Debido a la importancia que posee la lactancia materna en la nutrición y seguridad alimentaria, la Alianza Mundial pro Lactancia Materna (WABA, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebran cada año la Semana Mundial de la Lactancia Materna del 1 al 7 de agosto. Este año el lema es “Apoyar la lactancia materna contribuye a un planeta más saludable” y se da en el marco de la pandemia por COVID-19.
“La leche materna es el alimento ideal, completo y saludable para recién nacidos y niños menores de 2 años o más por contener más de 300 nutrientes y cantidades exactas de grasas, azúcares, agua, proteínas y vitaminas que el niño necesita para crecer y desarrollarse. A su vez, brinda muchos beneficios para el bebé, la madre, la familia, la sociedad y a las empresas e instituciones de los sectores públicos y privados”, sostiene Yudith Teresa Conde Ocampos, Licenciada Obstétrica y Titular Especialista en Lactancia Materna y Crianza del Hospital de Clínicas.
Entre los beneficios para el recién nacido, destaca que la leche materna contiene los nutrientes necesarios para el óptimo crecimiento; disminuye el riesgo de desnutrición; brinda anticuerpos que protegen de enfermedades prevalentes de la infancia, como la diarrea, las alergias, el asma y las infecciones respiratorias; reduce de 1,5 a 5 veces el riesgo de muerte súbita; es de fácil digestión, lo que disminuye los cólicos del bebé; tiene los líquidos y electrolitos suficientes para su hidratación; cuenta con la mejor biodisponibilidad de hierro, calcio, magnesio y zinc; favorece el desarrollo emocional e intelectual; previene problemas de salud mental a futuro; y ayuda a desarrollar un lenguaje claro tempranamente.
A su vez, la leche materna protege contra las caries dentales y reduce el riesgo de realizar ortodoncia en la infancia y la adolescencia; tiene efectos de largo plazo en la salud, ya que disminuye la probabilidad de desarrollar en la edad adulta enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, enfermedades cardiovasculares e hipercolesterolemia. Asimismo, crea un vínculo afectivo con la madre, gracias al cual los niños y niñas amamantados crecen más felices, seguros y estables emocionalmente.
Expertos del Hospital de Clínicas resaltan que, entre los beneficios para la madre, están el vínculo afectivo que se crea, ya favorece el desarrollo de su autoestima y una personalidad saludable. Amamantar, a nivel materno, produce hormonas especiales que le ayudan a sentirse relajada y cariñosa hacia su bebé; ayuda a la rápida recuperación después del parto, ya que tiende a quemar calorías adicionales -lo que permite recuperar rápidamente el preso previo al embarazo- y previene la depresión post-parto; a largo plazo previene tanto la osteoporosis como el cáncer de mama y de ovario; y disminuye el riesgo de sangrado en el post parto, por lo tanto disminuye el riesgo de desarrollar anemia.
“Los bebés deben ser amamantados exclusivamente durante los primeros seis meses de vida, y después introducir alimentos complementarios nutricionalmente adecuados y seguros, mientras se continúa con lactancia materna hasta los dos años o más”, explica Conde Ocampos para luego agregar: “Es el binomio madre/hijo quien decide hasta cuándo mantener la lactancia. Dar el pecho más allá de los dos años del lactante, aunque poco frecuente, sigue siendo beneficioso para ambos. Cuando llegue el momento del destete, se realizará de forma progresiva y lenta, para evitar problemas tanto al bebé como a su madre”.
En cuanto a la mujer que amamanta, indica que no precisa de dietas especiales y que la mejor alimentación proviene de una dieta sana y variada. “Sólo en algunos casos, por enfermedad o problemas nutricionales, puede el médico aconsejar algunos suplementos. Tampoco existen alimentos prohibidos durante la lactancia. El aroma de los alimentos pasa a la leche y puede hacer cambiar su olor y su sabor, esto ayuda al bebé a familiarizarse con diversos sabores, lo que le permitirá aceptar más fácilmente la alimentación complementaria. Sólo en el caso de observar de forma repetida que tras haber comido la madre un determinado alimento y el bebé muestre algún tipo de molestia (vómitos, diarreas, erupciones, malestar o rechazo de la leche), puede que sea necesario evitar ese alimento en concreto”, puntualiza.
Mitos sobre la lactancia
En otro orden de ideas, la especialista advierte acerca de los innumerables mitos que existen alrededor de la lactancia materna. Entre ellos se incluyen los siguientes: la lactancia materna es más fácil; amamantar duele; se deben lavar los pezones para amamantar; hay que separar al binomio para que la madre descanse y se recupere; el ejercicio es contraproducente para amamantar; se deben comer alimentos sencillos; si no se prende de inmediato al nacimiento será más dificultoso; nunca hay que usar fórmula si se quiere amamantar; muchas madres no pueden producir suficiente leche; no se debe amamantar si se está enferma; no se puede ingerir ningún medicamento durante la lactancia; los bebés que son amamantados son más apegados; es difícil destetar si se amamanta más de un año; si se retoma el trabajo se deberá destetar.
Sin embargo, tal vez uno de los mitos que más circula es que la lactancia es una práctica que sólo involucra a la madre y a su hijo: “Debemos tener en claro que la lactancia materna es una responsabilidad compartida que involucra no sólo a la madre y su recién nacido, sino también a la familia, el entorno social y el ámbito laboral”, subraya la profesional. En este sentido, plantea que existen dos problemas. Por un lado, la OMS recomienda la “lactancia materna exclusiva”, la cual no puede ser garantizada si la mujer debe retomar una vida laboral que le brinde su independencia y autonomía. Por otro lado, recuerda que existen mujeres que, en su pleno derecho, no sienten el deseo de amamantar o no tienen la posibilidad, ya sea física o emocional, de hacerlo. “La situación, entonces, es bien compleja. Las que quieren y pueden no tienen cómo ni dónde, y las que no pueden o no quieren son tratadas casi como desalmadas”, señala Conde Ocampos.
Siguiendo esta línea, afirma que si bien en nuestro país existen las leyes 26.873 y 27.611, esta última conocida como la “Ley de los 1000 días”, que son las responsables de ofrecer acompañamiento y asistencia en el embarazo durante los primeros tres años de vida de los niños a todas las personas gestantes, la realidad es otra: “Hay pocos lugares de trabajo donde tienen un lactario o jardines que tengan un espacio amigable para la lactancia materna. La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) ha comprobado que se ha llevado al abandono de esta práctica por estos y otros obstáculos que se le presentan a las madres”. De acuerdo a datos de la SAP, por cada mes de licencia que se extienda, podría reducirse un 13% la mortalidad infantil.
Recomendaciones para una lactancia exitosa
El Servicio de Obstetricia del Hospital de Clínicas impulsa desde hace muchos años la Preparación Integral para la Maternidad, que se desarrolla tanto de forma virtual como presencial con el objetivo de aportar a la enseñanza de los beneficios, técnicas y dificultades relacionados con lactancia, así como brindar asesoramiento en el posparto. Entre las sugerencias que transmiten están:
-Prepararse durante el embarazo, ambos progenitores.
-Comenzar la lactancia en la primera hora de vida.
-Acudir a un grupo de apoyo y compartir experiencias con otras familias.
-Contar con palabras de aliento, evitar críticas y dar frases que ayudan.
-Recordar siempre que la lactancia es a libre demanda, es decir, sin horarios, ya que a mayor succión del bebé, mayor estimulación y mayor producción láctea.
-Cada mamá y cada familia puede tomar la decisión que crea más apropiada en su estilo de crianza.