Si bien estudios epidemiológicos estiman que alrededor de un tercio de la población presenta algún tipo de disfunción del sueño a lo largo de su vida, un nuevo relevamiento de la Universidad Nacional del Noroeste (UNNE) encontró que 8 de cada 10 estudiantes de medicina son malos dormidores.
De acuerdo con una encuesta realizada a 384 alumnos de la carrera de medicina de esta casa de altos estudios correntina, el índice de calidad del sueño halló una alta prevalencia del déficit de sueño, una situación crítica que no sólo afecta el rendimiento académico, sino que además produce alteraciones y disfunciones básicas durante el día.
Según el informe publicado en la revista de la Facultad, el 27% señaló que su calidad subjetiva del sueño fue mala, en tanto que un 14,62% presentó alteraciones en la latencia, es decir en el tiempo que lleva quedarse dormido.
Además, los investigadores de la UNNE encontraron que el 9,62% de los estudiantes consumió alguna medicación hipnótica para contrarrestar los efectos del insomnio.
"El uso de sustancias estimulantes luego de las 20 horas ejerce un efecto negativo para la calidad del sueño", destacaron los responsables del estudio. Además, según indicaron en el informe, pese a "la gran relevancia del tema, son escasos los estudios que hay al respecto".
El sueño es un estado fisiológico activo y rítmico que aparece cada 24 horas en alternancia con otro estado de conciencia básico que es la vigilia. "Ejerce un gran impacto en la vida de las personas y sus efectos no se limitan al propio organismo (necesidad de restauración neurológica) sino que afectan al desarrollo y funcionamiento normal de un individuo en la sociedad", aclararon los miembros del equipo médico a cargo del relevamiento.
Al parecer, las necesidades individuales de sueño varían ampliamente y si bien algunos adultos mayores sanos pueden llegar a dormir tan sólo 4 horas diarias, lo ideal para jóvenes universitarios es al menos seis de mínima y 9 horas como máximo.
Una mala calidad del sueño es un síntoma que con frecuencia aparece asociado a fatiga, la disminución de las capacidades cognitivas y motoras durante el día y una mayor incidencia de accidentes de tránsito y laborales.
El estudio descriptivo implementado a través de un instrumento de medición como el índice de calidad del sueño de Pittsburg, le proporcionó a los especialistas una puntuación global y consideraciones parciales en siete componentes distintos: calidad subjetiva del sueño, latencia (cantidad de tiempo que lleva conciliar el sueño), duración, eficiencia habitual, alteraciones, uso de medicación hipnótica y disfunción diurna.
De los 384 encuestados, la prevalencia de mala calidad no presentó una diferencia significativa entre mujeres y hombres. Sin embargo, aportó otros datos clave para el estudio, como el origen del problema.
En este sentido, respecto a la dificultad para conciliar el sueño asociada con alguna situación particular, se observó que en el 47,65% de los casos se relacionó con exámenes, la situación más referida por los estudiantes. Además, el 41,41% de los que dijeron consumir algunas de las sustancias estimulantes consultadas resultaron ser "malos dormidores".
Pese a que para los investigadores "se trata de un bajo porcentaje", se estima que el consumo sería de benzodiacepinas, "ya que estas sustancias se han convertido en los psicofármacos más prescriptos".
Por otra parte, se observó que el uso de sustancias estimulantes tales como la cafeína, nicotina, té y mate después de las 20 horas ejercen un efecto negativo para la calidad del sueño.
De acuerdo con la Red de Medicina del Sueño, cuando la situación de dormir poco se prolonga en el tiempo, "uno se puede transformar en una persona malhumorada, con trastornos en la vida laboral y en el plano social agregándose, la mayor parte de las veces, sensación de disminución en el rendimiento intelectual".
Por este motivo, Margarita Blanco aconsejó una serie de pautas a tener en cuenta:
· Dormir en la habitación destinada para ello. Manténgala tranquila, confortable, bien ventilada y con una temperatura adecuada. Dar al ambiente la oscuridad necesaria para favorecer el reposo.
· No es aconsejable comer, leer y mirar la tele en el dormitorio cuando el ciclo vigilia-sueño presenta alguna alteración.
· Establecer una cantidad regular de horas para permanecer en la cama durante la noche y levantarse a la misma hora todas las mañanas. Si se permane en la cama más tiempo del habitual, después de una noche de sueño pobre, es posible que también se altere el sueño de la noche siguiente.
· Acostarse más temprano para rescatar sueño perdido no es útil si lo hace mucho antes de lo habitual. Con una o dos horas será suficiente. Tratar de evitar dormir demasiado en los fines de semana o en vacaciones.
· Evitar una siesta o disminuir la duración de la misma a no más de 30 minutos. Ese tiempo será suficiente para que se sienta repuesto, sin interferir con su sueño nocturno.
· Observar periódicamente las condiciones del colchón que utiliza.
· Efectuar caminatas diarias, preferentemente en los extremos del día: después del desayuno o antes de la cena, en horas en que haya luz diurna. Son aconsejables algunos ejercicios livianos al aire libre, como natación o ciclismo.
· No dejarse llevar por la placidez de la somnolencia diurna. Tratar de estar alerta durante el día. Ocuparse lo más pacíficamente posible de lo que sucede durante las horas de su vigilia es una manera de alcanzar la noche con un buen dormir.