Los lentes de contacto podrían alterar el ambiente bacteriano natural de los ojos, sugiere una investigación reciente.
Un pequeño estudio encontró que la superficie ocular de los usuarios de lentes de contacto tiende a contener bacterias que normalmente se hallan en la piel que rodea al ojo.
No está claro si esto es provocado por la interacción entre el dedo y el lente, o por el acto en sí de utilizar lentes de contacto. Pero los hallazgos plantean preguntas sobre si este cambio en la composición microbiana podría fomentar el riesgo de infecciones en los ojos, apuntaron los autores del estudio.
"Se sabe que usar lentes de contacto aumenta el riesgo de queratitis microbiana y otras afecciones oculares inflamatorias", advirtió la autora líder del estudio, María Domínguez-Bello, profesora asociada del Programa del Microbioma Humano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, en esa ciudad.
La queratitis es una inflamación de la córnea, dolorosa y potencialmente grave.
Más de 30 millones de estadounidenses usan lentes de contacto, y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. estiman que aproximadamente uno de cada 500 contrae una infección ocular que amenaza a la vista cada año. Tan solo la queratitis provoca alrededor de un millón de visitas anuales a médicos y hospitales.
La higiene es uno de los factores que plantean un riesgo. Entre el 40 y el 90 por ciento de los usuarios de lentes de contacto no limpian bien y/o no remplazan con regularidad sus lentes de contacto según las instrucciones, advierten los CDC.
Otro posible factor de riesgo es el efecto que los lentes de contacto podrían tener sobre la composición bacteriana del ojo.
El microbioma (o comunidad bacteriana) de lugares del cuerpo como los intestinos, la piel y la boca, está diseñado para ayudar a resistirse a los gérmenes, según las notas de respaldo del estudio.
Pero "a pesar de ser importante en la oftalmología, el microbioma ocular se ha descuidado en gran medida, y sus funciones siguen sin conocerse", lamentó Domínguez-Bello.
Teniendo eso en cuenta, el equipo del estudio se propuso conducir una secuenciación genética que comparara la comunidad bacteriana de personas que usaban y que no usaban lentes de contacto.
Los investigadores recolectaron muestras de 58 adultos, analizando las bacterias de la superficie del ojo, la piel debajo del ojo y en los lentes de contacto de 20 usuarios. Se tomaron muestras adicionales de 20 participantes, de los cuales alrededor de la mitad usaban lentes de contacto, en tres momentos en el transcurso de seis semanas.
Los investigadores hallaron que en las personas que no usan lentes de contacto, la composición bacteriana del ojo es muy distinta que la de la piel circundante, con unos niveles más altos o más bajos de bacterias específicas.
En contraste, en los usuarios de lentes de contacto, la composición bacteriana de la superficie del ojo era mucho más similar a la de la piel circundante.
¿Significa esto que los lentes de contacto contribuyen a, o causan, la conjuntivitis, la queratitis y otros problemas de salud que con frecuencia afectan a los usuarios? No necesariamente.
"Todavía no lo sabemos", advirtió Domínguez-Bello. "Se necesitan estudios futuros para determinar el rol del microbioma en el aumento del riesgo de infecciones oculares en los usuarios de lentes de contacto".
Mark Willcox, profesor de optometría y ciencias de la visión de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney, Australia, dijo que "el uso de lentes de contacto sigue siendo una forma segura y efectiva de corregir la vista".
Pero el nuevo estudio demuestra "que prestar atención a la higiene de las manos y de los lentes de contacto es realmente importante", añadió.
"Los usuarios de lentes de contacto deben recordar lavarse las manos con jabón y agua antes de tocar los lentes", aconsejó Willcox. A menos que use lentes desechables, también deben frotar y enjuagar los lentes con solución desinfectante antes y después del uso, señaló.
Willcox también enfatizó la necesidad de cambiar los lentes de contacto con la frecuencia recomendada por el proveedor de atención de la vista, de nunca dormir con los lentes de contacto, y de reemplazar las soluciones desinfectantes cada mes y los estuches de los lentes cada tres meses.
El estudio de Domínguez-Bello, financiado por la Research to Prevent Blindness Foundation, aparece en la edición de marzo de la revista mBio.
FUENTES: Maria G. Dominguez-Bello, Ph.D., associate professor, Human Microbiome Program, New York University School of Medicine, New York City; Mark Willcox, Ph.D., FAAO, FBCLA, FASM, FARVO, D.Sc., professor, school of optometry and vision science, and associate dean, research training, University of New South Wales, Sydney, Australia