Objetivo:
El objetivo del presente estudio fue averiguar:
1) Si el ejercicio protege contra la depresión y ansiedad de nuevo inicio.
2) En caso afirmativo, la intensidad y la cantidad de ejercicio necesarias para lograr estar protegido.
3) Los mecanismos que subyacen a cualquier asociación.
Método:
Se le hizo seguimiento prospectivo durante 11 años a una cohorte “sana” de 33.908 adultos, seleccionados por no presentar síntomas de ningún trastorno psiquiátrico común ni ninguna afección médica que los limitara físicamente. Se recogieron medidas validadas de ejercicio, depresión, ansiedad y varios factores potenciales de confusión y mediación.
Resultados: Hacer ejercicio regularmente en el tiempo libre estuvo asociado a una incidencia reducida de futura depresión, pero no de ansiedad. La mayoría de su efecto protector ocurrió con niveles bajos de ejercicio y se observó independientemente de la intensidad.
Después de ajustar las variables de confusión, la fracción atribuible a la población sugiere que, asumiendo que la relación es causal, 12% de los futuros casos de depresión se podrían haber prevenido si todos los participantes hubieran hecho por lo menos 1 hora de actividad física a la semana.
Los beneficios sociales y de salud física del ejercicio explicaron una pequeña parte del efecto protector. Los mecanismos biológicos propuestos anteriormente, como las alteraciones en el tono vagal parasimpático, no parecieron jugar ningún papel para explicar la protección de la depresión.
Conclusiones: El ejercicio regular con cualquier intensidad en el tiempo libre protege de futura depresión, pero no de ansiedad. Cambios relativamente modestos en los niveles de ejercicio de la población pueden tener beneficios importantes para la salud mental y prevenir un número considerable de nuevos casos de depresión. |