El 9 de noviembre de 2014 se cumplen 100 años de un hecho histórico en la medicina, que permitió y permite salvar vidas: la primera transfusión de sangre a la que se le había agregado citrato de sodio como factor anticoagulante. El receptor fue un paciente con tuberculosis pulmonar, que ocupaba la cama 14 de la sala Fernández del Instituto Modelo. El portero del Instituto, Sr. Ramón Mosquera, fue el dador. El Dr. Ernesto V. Merlo, por entonces médico interno, tuvo a su cargo la ejecución del procedimiento. Asistieron a ese acontecimiento histórico, además, los doctores Juan A. Gabastón y Ricardo Finochietto. El paciente toleró perfectamente la sangre transfundida.
Ahora bien, ¿cómo se llegó a semejante hecho histórico? Comenzando por la historia, desde el siglo XIX se llevaron adelante las transfusiones de sangre “de hombre a hombre”, que consistían en el paso directo, a través de tubuladuras conectoras, de sangre entre dador y receptor. Esta técnica se fue perfeccionando a medida que avanzaron los estudios de la sangre, con los conocimientos sobre Grupos Sanguíneos y Factor RH, sin embargo no se conseguía conservar la sangre fuera del cuerpo humano.
En 1914, preocupado Agote por el problema del difícil dominio de las hemorragias en los pacientes hemofílicos, comienza la búsqueda de una sustancia química que evitara la coagulación pero que estuviera exenta de toxicidad para el receptor y mantuviera inalterables las propiedades esenciales de la sangre. Agote conocía que el citrato neutro de sodio impedía la coagulación de la albúmina del huevo. Teorizó entonces que siendo la sangre un albuminoide, dicha sal debería comportarse frente a ésta en idéntica forma, por lo que mezcló en un frasco de vidrio 100 ml. de sangre fresca con cristales de citrato de sodio neutro y lo dejó 15 días en su caja fuerte. Pasado ese lapso comprobó que la sangre se hallaba tan fluida como cuando había iniciado el experimento.
El Dr. Emilio Lorenz, Jefe del Laboratorio de Hematología del Instituto Modelo verificó la total y absoluta conservación de las propiedades biológicas de la sangre. Por su parte, el Dr. Ignacio Imaz Appathie condujo la experimentación en animales de laboratorio, demostrando la perfecta tolerancia en ellos a la sangre citratada. Quedaba aún por realizar una experiencia crucial. ¿El citrato de sodio podía provocar reacciones adversas en el organismo? El propio Agote insistió en ser el primero en recibir por vía intravenosa dosis elevadas de citrato, en repetidas oportunidades. La sal fue perfectamente tolerada sin aparición de síntomas tóxicos o colaterales.
Lo que importa resaltar es la actitud solidaria de Agote, quien no trató de patentar su resultado, lo comunicó de inmediato a medios de prensa y representaciones diplomáticas de todos los países en guerra. Su descubrimiento tuvo un rol fundamental en la Primera y Segunda Guerra Mundial y, desde entonces, la Medicina Transfusional y sus numerosas aplicaciones continúan salvando vidas.
Realizada por el doctor Luís Agote
Se celebraron 100 años desde la primera transfusión de sangre citratada
En un emotivo acto del que participaron médicos del Hospital de Clínicas, de la Facultad de Medicina y familiares del Prof. Dr. Luis Agote, se realizó un sentido homenaje a este gran hito de la historia de la medicina y a la figura del maestro que lo hizo posible.