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El riesgo varía según la condición: hasta 15 veces más alto para la enfermedad de la neurona motora.

Se necesitan estrategias para reducir el riesgo de impacto/lesión en la cabeza en todos los deportes, dicen los investigadores

El riesgo de enfermedad neurodegenerativa entre los exjugadores de la unión internacional de rugby escocesa es más del doble que el de la población general, según una investigación publicada en línea en el Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry.

El riesgo varía según la afección, desde poco más del doble para la demencia, hasta 15 veces más alto para la enfermedad de la neurona motora, muestran los hallazgos, lo que llevó a los investigadores a pedir estrategias para reducir los riesgos de impacto en la cabeza y lesión cerebral traumática en todo el mundo. todos los deportes, incluso en el entrenamiento.

La lesión cerebral traumática es un factor de riesgo importante para la enfermedad neurodegenerativa y se cree que representa el 3% de todos los casos de demencia.

En los últimos años, los estudios post mortem del tejido cerebral han descubierto evidencia de enfermedad neurológica asociada únicamente con un historial previo de lesión cerebral traumática o exposición repetitiva a impactos en la cabeza, denominado cambio neuropatológico de encefalopatía traumática crónica (CTE-NC, por sus siglas en inglés), en ex atletas profesionales de deportes, incluidos el fútbol americano, el fútbol y el rugby.

Y en este estudio, los investigadores querían averiguar si el riesgo de enfermedad neurodegenerativa también podría ser mayor entre los exjugadores de rugby que entre la población general.

Incluyeron a 412 exjugadores de rugby masculinos internacionales escoceses (de un total inicial de 654), para quienes se disponía de datos completos de salud y posición en el campo, y que tenían al menos 30 años a fines de 2020.

Los jugadores fueron emparejados por edad, sexo y estatus socioeconómico con 1236 miembros del público.

Datos de registros de salud electrónicos nacionales sobre admisiones hospitalarias, medicamentos recetados y las causas más comunes de muerte entre los hombres escoceses: enfermedades del sistema circulatorio; enfermedad respiratoria; y cáncer— se usaron para rastrear la salud y la supervivencia de ambos grupos durante un promedio de 32 años a partir de los 30 años.

Durante el período de seguimiento, fallecieron 121 (29%) de los exjugadores de rugby y 381 (31%) del grupo de comparación. Los exjugadores de rugby eran mayores cuando fallecieron, alcanzando un promedio de casi 79 años en comparación con poco más de 76 en el grupo de comparación.

Y los exjugadores de rugby tenían tasas más bajas de muerte por cualquier causa hasta que cumplieron los 70 años, después de lo cual no hubo diferencia entre los dos grupos.

No se observaron diferencias en la causa o la edad de muerte entre los exjugadores de rugby y el grupo de comparación para las causas primarias de muerte más comunes para los hombres escoceses.

Pero la probabilidad de ser diagnosticado con una enfermedad neurodegenerativa era más del doble entre los exjugadores de rugby (47; 11,5 %) que entre el grupo de comparación (67; 5,5 %), aunque los riesgos variaban según la condición.

El riesgo de un diagnóstico de demencia era un poco más del doble, mientras que el de la enfermedad de Parkinson era tres veces más alto y el de la enfermedad de la neurona motora/esclerosis lateral amiotrófica 15 veces más alto. Un análisis adicional mostró que la posición en el campo (hacia adelante o hacia atrás) de los exjugadores de rugby no influyó en el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

Los investigadores reconocen que el 37 % de los exjugadores internacionales de rugby que podrían haber sido elegibles para su inclusión en el estudio tuvieron que ser excluidos en ausencia de registros de salud coincidentes, y que el estudio se centró solo en hombres.

Tampoco había información disponible sobre la duración total de la carrera en el rugby o antecedentes de impacto en la cabeza y lesión cerebral traumática u otros factores de riesgo potenciales para la demencia.

Pero el estudio fue relativamente grande y de largo plazo, y los hallazgos se hacen eco de estudios previos de exjugadores de fútbol profesional y exfutbolistas estadounidenses, dicen los investigadores.

“En particular, en contraste con los datos de la NFL [Liga Nacional de Fútbol] y el fútbol, ​​nuestra cohorte de jugadores de rugby se compone en gran parte de atletas aficionados, aunque participan en un nivel internacional de élite. En este sentido, es la primera demostración de que el alto riesgo de enfermedades neurodegenerativas no es un fenómeno exclusivo de los deportistas profesionales”, apuntan.

Las autoridades del rugby han tomado medidas para mejorar la detección de lesiones por conmoción cerebral y reducir los riesgos durante los partidos, señalan los investigadores.

“Sin embargo, las exposiciones a impactos en la cabeza y el riesgo de conmoción cerebral no están aislados del juego. Como tal, las medidas para reducir las exposiciones en el entrenamiento también podrían considerarse una prioridad.

“Además de estas medidas de prevención primaria, también se podrían considerar intervenciones dirigidas a la mitigación de riesgos entre los exjugadores de rugby con exposiciones a impactos en la cabeza ya acumuladas, incluido el desarrollo de clínicas especializadas en salud cerebral”, sugieren.

Y concluyen: “Estos datos se suman a nuestra comprensión de la asociación entre los deportes de contacto y los resultados de salud de por vida, específicamente el riesgo de resultados adversos para la salud cerebrales.

“Sigue siendo necesario realizar más investigaciones que exploren la relación entre los deportes de contacto y el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

“Mientras tanto, se deben seguir desarrollando y promoviendo estrategias para reducir la exposición a impactos en la cabeza y lesiones en la cabeza en todos los deportes, mientras se deben considerar medidas para mitigar el riesgo de salud cerebral adversa en los ex atletas”.