagan Wig, de la Facultad de Ciencias de la Conducta y Cerebrales de la Universidad de Texas en Dallas.
Lo que se discute es el modo en que las partes del cerebro trabajan juntas, o por separado. ¿Cada una de las secciones tiene unos roles especializados, como los jugadores de un equipo de béisbol o fútbol americano? O, ¿son como los guardias de seguridad del estadio que tienen todos prácticamente el mismo trabajo? Y, ¿cuál es la mejor combinación de especialización frente a la unificación?
Los científicos han debatido este tema durante años, dijo Michael Cole, profesor asistente en el Centro de Neurociencia Molecular y Conductual de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.
"El campo se ha decantado de forma alternativa y repetida durante décadas o por la especialización o por la distribución, y ambas partes han encontrado evidencias para cada una", dijo Cole, que no participó en el estudio.
Ahora, se han dado cuenta de que "la respuesta está en algún lugar entre los dos opuestos", dijo. "Este estudio va un paso más allá al observar cómo podría producirse un equilibrio ideal que respalde las funciones cerebrales efectivas en los grupos de edad".
Los investigadores dijeron que la edad avanzada está asociada con una especialización menor de las células cerebrales, pero indicaron que no estaba claro si ocurría lo mismo a nivel de las conexiones cerebrales.
En el estudio, publicado en línea el 3 de noviembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores realizaron pruebas de IRM para estudiar los cerebros de 210 personas de 20 a 89 años. "Esto se hizo para medir el flujo sanguíneo en el cerebro mientras las personas estaban despiertas y descansando", explicó Wig, el coautor.
"Este tipo de pruebas nos permitieron determinar cómo las distintas partes del cerebro están conectadas de manera funcional entre ellas, y examinar la organización de cada red cerebral individual", explicó Wig.
Las conexiones de esta red son un poco como las de las personas "que interactúan en una red social y tienden a estar muy conectadas a unos pocos subgrupos de amigos más cercanos, y menos conectadas con otros individuos", dijo Wig.
Los participantes también realizaron pruebas de memoria y pensamiento para estimar cómo formaban los recuerdos y recordaban cosas minutos y horas después, dijo Wig.
Los investigadores hallaron que las personas mayores tenían más conexiones entre las distintas secciones del cerebro, lo que se tradujo en una memoria peor. En otras palabras, que un cerebro tenga más conexiones parece ser peor para la memoria.
Pero la vejez no es una garantía de un cerebro con más conexiones y una memoria peor. "Lo sorprendente es que esta relación es independiente de la edad", dijo Wig. "Había otros adultos más jóvenes que presentaban una menor segregación del sistema y tenían una memoria peor. De la misma forma, había personas mayores que presentaban una mayor segregación del sistema y una buena memoria".
¿Cuál es el siguiente paso para la investigación en el área?
"El paso natural será comprender cómo cambia la segregación de las subredes cerebrales en cada individuo a medida que aumenta su edad, mediante la realización repetida de evaluaciones a lo largo del tiempo", dijo Wig. Los investigadores están especialmente interesados en averiguar qué ocurre en las personas con trastornos de la memoria relacionados con la edad, dijo.
¿Qué significa el estudio para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de los problemas de memoria? Wig dijo que uno de los objetivos de esta investigación es encontrar indicadores del cerebro que puedan predecir los problemas de memoria futuros.
FUENTES: Gagan Wig, Ph.D., assistant professor, School of Behavioral and Brain Sciences, University of Texas at Dallas; Michael Cole, Ph.D., assistant professor, Center for Molecular and Behavioral Neuroscience, Rutgers University, Newark, N.J.; Nov. 3, 2014, Proceedings of the National Academy of Sciences.