Introducción |
El sueño y el eje hipotálamo-pituitario-tiroideo (HPT) muestran una interdependencia mutua. La interconexión entre el hipotiroidismo y el hipertiroidismo manifiestos y los trastornos del sueño está bien documentada, pero en cuanto a la insuficiencia tiroidea leve, no hay evidencia que la sustente.
El hipotiroidismo subclínico (Hipo-S), definido por la hormona estimulante de la tiroides (TSH) elevada con un nivel sérico normal de hormonas tiroideas, es un problema que afecta hasta al 10 % de la población general, especialmente mujeres. Por otro lado, la calidad del sueño es uno de los factores más relacionados con los malos resultados de salud.
El sueño normal promueve la regulación y la liberación de hormonas tiroideas. De hecho, la secreción de TSH exhibe un ritmo diario sinusoidal único y, a su vez, afecta la calidad y duración del sueño.
En los adultos jóvenes sanos, los niveles de TSH son estables durante el día y comienzan a aumentar hasta alcanzar niveles máximos durante la primera parte de la noche. A lo largo del período de sueño, los niveles de TSH disminuyen progresivamente, para volver a los valores diurnos poco después de despertarse por la mañana.
Si bien se considera que el aumento nocturno refleja un control circadiano, la disminución nocturna durante el período de sueño parece ser el resultado de una acción inhibidora del sueño sobre la liberación de TSH. De hecho, la disminución nocturna no se observa en ausencia de sueño. En comparación con una condición de descanso completo, en voluntarios varones jóvenes sanos, una noche de privación total de sueño se asoció con un aumento de casi el doble de los niveles nocturnos de TSH y un aumento sorprendente del índice de tiroxina libre. El sueño de recuperación diurno posterior no redujo la TSH por debajo de los niveles diurnos.
A medida que continúa la privación del sueño, algunos estudios sugieren una disminución general de la secreción de TSH, probablemente debido a los efectos de retroalimentación negativa de las concentraciones de hormonas tiroideas que aumentan lentamente. Para complicar aún más el panorama, Kessler et al. reportaron una disminución escasa, pero estadísticamente significativa, de la circulación de TSH y concentraciones de tiroxina libre (fT4) en mujeres, pero no en hombres, después de 2 semanas de sueño restringido recurrente.
Se ha postulado que la disminución de las hormonas tiroideas en respuesta a la restricción prolongada del sueño puede reflejar una adaptación destinada a contrarrestar el catabolismo excesivo.
En cuanto a las interrupciones circadianas, un metanálisis reciente reveló niveles más elevados de TSH y fT4 durante el sueño en trabajadores nocturnos, comparados con los trabajadores de turnos no nocturnos. Sin embargo, esta alteración podría estar causada por un cambio de fase del ritmo de secreción de la TSH.
Esta revisión bibliográfica estuvo destinada a responder tres situaciones:
1) tamaño y calidad de los estudios acerca de la calidad del sueño o su duración en pacientes con Hipo-S;
2) evidencia sobre la correlación entre la calidad o duración del sueño y el Hipo-S;
3) posibles variables que determinen el deterioro del sueño en pacientes con Hipo-S.
Para ello, se buscaron estudios originales sobre la calidad y duración del sueño en pacientes con Hipo-S en las bases de datos PubMed/MEDLINE, Embase, Web of Science y Scopus.
Resultados |
Se recuperaron 8 estudios, que incluyeron 2916 pacientes con Hipo-S y 18 574 controles sanos. Se observó un acuerdo general (7 de 8 estudios) sobre una correlación positiva entre la disminución de la calidad o duración del sueño y el Hipo-S.
Estudios clínicos investigaron la calidad del sueño a través de encuestas autoinformadas. Solo dos estudios exploraron la evaluación subjetiva y objetiva de la calidad del sueño con actigrafía o polisomnografía.
Finalmente, un estudio analizó la evaluación subjetiva de la calidad del sueño a través de una única pregunta sobre el número de horas de sueño. Se manifestó un alto nivel de heterogeneidad entre los estudios, debido a las diferencias en la fuente poblacional, la evaluación de la medida del sueño y los criterios para diagnosticar el Hipo-S.
Discusión |
La relación entre la disfunción tiroidea subclínica y el sueño insuficiente sigue siendo un tema poco investigado. En 7 de 8 estudios (correspondientes a 2878 de 2916 pacientes evaluados) se halló una correlación positiva entre la disminución de la calidad o duración del sueño y el Hipo-S.
El único estudio en el que no se encontró tal asociación es el de Akatsu et al. Sin embargo, es necesario tener cautela a la hora de interpretar sus datos, ya que existe una heterogeneidad importante entre los 8 estudios en términos de diseño, características de los pacientes, criterios para diagnosticar Hipo-S y evaluación de la calidad del sueño, y ajustes para las variables de confusión.
Una limitación importante para la interpretación de la relación Hipo-S/calidad del sueño deriva de la falta de evaluación sistemática de los autoanticuerpos tiroideos. De hecho, solo 2 de 8 estudios midieron tanto TgAb como TPO Ab, mientras que 4 estudios solo tuvieron en cuenta TPO Ab.
En el estudio de Ellegard et al., los pacientes con TSH sérica elevada, seleccionados de la población general, mostraron una mayor prevalencia de pruebas TPO Ab positivas y un puntaje más elevado en la subescala NHP Sleep, lo que sugiere una mala calidad del sueño en comparación con los controles de la Unión Europea. Sin embargo, esta relación fue independiente del nivel de TPO Ab. De manera similar, Wu et al. demostraron que los pacientes con mala calidad general del sueño tenían mayor riesgo de TSH elevada, independientemente de la positividad de TgAb.
En el estudio de Kim et al. se encontraron tasas similares de pacientes con TPO Ab positivos según la duración del sueño. Yan et al. informaron un porcentaje ligeramente mayor de positividad de TPO Ab y TgAb en los pacientes con elevación de TSH, en comparación con el grupo de TSH normal (23,21 % vs. 5,88 % y 23,21 % vs. 6,72 % para TPO Ab y TgAb, respectivamente). En ambos estudios, al excluir a los participantes con tiroiditis autoinmune crónica, se observó una mayor incidencia de sueño deficiente en aquellos con TSH elevada.
Debe recordarse que, aunque se piensa que TPO Ab es superior para identificar la autoinmunidad tiroidea que Tg Ab, ambos son factores de riesgo de Hipo-S.
En vistas de la conocida agrupación de las enfermedades autoinmunes, se podría plantear la hipótesis de que, al menos algunos pacientes con tiroiditis autoinmune crónica, también pueden existir otras patologías, entre ellas, la enfermedad reumática con dolor. Cabe destacar que varios datos indican que el dolor experimentado en una enfermedad autoinmune dada es único y parece afectar la calidad del sueño de los pacientes.
Tanto la mala calidad del sueño como los niveles séricos elevados de TSH se observan con una mayor prevalencia de la población con obesidad. El estudio de Wu et al. informó una tendencia hacia un IMC más elevado en pacientes con Hipo-S, en comparación con personas de la UE de la misma edad y sexo.
Otro punto que se destaca es que en 4 de los 8 estudios, la evaluación de los trastornos del sueño se realizó durante la pandemia de COVID-19. Esto puede representar un factor de confusión adicional.
En conclusión, los resultados de los estudios observacionales incluidos en esta revisión sistemática indicarían una asociación entre el Hipo-S y los trastornos del sueño.
Sin embargo, es evidente un grado elevado de heterogeneidad entre los estudios incluidos. Por ende, con base en los datos disponibles, sigue siendo difícil comprender si el Hipo-S puede perjudicar la calidad y duración del sueño o si ocurre lo contrario, es decir, si la alteración del sueño por sí misma puede promover un aumento de la TSH sérica en ausencia de disfunción tiroidea.
Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti