Un dispositivo parecido a un dilatador (stent) colocado en una vena del corazón podría ofrecer alivio a algunas personas que sufren de casos de angina que no se pueden tratar de otra forma, encuentra un pequeño ensayo clínico.
El estudio, que aparece en la edición del 5 de febrero de la revista New England Journal of Medicine, incluyó a 104 pacientes de angina grave que no había respondido a las terapias convencionales, algo que los médicos denominan angina "refractaria".
La angina se refiere a un dolor crónico en el pecho, fatiga y problemas para respirar provocados por la aterosclerosis, un endurecimiento y estrechamiento de las arterias que llevan sangre al corazón. Por lo general, los síntomas pueden ser tratados con cambios en el estilo de vida, medicamentos o procedimientos que abren las arterias estrechadas y mejoran el flujo sanguíneo.
Pero cuando los tratamientos estándar no funcionan, los pacientes se quedan sin opciones, señaló el Dr. Shmuel Banai, investigador principal del nuevo estudio y director de cardiología intervencionista del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv, en Israel.
Esos pacientes con frecuencia siguen teniendo síntomas debilitantes que evitan que suban las escaleras, o incluso que caminen más de 100 pies (unos 30 metros), apuntó Banai.
El dispositivo que su equipo utilizó, llamado Reducer, ya está aprobado en Europa, pero no en EE. UU. Se parece a un dilatador, el dispositivo parecido a un andamio que los médicos comúnmente implantan para abrir las arterias cardiacas taponadas. Pero Reducer tiene la forma de un reloj de arena, y en lugar de colocarse en una arteria, se implanta en una vena cardiaca grande, para alterar el flujo de sangre que sale del corazón.
Eso ayuda a mantener más sangre rica en oxígeno en circulación en las partes del músculo cardiaco que la necesitan, según Neovasc, la compañía que mercadea el dispositivo y que financió la nueva investigación.
Para el estudio, el equipo de Banai reclutó a 104 pacientes de angina clase III o IV que no habían logrado mejorar con los medicamentos y que no podían someterse a los procedimientos invasivos estándar, que son los dilatadores tradicionales o la cirugía de derivación (bypass) cardiaca. Las clases, en una escala de 1 a 4, califican las limitaciones debidas a la angina de menor a mayor.
Su equipo asignó al azar a la mitad de los pacientes a que se les implantara el Reducer, lo que conlleva llevar un catéter a la vena del corazón con anestesia local. Los demás pacientes se asignaron a un procedimiento "placebo" en que se insertó un catéter pero no se implantó el dispositivo.
Durante los seis meses siguientes, el 35 por ciento de los pacientes con el dispositivo experimentaron una mejora en los síntomas de al menos dos "clases de angina", algo que se considera sustancial en términos de la vida real, según Banai. Eso es en comparación con el 15 por ciento de los del grupo del placebo.
Otros pacientes también obtuvieron alivio. En total, el 71 por ciento de los que recibieron el dispositivo mejoraron en al menos una clase de angina, frente al 42 por ciento de los del grupo del placebo.
"Para los pacientes con muchas limitaciones en las actividades cotidianas, una mejora incluso de una clase es importante, y una mejora de dos clases tiene una importancia crítica", comentó Banai.
Un paciente que recibió el implante sufrió un ataque cardiaco poco después del procedimiento. Pero, en general, el tratamiento parece relativamente seguro, según Banai.
Un cardiólogo que no participó en el estudio aseguró que es "una buena noticia para los pacientes".
"Esta afección es bastante común, y puede ser debilitante", dijo el Dr. Christopher Granger, director de la Unidad de Atención Cardiaca del Centro Médico de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.
Se ha calculado que la angina refractaria afecta a hasta dos millones de personas en Estados Unidos, según Granger, autor de un editorial publicado con el estudio.
Pero se necesitan estudios más grandes y a mayor plazo, enfatizó Granger. "Es un estudio bien hecho, e importante", aseguró. "Pero es un estudio pequeño".
Hasta ahora, parece que el dispositivo se "tolera bien", anotó Granger. Pero al igual que con todo implante médico, hay inquietudes de seguridad, señaló.
"Pueden haber complicaciones cuando se implanta el dispositivo, como sangrado o infección", dijo Granger. Y si el dispositivo se bloquea, podría afectar al flujo saliente de sangre del músculo cardiaco.
¿Y qué pasa con todos los pacientes del grupo del placebo que experimentaron una mejora? Granger dijo que eso podría relacionarse con las fluctuaciones normales en los síntomas de angina. Los pacientes se inscribieron en un ensayo cuando sus síntomas estaban a su peor nivel, y entonces hay una mengua natural.
Pero dijo que también podría tratarse del "efecto placebo". "Eso significa que hay cambios fisiológicos reales basados en el efecto de la mente sobre el cuerpo", explicó Granger.
Por ahora, dijo, lo mejor que la mayoría de personas pueden hacer es tomar medidas para prevenir la angina o evitar que empeore. Eso incluye no fumar, comer una dieta saludable, y mantener una presión arterial y un colesterol bajos, con fármacos, si es necesario.
FUENTES: Shmuel Banai, M.D., director, interventional cardiology, Tel Aviv Sourasky Medical Center, Israel; Christopher Granger, M.D., director, Cardiac Care Unit, Duke University Medical Center, Durham, N.C.; Feb. 5, 2015, New England Journal of Medicine