Al mismo tiempo, los niveles promedio de presión arterial están en un bajo histórico en Estados Unidos y otros países desarrollados, señalaron los investigadores.
"La hipertensión es el principal factor de riesgo de accidente cerebrovascular y enfermedad cardiaca. Acaba con las vidas de alrededor de 7.5 millones de personas al año en todo el mundo. La mayoría de esas muertes suceden en el mundo en desarrollo", dijo el autor del estudio, Majid Ezzati, profesor del Colegio Imperial de Londres, en Inglaterra.
"Globalmente, la hipertensión ya no es un problema del mundo occidental ni los países ricos. Es un problema de los países y las personas más pobres del mundo", añadió Ezzati.
La cifra total de personas con hipertensión, o presión arterial alta, aumentó de 594 millones en 1975 a más de mil millones en 2015, debido a factores como una gran población mundial y un aumento en la cantidad de personas con una edad avanzada, según los autores del estudio.
Los mayores aumentos en las tasas de presión arterial han ocurrido en países de ingresos bajos y medianos en el sur de Asia, como Bangladesh y Nepal, y en países subsaharianos de África, como Etiopía y Malawi.
La hipertensión también sigue siendo un problema grave en algunos países de las islas del Pacífico, y en algunas naciones de Europa central y oriental, como Eslovenia y Lituania.
Por otro lado, Estados Unidos y otros países ricos (como Australia, Canadá, Alemania, Japón y Suecia) han observado reducciones significativas en las tasas de hipertensión.
En 2015, Australia, Canadá, Gran Bretaña, Perú, Singapur, Corea del Sur y Estados Unidos tenían las tasas más bajas de adultos hipertensos: alrededor de 1 de cada 8 mujeres y 1 de cada 5 hombres, según el estudio.
Los resultados se publicaron el 16 de noviembre en la revista The Lancet.
Los hallazgos "también revelan que es poco probable que el objetivo de [la Organización Mundial de la Salud] de reducir la prevalencia de la hipertensión en un 25 por ciento para 2025 se alcance sin unas políticas efectivas que permitan a los países y a las personas más pobres tener dietas más saludables, sobre todo reducir la ingesta de sal y hacer que las frutas y verduras sean asequibles, además de ofrecer detección y tratamiento con antihipertensivos", concluyó Ezzati en un comunicado de prensa de la revista.
FUENTE: The Lancet