Una investigación reciente sugiere que las TC podrían ayudar a los médicos a realizar un mejor trabajo al diagnosticar la enfermedad cardiaca en los pacientes con dolor de pecho, en comparación con las pruebas estándar.
Un equipo escocés encontró que las TC parecían detectar más problemas cardiacos, y permitían a los médicos tomar medidas para reducir el riesgo de un ataque cardiaco.
"Una TC clarifica el diagnóstico, cambia los tratamientos y podría reducir el riesgo de ataque cardiaco", dijo el investigador jefe, el Dr. David Newby, profesor de la Universidad de Edimburgo.
Los pacientes en cuestión sufrían de dolor de pecho y se sospechaba de enfermedad cardiaca. En la mayoría de los casos, la enfermedad es provocada por la obstrucción de las arterias, que interrumpe el flujo sanguíneo en el cuerpo.
"El dolor de pecho o angina es una sensación de opresión en el pecho que ocurre cuando se esfuerzan", explicó Newby. "Los pacientes por lo general se atienden en la clínica, y pueden someterse a una variedad de pruebas, que podrían incluir un escáner de la perfusión miocárdica, que mide el flujo sanguíneo al corazón con un rastreador radioactivo, y un ultrasonido de 'eco', una IRM o una angiografía coronaria".
El Dr. Gregg Fonarow, profesor de cardiología de la Universidad de California, en Los Ángeles, dijo que las pruebas estándar para los pacientes también pueden incluir un electrocardiograma y una prueba de esfuerzo. ¿El problema? "Las pruebas pueden, potencialmente, obviar a veces la presencia de la enfermedad de la arteria coronaria, llevando a un diagnóstico incorrecto", anotó.
De hecho, dijo Newby, los estudios han mostrado que de las personas que luego tienen un ataque cardiaco, una tercera parte tenían una enfermedad cardiaca no reconocida cuando se sometieron a las pruebas.
¿Podría una TC, un tipo de radiografía que toma imágenes tridimensionales del corazón, ser mejor en la detección de la enfermedad cardiaca? Para averiguarlo, los investigadores examinaron los expedientes médicos de poco más de 4,100 pacientes de Escocia, a quienes se trató por un dolor de pecho posiblemente debido a una enfermedad de la arteria coronaria. Los pacientes se asignaron al azar a recibir una TC o la atención estándar tras su visita inicial.
Las TC cambiaron el diagnóstico inicial en un 25 por ciento de los casos, mientras que la atención estándar resultó en un diagnóstico distinto en apenas un 1 por ciento de los pacientes. Las TC cambiaron las pruebas que se realizaron posteriormente en el 15 por ciento de los casos, mientras que las pruebas cambiaron en apenas el 1 por ciento de los que recibieron la atención estándar. Por otro lado, las TC llevaron a cambios en el tratamiento en el 23 por ciento de los casos, en comparación con el 5 por ciento de los pacientes que recibieron la atención estándar.
Durante los próximos 20 meses, la cantidad de ataques cardiacos fue un 38 por ciento más baja en los que recibieron TC: 26 casos, frente a 42 casos entre los que recibieron la atención estándar. Pero la cantidad de ataques cardiacos no llegó a ser significativa estadísticamente.
¿Y qué pasa con las diferencias en el costo entre los dos métodos de evaluación?
Otro estudio presentado esta semana en la reunión del ACC abordó esa pregunta. Investigadores liderados por el Dr. Daniel Mark, del Centro Cardiaco de la Universidad de Duke, compararon la TC con las pruebas funcionales en más de 10,000 pacientes de dolor de pecho.
Hallaron que la TC promedio cuesta 404 dólares, un ecocardiograma cuesta unos 514 dólares, y un ECG con prueba de esfuerzo solo costaba 174 dólares. Y dado que las TC con frecuencia apuntan a la necesidad de más procedimientos, su uso añadía, en promedio, 280 dólares adicionales a las facturas médicas que se originaban en los tres meses siguientes. Pero dos años más tarde, la diferencia en el costo se había reducido a apenas 30 dólares, encontraron los investigadores.
En un comunicado de prensa del ACC, Mark dijo que "esas diferencias en el costo no son estadísticamente significativas, y las cirugías bien podrían haber mejorado la supervivencia de las personas que las recibieron". El estudio del equipo fue financiado por los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU.
"Las TC sí hicieron que se cancelaran otras pruebas y tratamientos, pero aumentó el uso de algunos otros tratamientos", señaló Fonarow. "Pero obviamente esos eran necesarios".
En cuanto a los efectos secundarios y el riesgo, Newby dijo que la radiación de las TC es baja, y pocos pacientes (menos del 2 por ciento) tuvieron efectos secundarios leves y breves debido a la prueba.
Se está planificando más investigación, que incluye estudios a largo plazo. Pero Newby dijo que está listo para aconsejar a los médicos utilizar TC "como su prueba preferida" en los pacientes con dolor de pecho que podrían tener enfermedad de la arteria coronaria.
El estudio de Newby fue presentado el domingo en la reunión anual del Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology, ACC), en San Diego, y publicado simultáneamente en la edición en línea del 15 de marzo de la revista The Lancet.
FUENTES: David Newby, M.D., Ph.D., professor, University of Edinburgh, Scotland; Gregg Fonarow, M.D., professor, cardiology, University of California, Los Angeles; March 16, 2015, presentation, American College of Cardiology annual meeting, San Diego