Gen protector

¿Por qué los elefantes tienen tan baja incidencia de cáncer?

Los humanos portan el mismo gen protector, pero en una forma menos agresiva

Fuente: Medlineplus

¿Qué pesa más de 14,000 libras (6,350 kg), puede vivir bastante más de 70 años y casi nunca contrae cáncer? El elefante.

Los científicos esperan que al descodificar las habilidades para luchar contra el cáncer que tiene el animal terrestre de mayor tamaño podrían obtener nueva información sobre cómo combatir mejor la enfermedad en los humanos.

Ahora, un equipo de científicos cree haber encontrado el secreto del elefante: una inmensa reserva de un gen que suprime a los tumores, que también se encuentra en las personas, pero en una cantidad mucho menor y de forma menos agresiva.

"La mitad de los hombres y una tercera parte de las mujeres contraen cáncer en algún momento de sus vidas", apuntó el autor del estudio, el Dr. Joshua Schiffman, investigador del Instituto Oncológico Huntsman en la Universidad de Utah. "La división celular descontrolada y la inestabilidad genómica que constituyen al cáncer son una enfermedad muy propia del envejecimiento, porque mientras más envejecemos, menos capaces somos de reparar las células dañadas".

Dado que los elefantes "son diez veces más grandes y tienen tantas células, y viven tanto tiempo, sería razonable que todos los elefantes murieran de cáncer, tan solo por el azar. Pero no es así", dijo Schiffman.

Aunque también se sabe que la rata topo desnuda es resistente al cáncer, la misteriosa capacidad del elefante de evitar el cáncer ha sido un tema particular de interés científico.

Los hallazgos actuales aparecen en la edición en línea del 8 de octubre de la revista Journal of the American Medical Association.

El análisis de los registros de defunción de los elefantes de zoológicos reveló que menos del 5 por ciento murieron de cáncer. La tasa de mortalidad por cáncer de los humanos es del 11 al 25 por ciento, apuntaron los investigadores.

Un análisis posterior del genoma completo del elefante se concentró en particular en un gen llamado P53, que se sabe que suprime los tumores y que tiene la tarea de prevenir el cáncer al arreglar las células dañadas y/o eliminarlas cuando su reparación resulta imposible.

Las células humanas portan apenas dos copias del P53. Pero los investigadores descubrieron que las células de elefante portan 40 copias.

Entonces, se comparó sangre de ocho elefantes africanos y asiáticos con la sangre de once personas sanas y de 10 personas con síndrome de Li-Fraumeni. Ese síndrome es una afección genética en que los pacientes portan apenas una sola copia del P53, lo que resulta en un riesgo de por vida del 90 por ciento de contraer un cáncer.

Todas las muestras se expusieron a radiación para provocar daño en el ADN.

Al principio parecía que los genes P53 de los elefantes y de los humanos reaccionaban de forma similar: ambos buscaban reparar los fallos en el ADN.

Pero al observar con una mayor profundidad, los investigadores hallaron que los genes P53 de los elefantes tenían muchas más probabilidades de ser asesinos que médicos, matando a muchas más de las células dañadas que sus contrapartes humanas.

"En realidad, esos genes matan más del doble de células dañadas que los nuestros", dijo Schiffman. También mataron cinco veces más células dañadas que los de los pacientes de síndrome de Li-Fraumeni, lo que indica que es mejor tener P53 más agresivos y en mayor cantidad, comentó.

"No estamos diciendo que hemos encontrado la cura del cáncer, pero ahora que creemos comprender el mecanismo de la resistencia al cáncer en los elefantes, podemos trabajar para averiguar cómo lograr que funcione en los humanos", planteó.

Schiffman dijo que eso podría significar encontrar un fármaco que imite el efecto de esas copias adicionales del P53, o quizá que logre que el P53 se concentre en la muerte celular, en lugar de la reparación de las células.

Pero hay que tener en cuenta que frecuentemente la investigación con animales no produce resultados similares en humanos.

Mel Greaves, profesor de biología celular y líder de equipo del Instituto de Investigación sobre el Cáncer, en Inglaterra, sugirió que "el verdadero misterio es por qué los humanos parecen tener unas defensas tan flojas contra el cáncer, y unas tasas de cáncer tan altas". Greaves también fue autor de un editorial que acompañó al artículo en la revista.

"La respuesta a ese misterio probablemente sea que los humanos somos únicos respecto a nuestra evolución social extraordinariamente rápida", sugirió Greaves. "Esto conlleva unos riesgos mucho más altos de cáncer, y a un ritmo que es demasiado rápido como para que los procesos evolutivos se adapten. Ejemplos obvios incluyen que los elefantes no fuman, no sufren quemaduras solares ni consumen calorías en exceso".

Greaves añadió que no tiene que ser así. "La mayoría de cánceres son prevenibles", enfatizó.


FUENTES: Joshua D. Schiffman, M.D., investigator, Huntsman Cancer Institute, Salt Lake City, and professor, department of pediatrics, University of Utah, and pediatric oncologist, Primary Children's Hospital, Salt Lake City; Mel Greaves, Ph.D., professor and team leader, biology of childhood leukemia, Centre for Evolution and Cancer, Institute of Cancer Research, Surrey, England; Oct. 8, 2015 (online), Journal of the American Medical Association