Primero se deben probar las opciones no farmacológicas

Nuevas guías del ACP sobre lumbalgia

Las recomendaciones señalan que los analgésicos opiáceos deben ser el último recurso para el dolor duradero

Fuente: MedlinePlus

Las personas con dolor lumbar deben probar remedios no farmacológicos, desde sencillos paños calientes hasta la fisioterapia, antes de recurrir a los medicamentos, según unas nuevas directrices de tratamiento.

El dolor lumbar es uno de los motivos más comunes de que los estadounidenses acudan al médico, según el Colegio Americano de Médicos (American College of Physicians, ACP), que publicó las nuevas directrices el lunes.

Las recomendaciones dan más énfasis a las terapias no farmacológicas que las anteriores. Enfatizan que los potentes analgésicos opiáceos (como OxyContin y Vicodin) solo deben usarse como último recurso en algunos casos de dolor de espalda de larga duración.

Otro cambio: cuando se necesita un medicamento, ya no se recomienda el acetaminofén. Una investigación reciente ha mostrado que no es efectivo para el dolor lumbar, dijo el Dr. Nitin Damle, presidente del ACP.

Según Damle, la buena noticia es que la mayoría de personas con dolor lumbar "no específico" de duración más corta mejoran con medidas sencillas como el calor y los cambios en la actividad.

El dolor no específico es el tipo de dolor de espalda en que "no se está seguro de qué se hizo a la espalda", explicó Damle.

Dijo que es distinto del dolor de espalda "radicular", provocado por compresión del nervio espinal, por ejemplo por una hernia de disco. Típicamente, ese problema tiene síntomas característicos, como un dolor que baja por la pierna o debilidad o entumecimiento de la pierna.

En general, según el ACP, las personas con dolor lumbar deben probar primero opciones no farmacológicas.

Para el dolor que duraba menos de 12 semanas, la investigación sugiere que los paños calientes, los masajes, la acupuntura y la manipulación de la columna podrían aliviar el dolor y restaurar la función a un grado moderado, según las directrices.

Si el dolor dura más de 12 semanas, los estudios sugieren que algunas opciones no farmacológicas pueden de cualquier forma ser útiles, según el ACP.

Incluyen terapia de ejercicio; acupuntura; terapias de "cuerpo y mente" como el yoga, el tai chi, la reducción del estrés basada en el mindfulness y las técnicas de relajación guiada; y la terapia cognitivo-conductual.

Cuando se utilizan medicamentos, el ACP aconseja comenzar con un antiinflamatorio no esteroide (AINE), como ibuprofeno (Advil, Motrin) y naproxeno (Aleve), o quizá relajantes musculares.

Si eso fracasa, y el dolor persiste, las próximas opciones podrían incluir la duloxetina (Cymbalta), que se receta tanto para la depresión como para el dolor nervioso. O el analgésico tramadol, que es un narcótico, pero que puede aliviar el dolor y afectar a la función a corto plazo, según las directrices.

"Los opiáceos solo deben administrarse en circunstancias poco comunes", señaló Damle. "Y solo durante unos días".

En parte esto se debe a los riesgos de los analgésicos opiáceos, dijo, que incluyen adicción y sobredosis accidentales.

Además, añadió Damle, hay "pocas evidencias" de que los opiáceos ayuden a las personas con dolor lumbar.

Las recomendaciones, publicadas en línea el 13 de febrero en la revista Annals of Internal Medicine, se basan en una revisión de estudios que observaron qué funcionaba o no para las varias etapas del dolor lumbar.

En muchos casos, encontró el ACP, las terapias (farmacológicas o no) mostraron beneficios de "pequeños" a "moderados".

Cuando se trataba del dolor de espalda radicular, en específico, hubo pocas evidencias sobre qué funcionaba. Pero la terapia de ejercicio pareció ayudar.

Así que las directrices plantean que las opciones no farmacológicas son el mejor primer paso.

Ese consejo es "razonable", aseguró el Dr. Steven Atlas, médico de atención primaria en el Hospital General de Massachusetts y profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

Atlas, autor de un editorial publicado junto con las directrices, anotó que todos los medicamentos (incluyendo los AINE y los relajantes musculares) pueden tener efectos secundarios. Y algunos pacientes, sobre todo los adultos mayores, quizá no puedan tomarlos de forma segura.

Aún así, dijo Atlas, las recomendaciones probablemente sean un cambio importante para muchos médicos de atención primaria.

Anotó que en el mundo real un médico quizá no tenga una lista de acupunturistas a los cuales remitir pacientes, por ejemplo. Y también está el costo.

"En la atención cotidiana, se vuelve mucho más complejo", advirtió Atlas. "Desde la perspectiva del paciente, se trata de '¿Qué hay disponible en mi área? ¿Qué cubre mi seguro?'".

Damle se mostró de acuerdo en que las decisiones de las personas respecto al tratamiento dependerán en gran medida de esas consideraciones prácticas.

Atlas apuntó a otro aspecto de la práctica en el mundo real: con frecuencia, los médicos recomiendan una combinación de terapias, en lugar de una sola.

Dijo que hay una necesidad de ensayos clínicos más "pragmáticos" que evalúen las terapias para el dolor de espalda que se recetan comúnmente en la práctica.

Por ahora, Atlas sugirió que las personas con un dolor de espalda leven intenten convertir el problema en un tema "no médico" y que se enfoquen en un autocuidado sencillo.

Para las personas con dolor crónico, dijo que es importante ser realista con respecto a cualquier terapia que se pruebe.

"Si espera luego no tener ningún dolor, la mayoría de nuestras terapias serán decepcionantes", advirtió Atlas.

Las directrices solo abordan los tratamientos no invasivos para el dolor lumbar, no los procedimientos invasivos como las inyecciones de medicamentos o la cirugía.

La pregunta sobre en qué momento las personas deberían recurrir a ese tipo de tratamiento es "un tema que nadie toca", anotó Atlas.


FUENTES: Nitin Damle, M.D., president, American College of Physicians, Philadelphia; Steven Atlas, M.D., associate professor of medicine, Harvard Medical School, and physician, general internal medicine, Massachusetts General Hospital, Boston; Feb. 13, 2017, Annals of Internal Medicine