Vivir cerca de los sitios de fracturación hidráulica (conocido como fracking) empeora el asma de muchas de las personas que sufren de la afección respiratoria, sugiere un estudio reciente.
El fracking es un controversial proceso en que agua, arena y sustancias químicas se bombean en la profundidad de la tierra a alta presión para extraer burbujas de gas natural difíciles de extraer.
"El proceso no convencional de desarrollo de gas natural [fracking] tiene numerosos impactos ambientales que podrían afectar a la salud", advirtió el investigador líder, el Dr. Brian Schwartz, profesor de ciencias de la salud ambiental, epidemiología y medicina de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.
La lista de los impactos incluye ruido, vibración, olores fuertes, contaminación atmosférica, contaminación del agua, contaminación del suelo, tráfico intenso de camiones, conversión de áreas rurales en industriales y estrés, enumeró.
Muchos de esos factores también pueden afectar a los síntomas de asma, añadió Schwartz. Por ejemplo, se sabe que la contaminación atmosférica, los olores y el estrés empeoran el asma, y todo eso aumenta en las áreas en que se hace fracking, señaló.
"No puedo decir cuál de los impactos podría estar provocando la exacerbación del asma. Pero puedo decir que hay varias vías biológicamente plausibles de que esto pudiera ocurrir. Nuestras dos hipótesis principales son la contaminación atmosférica y el estrés", añadió.
Schwartz dijo que es difícil aconsejar sobre qué exposiciones se han de evitar, dado que no se sabe cuál de éstas es la más importante.
El estudio tampoco probó que la exposición al fracking provoque que el asma empeore, solo que parece haber una asociación.
"Los consejos sobre cómo minimizar la perturbación del sueño, el estrés, la contaminación atmosférica, el ruido y los olores son distintos", dijo Schwartz. "Así que creo que lo que podemos hacer es aconsejar a los pacientes con asma en esas áreas que estén muy atentos al empeoramiento de un síntoma y que hablen pronto con el médico".
Una representante de la industria energética dijo que el estudio tiene fallos.
"Los autores se enfocan en una afección que puede surgir por numerosos motivos, admiten que en realidad no pueden mostrar causalidad respecto al desarrollo del petróleo y del gas, e incluso apuntan que los casos que resultaron en hospitalizaciones fueron de pacientes mayores, fumadores actuales y obesos", comentó Nicole Jacobs, directora de Energy In Depth, un grupo de lobby de la industria energética, en Pensilvania.
"Pero culpan al fracking de cualquier forma. Si se toma en cuenta que uno de los autores está en la junta de una organización contra el petróleo y el gas [Schwartz es miembro del Instituto Post Carbón], hay que poner esta metodología en duda", planteó.
En el estudio, Schwartz y sus colaboradores utilizaron expedientes médicos electrónicos para recolectar datos sobre más de 35,000 pacientes tratados en la Clínica Geisinger de Pensilvania entre 2005 y 2012.
Los investigadores observaron las exacerbaciones del asma en cuatro etapas de la producción del gas natural: la preparación del sitio, la perforación, la estimulación del gas mediante el fracking y la producción. Los investigadores también calcularon la distancia de las viviendas de los pacientes a los pozos.
Entre 2005 y 2013, se perforaron más de 6,000 pozos de gas natural en casi 3,000 lugares de fracking, se estimuló el gas en casi 5,000 pozos, y se inició la producción en casi 4,000 pozos, según el informe.
En ese periodo, casi 21,000 pacientes recibieron nuevas recetas de medicamentos de asma para un asma leve, casi 2,000 fueron atendidos en la sala de emergencias por un asma moderado, y casi 5,000 fueron hospitalizados con un asma grave, encontraron los investigadores.
Los pacientes con asma que vivían en las áreas con la mayor actividad de perforaciones y producción de gas tenían un riesgo más alto de exacerbaciones leves, moderadas y graves del asma, en comparación con los que vivían en las áreas con la menor actividad de fracking, encontró el equipo de Schwartz.
El informe aparece en la edición en línea del 18 de julio de la revista JAMA Internal Medicine.
"Este estudio no prueba que la extracción del petróleo y del gas provoque asma, pero lo insinúa", apuntó Rob Jackson, profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra, la Energía y Ambientales de la Universidad de Stanford.
"Necesitamos estudios inmediatos de causa y efecto para ver qué está sucediendo", enfatizó Jackson. "La frecuencia del asma parece aumentar en las personas que viven cerca de pozos de petróleo y gas en producción. Es donde yo observaría primero".
FUENTES: Brian Schwartz, M.D., professor, environmental health sciences, epidemiology and medicine, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, Baltimore; Rob Jackson, Ph.D., professor, School of Earth, Energy and Environmental Sciences, Stanford University, Stanford, Calif.; Nicole Jacobs, Pennsylvania director Energy In Depth; July 18, 2016, JAMA Internal Medicine