La ONG Save The Children denunció que el 30% de los chicos atletas sufre graves riesgos cuando se convierten en deportistas de elite. Lesiones, retrasos en el crecimiento, trastornos de la alimentación, depresión y ansiedad son algunos de los problemas más frecuentes. El caso del clavadista inglés Tom Daley, quien con sólo 14 años tiene chances de ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing, se sumó a la polémica.
Por Florencia Ballarino

Gimnastas. Suelen empezar a los cinco años y entrenan más de 35 horas semanales, según denuncia el trabajo “Niños en Competencia”.
Con apenas 14 años, 47 kilos de peso y 1,56 metros de estatura, el clavadista Tom Daley está a punto de hacer historia. Cuando el próximo 22 de agosto salte del trampolín del Centro Nacional Acuático de Beijing, se convertirá en el deportista inglés más joven en participar de los Juegos Olímpicos. La prensa británica ya lo proclama ganador de una medalla de oro, tras convertirse en marzo en campeón de Europa. Pero al compás de la euforia que genera su crecimiento profesional, los especialistas comenzaron a advertir sobre los peligros que le pueden generar las presiones por convertirse en el mejor a una edad tan temprana, cuando todavía no finalizó su proceso natural de maduración.
A la par de estas advertencias, la ONG Save The Children en España acaba de presentar un informe llamado “Niños en competición”, según el cual el 30% de los chicos atletas sufre graves riesgos en el deporte de alta competición. Entre las amenazas, menciona que un entrenamiento intensivo combinado con una alimentación inadecuada puede causar retrasos importantes en el crecimiento, lesiones y trastornos alimentarios como la bulimia o la anorexia. Se sabe que el deporte beneficia a los niños física y mentalmente, pero ¿qué sucede cuando deja de ser un juego? ¿Qué responsabilidades tienen en esto los padres y entrenadores?
Exceso. La actividad física influye positivamente en el desarrollo moral y social de los niños, les enseña a trabajar en equipo y autodisciplina. Pero a los involucrados en el deporte de alta competición –que requiere un entrenamiento intensivo, de entre dos y tres horas diarias– a menudo se les exige una práctica que va más allá de sus capacidades físicas y emocionales, lo que puede traer graves consecuencias. “Sobrecargar a los chicos en edades no convenientes, antes de producirse el llamado estallido hormonal, puede provocar lesiones deportivas de tipo articular, muscular y óseas”, advirtió Néstor Lentini, coordinador médico del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard).
El informe de Save The Children tomó el ejemplo de las gimnastas que comienzan a entrenarse a una edad muy temprana –muchas veces a los cinco años–, en prácticas de 35 horas semanales y a las que se les exige mantener un bajo peso, lo que las lleva a la bulimia y la anorexia. Ante esa realidad, la Federación Internacional de Gimnastas pretende que a partir de 2009 sólo las mayores de 16 años puedan participar de las competencias oficiales. Para Lentini, también médico del Comité Olímpico, “durante la etapa escolar los niños deben conocer la actividad recreativa y los deportes en general sin llegar a practicar una actividad exclusiva, porque en esta etapa formativa desde el punto de vista anatómico, fisiológico y psicológico el chico no está en condiciones de soportar las cargas del atleta de elite”.
Presiones. Existen casos de deportistas que se inician de muy chicos en la práctica de alta competencia y tienen un futuro prometedor. El ejemplo más reciente es el de la joven golfista argentina Victoria Tanco, que con tan sólo 14 años clasificó para el US Open de esa disciplina. El informe español también citó el caso del futbolista Lionel Messi, pero advirtió que de los 340 mil jóvenes de entre 9 y 17 años con licencia para jugar en el fútbol europeo, apenas el 4% llega a un equipo de primera división y el resto ve frustrados sus sueños de gloria.
“Hay chicos que tienen una predisposición natural y disfrutan de participar de una competencia. Mientras tengan ganas, vivan el deporte con entusiasmo y realicen un entrenamiento supervisado por profesionales no hay problema”, explicó Nelly Giscafré, psicóloga del Cenard y coautora del libro "Mi hijo el campeón". “El inconveniente está –abundó– cuando la pasión por lo que hacen se convierte en presión; cuando los padres y entrenadores le exigen al chico más de lo que puede dar o asumir y no consideran los límites de su edad”.
Para los especialistas, el deporte es saludable cuando responde a necesidades de los niños, pero en ocasiones representa un medio para satisfacer el deseo de los adultos. “Se ha llegado a observar a padres que sacan a sus chicos de los colegios para que dediquen esas horas a los entrenamientos. Tratan de ‘salvarse’ económicamente con el supuesto talento deportivo de sus hijos”, sostuvo Lentini. El resultado puede ser contundente: depresión, ansiedad y un rápido abandono del deporte. “Por eso es necesario proteger a aquellos que se empiezan a destacar desde muy pequeños”, concluyó.
Lejanos, pero riesgos al fin
Más allá de los deportes olímpicos, el informe “Niños en competición” de Save The Children denunció otras prácticas que ponen en peligro la integridad de los más chicos como las carreras de camellos en los países de Medio Oriente y el boxeo tailandés.
En 2005, el gobierno de los Emiratos Arabes Unidos prohibió el uso de niños como jinetes en la competencia de camellos. De hecho, se los empezó a reemplazar por robots, aunque se están investigando corridas clandestinas que siguen empleando a menores en Pakistán, Bangladesh y Sudán.
Otro de los deportes controvertidos es el May Thai o boxeo infantil en Tailandia, considerado mucho más violento que el box tradicional, ya que se permite usar ambas manos y pies para dejar inconsciente al adversario. Niñas y niños comienzan a participar en estos combates a partir de los 12 años y se entrenan desde los 5 en las mejores escuelas o gimnasios.