La exposición a unos contaminantes atmosféricos comunes antes del nacimiento podría hacer que los niños tengan más probabilidades de presentar los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y de otros problemas del pensamiento y la conducta, sugiere un nuevo estudio de tamaño reducido.
"La exposición a la contaminación atmosférica en el embarazo, muy a principios de la vida [y] en la primera niñez parece producir perturbaciones cerebrales en el hemisferio izquierdo del cerebro, en proporción directa a la cantidad de exposición atmosférica que las mujeres experimentan en el embarazo", explicó el autor del estudio, el Dr. Bradley Peterson. Peterson es director del Instituto de la Mente en Desarrollo del Instituto de Investigación Saban del Hospital Pediátrico de Los Ángeles.
El equipo de Peterson sigue a 620 mujeres de minorías que viven en la ciudad de Nueva York. Los investigadores planifican con el tiempo realizar escáneres a 250 niños nacidos de las mujeres, recogiendo información sobre la exposición de las madres a los contaminantes atmosféricos durante el embarazo y después.
Para el nuevo estudio, dijo Peterson, "descartamos a 40 que tenían una exposición mínima a otras sustancias que sabemos que producen problemas en el cerebro", de forma que el equipo pudiera enfocarse en los efectos de unos contaminantes llamados HAP.
HAP es la sigla de hidrocarburos aromáticos policíclicos. Son comunes en el medio ambiente, y provienen de las emisiones de los vehículos de motor, de la quema de petróleo y carbón para generar electricidad o la calefacción de las casas, de la quema agrícola, de los fuegos incontrolados, de los sitios de desechos peligrosos, de la comida chamuscada y del humo de tabaco.
Se siguió a los niños del estudio desde que nacieron hasta los 7 a 9 años. Los niños y sus madres se inscribieron de 1998 a 2006.
Los investigadores usaron IRM para medir los cerebros de los niños, y los evaluaron para ver si tenían síntomas relacionados con el TDAH u otros problemas. Hallaron que la exposición prenatal a los contaminantes se vinculaba con problemas del pensamiento y conductuales. Mientras mayor era la exposición, peores eran los cambios cerebrales y más probable era que los niños presentaran síntomas del TDAH u otros problemas.
En una investigación anterior, el equipo encontró que la exposición a los HAP durante la gestación se vinculaba con varios problemas, como trastornos en el desarrollo a los 3 años, un coeficiente intelectual (CI) verbal más bajo a los 5 años, y ansiedad y depresión a los 7 años.
En el nuevo estudio, los investigadores encontraron reducciones en la superficie de la materia blanca del hemisferio izquierdo del cerebro. Ese tipo de reducción se asocia con un procesamiento más lento de la información durante pruebas de CI, y problemas más graves de la conducta, como los síntomas del TDAH y agresividad, señalaron los investigadores. Ser expuestos tras nacer se relacionó con cambios adicionales en la materia blanca, vinculados con dificultades para la concentración y la capacidad para resolver problemas.
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 25 de marzo de la revista JAMA Psychiatry.
Peterson no pudo explicar con certeza el motivo de que unas exposiciones más altas se vincularan con más problemas cerebrales, aunque anotó que los estudios con animales han encontrado que los HAP matan a las células nerviosas en el cerebro. Pero no todas las investigaciones con animales son equivalentes en los humanos, y el estudio solo halló una asociación entre la exposición a la contaminación atmosférica y los problemas del desarrollo en la niñez, no un vínculo causal.
La investigación sigue en curso, dijo Peterson. Aunque la cantidad de niños estudiados fue baja, la "pureza" de la cantidad que se estudió puede de alguna forma compensar esa limitación, añadió.
Otra experta dijo que el hallazgo se debe tomar en serio.
"Creo que el estudio ofrece ciertas evidencias de una base anatómica para el TDAH", señaló la Dra. Enme Corrales Reyes, neuróloga pediátrica del Hospital Pediátrico Nicklaus, que antes se llamaba Hospital Pediátrico de Miami. Los hallazgos deben idealmente animar a las autoridades de salud pública del gobierno y otras a controlar la exposición a los HAP, añadió Reyes.
Peterson dijo que aunque las mujeres quizá no tengan la opción de mudarse de un área contaminada para ayudar a proteger a sus hijos no nacidos, pueden tomar medidas para minimizar la exposición.
Las que fuman deben dejar de hacerlo, y las que no deben evitar el humo de segunda mano, planteó.
Al aire libre, deben evitar los contaminantes todo lo que puedan. Por ejemplo, si un camión emite un chorro de humo de diesel, evítelo si puede, aconsejó.
FUENTES: Bradley Peterson, M.D., director, Institute for the Developing Mind, Saban Research Institute, Children's Hospital Los Angeles; Enme Corrales Reyes, M.D., pediatric neurologist, Nicklaus Children's Hospital, formerly Miami Children's Hospital; March 25, 2015, JAMA Psychiatry