Desarrollo acelerado de factores de riesgo

Depresión, ansiedad y estrés relacionados con la salud cardíaca

Dos nuevos estudios relacionan la depresión, la ansiedad y el estrés con una salud cardiaca deficiente

Puntos destacados de la investigación:

  • La depresión y la ansiedad pueden acelerar la aparición de factores de riesgo de infarto de miocardio y ataque o derrame cerebral, según un estudio realizado en Boston. Las personas con una mayor sensibilidad genética al estrés desarrollaron un factor de riesgo cardiovascular a una edad más temprana que las personas sin el marcador genético.
     
  • Otro estudio realizado en Dallas descubrió que el estrés acumulado contribuía a comportamientos -como el tabaquismo- que afectan negativamente a la salud cardiovascular y que pueden aumentar la formación de depósitos en las arterias y otros factores de riesgo conocidos de las enfermedades cardiovasculares.

DALLAS, noviembre de 2023

El corazón y la mente están fuertemente conectados, y tanto la depresión como la ansiedad y el estrés crónico aumentan el riesgo de complicaciones para la salud del corazón y el cerebro, según dos estudios preliminares que se presentarán en las Sesiones científicas de 2023 de la American Heart Association. La reunión, que se celebrará del 11 al 13 de noviembre en Filadelfia, es un intercambio mundial de los últimos avances científicos, investigaciones y actualizaciones de la práctica clínica basada en la evidencia en la ciencia cardiovascular.

Se sabe que los trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad y el estrés, aumentan los riesgos de una mala salud cardiaca, según la American Heart Association y, en dos nuevos estudios, los investigadores midieron hasta qué punto el estado mental de cada uno afecta a la salud cardiaca.

"Existen vínculos evidentes entre salud psicológica y riesgo de enfermedades cardiovasculares. Estos estudios se suman a un creciente conjunto de datos que tenemos sobre cómo la salud psicológica negativa puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y cerebrales", afirmó el Dr. Glenn N. Levine, FAHA, presidente del comité de redacción de la declaración científica de la American Heart Association de 2021 sobre salud psicológica, bienestar y la conexión entre mente, corazón y cuerpo.

La depresión y la ansiedad aceleran el ritmo al que aumentan los factores de riesgo cardiovascular: mecanismo que conduce a un mayor riesgo de eventos cardiacos (MDP274)

El primer estudio examinó el mecanismo por el que el estado mental afecta a la salud cardiaca. Los investigadores descubrieron que la ansiedad y la depresión aceleraban el desarrollo de nuevos factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

"Aunque se sabe que la depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio y el ataque o derrame cerebral, el mecanismo subyacente no se conoce del todo", afirma el autor principal del estudio, el Dr. Giovanni Civieri, investigador del Centro de Investigación de Imágenes Cardiovasculares del Hospital General de Massachusetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, ambos en Boston. "En nuestro estudio, identificamos un mecanismo que parece explicar en gran medida la relación entre estos factores psicológicos y las enfermedades cardiovasculares".

El Dr. Civieri y sus colaboradores estudiaron los datos de adultos inscritos en el Biobanco Mass General Brigham de Boston sin eventos cardiacos previos. El tiempo necesario para desarrollar un nuevo factor de riesgo cardiovascular se midió a lo largo de 10 años de seguimiento.

Los investigadores constataron que:

  • El 38% de todos los participantes desarrollaron un nuevo factor de riesgo cardiovascular, como hipertensión, colesterol alto o diabetes de tipo 2 durante el seguimiento.
     
  • Los participantes diagnosticados previamente con ansiedad o depresión desarrollaron un nuevo factor de riesgo por término medio seis meses antes que los que no padecían depresión ni ansiedad.
     
  • La depresión y la ansiedad aumentaron el riesgo de sufrir un acontecimiento cardiovascular importante, como un infarto de miocardio o un ataque o derrame cerebral, en aproximadamente un 35%.
     
  • Alrededor del 40% de la relación entre la depresión y/o la ansiedad y los acontecimientos cardiovasculares graves y los accidentes cerebrovasculares se explicaba por el desarrollo acelerado de factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
     
  • Las personas con una mayor predisposición genética al estrés desarrollaron el primer factor de riesgo cardiovascular a una edad más temprana (una media de 1,5 años antes que las que no tenían el marcador genético).
     
  • "Desarrollar factores de riesgo cardiovascular más de seis meses antes, durante una media de cinco años, es mucho", señaló el Dr. Civieri. "El hecho de que el análisis genético respaldara los hallazgos clínicos nos resultó interesante y proporcionó una mayor confianza en nuestros resultados".
     
  • Los investigadores sugieren que la depresión y la ansiedad podrían inducir cambios cerebrales que desencadenan efectos secundarios en el organismo, como el aumento de la inflamación y la acumulación de grasa.

Los resultados subrayan la importancia de detectar los factores de riesgo cardiovascular entre las personas con depresión y ansiedad.

"Este estudio ilustra que los profesionales sanitarios deben ser conscientes de que una salud psicológica negativa —como la depresión o la ansiedad— no solo afectan al estado mental de los pacientes, sino que también pueden repercutir en su salud física y en el riesgo de padecer enfermedades cardiacas. Por tanto, no se trata de afecciones benignas", comentó Levine, maestro clínico y profesor de medicina del Baylor College of Medicine, y jefe de la sección de cardiología del Michael E. DeBakey VA Medical Center, ambos en Houston. “Son aspectos que queremos trasladar activamente a los profesionales de la salud mental”.

El Dr. Civieri también animó a las personas con depresión o ansiedad a someterse a revisiones más frecuentes de sus factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes de tipo 2. "Aunque no investigamos este aspecto, es razonable suponer que el tratamiento de la depresión y la ansiedad puede reducir el desarrollo acelerado de factores de riesgo cardiovascular", indicó.

Antecedentes del estudio:

El análisis se realizó con datos de 71.262 adultos, (edad media de 49 años, un 45% de hombres) y los datos se recopilaron entre diciembre de 2010 y diciembre de 2020.

El 16% del grupo de estudio tomaba medicación para la depresión o la ansiedad; sin embargo, el ajuste estadístico para dichos medicamentos no afectó significativamente a los resultados, explicó el Dr. Civieri.

Se evaluó un marcador genético de la sensibilidad al estrés (puntuación de riesgo poligénico para el neuroticismo) en los sujetos que proporcionaron datos genéticos.

El diseño de estudio observacional y la posible clasificación errónea de los códigos de diagnóstico de la depresión y la ansiedad son limitaciones del estudio.


En un segundo estudio no relacionado, los investigadores exploraron los efectos del estrés acumulado en la salud del corazón y el cerebro examinando las respuestas a los cuestionarios cumplimentados por los adultos del Estudio cardiaco de Dallas que no padecían enfermedades cardiovasculares.

"Este estudio único exploró la relación entre nuestra nueva puntuación de estrés acumulativo y sus subcomponentes sobre los factores de riesgo cardiovascular como un intento de comprender mejor esta relación", dijo la autora principal, la Dra. Ijeoma Eleazu, adjunta de cardiología en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas en Dallas. "Hasta donde nosotros sabemos, es el primer estudio que proporciona un análisis multidimensional de este tipo sobre las relaciones entre el estrés percibido y las enfermedades cardiovasculares".

Durante un periodo de un mes, los investigadores integraron el estrés cotidiano generalizado; el estrés psicosocial (estrés provocado por amenazas al funcionamiento psicológico o social); el estrés financiero y el estrés percibido por el vecindario en una puntuación denominada "puntuación de estrés acumulado". Esta novedosa puntuación se asoció estrecha y significativamente con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares después de realizar ajustes para factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares conocidos como la hipertensión arterial, la diabetes de tipo 2, el tabaquismo y el colesterol alto, así como ajustes para los ingresos y la educación, explicó la Dra. Eleazu.

Incluso después de ajustar factores de riesgo como la hipertensión, el colesterol alto, el tabaquismo y la diabetes de tipo 2, así como los ingresos y la educación, los investigadores descubrieron que un mayor estrés acumulado estaba asociado a un riesgo:

  • Un 22% mayor de aterosclerosis, en la que la placa se acumula en las arterias reduciendo el flujo sanguíneo adecuado.
     
  • Un 20% mayor de padecer enfermedades cardiovasculares en general; incluidas las enfermedades coronarias y la insuficiencia cardiaca.
     
  • Era superior entre las mujeres, las personas de entre 18 y 45 años y las personas con niveles de ingresos y educación más bajos, así como entre las personas que se autoidentificaban como adultos negros o hispanos.
     
  • Además, las puntuaciones acumuladas de estrés fueron más altas entre quienes declararon sufrir discriminación racial/étnica y carecer de seguro médico; y las puntuaciones más altas también se asociaron con la hipertensión, el sobrepeso, la inactividad física y el tabaquismo.

"Existen factores de estrés percibido a nivel individual que constituyeron nuestro componente psicosocial de la puntuación, así como factores demográficos que estuvieron representados en el componente de puntuación de estrés financiero, e incluso factores ambientales que estuvieron representados en nuestro componente de puntuación de estrés del vecindario. Estos factores individuales por sí solos parecían estar menos correlacionados con los resultados cardiovasculares que la puntuación de estrés acumulativa multidimensional", aseguró la Dra. Eleazu. "Estos hallazgos sugieren que es posible que no estemos captando adecuadamente el impacto del estrés cuando únicamente nos fijamos en un factor o cuando lo evaluamos de forma amplia y/o subjetiva. Este aspecto reviste especial importancia entre las personas de poblaciones diversas o minoritarias que pueden experimentar diversos tipos y múltiples factores de estrés simultáneamente".

El análisis también indica que el estrés continuo elevó el riesgo de una mala salud cardiaca y cerebral de dos maneras: influyendo directamente en el bienestar físico, así como aumentando los malos comportamientos en el estilo de vida, como fumar y ser sedentario, que, a su vez, conducen a una menor salud cardiovascular.

Investigaciones anteriores han demostrado que el estrés crónico puede conducir a niveles elevados de hormonas del estrés como el cortisol, que, a su vez, pueden afectar a los niveles de azúcar en sangre, a la inflamación y a otras reacciones biológicas en cadena que repercuten en el corazón, señaló la Dra. Eleazu.

"Efectivamente, existe una conexión mente-corazón. Cuidar la mente puede repercutir también en la salud física", afirmó. "Sería estupendo ver a más pacientes hablar con sus médicos sobre sus niveles de estrés y a más médicos detectar una alta carga de estrés en sus pacientes. De ese modo, podemos trabajar juntos para combatir los malos resultados".

Levine añadió: "Este novedoso concepto de sumar y evaluar el estrés acumulado de alguien es fantástico, porque en algunos aspectos de nuestra vida puede que no experimentemos mucho estrés, pero en otros, por ejemplo, las finanzas o la salud, puede que suframos un gran estrés. Este estudio concluyó que lo mejor es tener en cuenta el estrés acumulado general de una persona, y no limitarse a preguntarle por un aspecto de su sustento o de su vida que pudiera estar afectando al estrés".

Antecedentes y detalles del estudio:

Los datos evaluados correspondían a 2.685 adultos que no padecían enfermedades cardiovasculares y participaron en la fase 2 del Estudio cardiaco de Dallas (2007-2009), un grupo multiétnico de base poblacional con sede en Dallas.

La edad media de los participantes era de 48 años; el 55% eran mujeres; el 49% eran adultos negros; y el 15% de los participantes eran adultos hispanos/latinos.

Los participantes fueron seguidos durante una media de 12.4 años, y los acontecimientos cardiovasculares y las muertes fueron valorados por un panel de especialistas cardiovasculares.

Entre las limitaciones del estudio se incluyen el hecho de que pudo haber factores conflictivos desconocidos que no se tuvieron en cuenta y que la puntuación acumulada es nueva y no ha sido totalmente validada, explicó la Dra. Eleazu.