Más allá de los datos

Obesidad: ¿Una derrota no asumida?

Un desafío universal que exige concientización y medidas de salud a gran escala. El panorama es devastador. ¿Qué errores estamos cometiendo?

Autor/a: Dr. Esteban Crosio

“La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino el hecho de rehusarse a adquirirlo” K. Popper.

Las cifras son claras e irrebatibles: Más de mil millones de personas en todo el mundo tienen hoy obesidad. La prevalencia a nivel global se ha duplicado entre 1990 y 2022. El sobrepeso y la obesidad afectarán a la mitad de la población mundial para 2035. Una pandemia silenciosa que continúa creciendo a pesar de un mensaje estéril y repetido que incentiva a las personas a reducir la ingesta de energía (“comer menos”) y aumentar el gasto (“moverse más”). ¿Qué preguntas no resueltas esconde este fracaso?

Para comenzar, es necesario un análisis profundo más allá del pensamiento dicotómico entre alimentos saludables versus ultraprocesados. Urge una visión transdiciplinaria y crítica de la realidad que desenfoque la responsabilidad de la víctima, que deje de apelar a su esfuerzo y no valore los ambientes obesogénicos que lo asfixian. No es el problema la falta de voluntad del paciente. El conflicto es la carencia de voluntad de los médicos en asumir la mala gestión de sus recursos profesionales.

A lo largo de décadas se ha tomado como referencia la pirámide nutricional que luego evolucionó al plato de Harvard. Pero probablemente luego involucionamos a una pirámide de evidencia científica de trabajos que no hacen referencia a problemas sociales, culturales, económicos ni incluyen las consecuencias catastróficas del marketing nutricional y farmacéutico. ¿Por qué se desprecia el evaluar hábitos de descanso, alimentación y actividad física? Hoy predomina un modelo de medicina basado en la enfermedad y no en la salud.

El brillante filósofo C. Thi Nguyen nos introduce al concepto colapso de valor: al centrarnos solamente en lo que se puede medir, descartamos aspectos más valiosos a analizar. Se le da relevancia solamente a lo cuantificable. Recientemente, tarde antes que nunca, un grupo de expertos reunidos en Inglaterra redefinieron la etapa de obesidad pre-clínica (exceso de adiposidad con función orgánica preservada) y expusieron las falencias del índice de masa corporal. Este parámetro es la punta de un iceberg que no nos permite inferir con precisión ni la cantidad de grasa ni el riesgo cardiometabólico. El IMC es un pobre predictor de salud. Por otro lado, el registro de calorías no nos demuestra si engordamos por comer más de lo que gastamos. Comer en exceso es una consecuencia, un síntoma, jamás una causa. Para reducir la adiposidad del obeso la mejor estrategia sería reducir el apetito y no las calorías, ya que al restringirlas la fisiología genera que el apetito aumente.

La "Teoría del Caballo Muerto" describe cómo individuos, empresas o gobiernos enfrentan problemas evidentes e irreparables, pero en lugar de aceptar la realidad y cambiar de estrategia, insisten en soluciones inútiles para mantener una ilusión de progreso. Una visión antropológica confirma que la obesidad es un problema de bajos ingresos, al que ofrecemos soluciones de clase media pero escondemos que también afecta a clases altas.

¿Qué hay detrás de la tormenta de nuevos fármacos y las sobreindicaciones de cirugías bariátricas? Una reciente editorial publicada en The Lancet coloca sobre la mesa los altos costos como barrera para el acceso equitativo de la semaglutida, estudios que demuestran que se requiere un tratamiento a largo plazo para evitar recuperar el peso así como no infravalorar la seguridad de esta droga: los ensayos que exhiben buena tolerancia son relativamente cortos y la tolerabilidad a largo plazo no está aún clara.

Existe clara evidencia que comunicarse positivamente y enfatizar los beneficios de la pérdida de peso, en lugar de los daños de la obesidad, es más eficaz y mejor recibido. La importancia del lenguaje en el compromiso entre los profesionales de la salud y las personas que viven con obesidad es vital. “No hay forma de hacer medicina sin ser un experto en una compleja operación cognitiva que ninguna parafernalia técnica puede reemplazar: la articulación entre la información y la circunstancia individual” (D. Flichtentrei).

La revista JAMA, en una notable perspectiva, destaca aspectos clave en la relación médico-paciente:

- Inicie la comunicación sobre la pérdida de peso con gentileza: utilizando calificadores para presentar el problema como algo alcanzable, en lugar de algo insuperable (por ejemplo, "¿sabías que si perdieras un poco de peso...").

- Cuando una persona no desea hablar sobre la pérdida de peso, reconocer la legitimidad de la respuesta y aceptar la decisión es el enfoque más eficiente.

- Adapte la comunicación a lo que es primordial: presentar la pérdida de peso como algo personalizado y relevante para cada paciente puede favorecer debates positivos.

- Centrarse en los daños de la obesidad puede ser desmotivador y evoca sentimientos de culpa y estigma. Por el contrario, la comunicación abierta y el énfasis en los beneficios de la pérdida de peso, en lugar de los daños de la obesidad, es más redituable y mejor recibida.

- Ofrecer un tratamiento específico, en lugar de sólo asesoramiento.

¿Usted qué opina?

Existe una generación de médicos que solicita estudios y análisis sin criterio alguno. Que toma decisiones a partir de informes sin ver imágenes. Que esas imágenes no las vincula con manifestaciones clínicas. Una generación de médicos con alergia a tocar y escuchar a sus pacientes. Aquellos que sufren de obesidad, si buscan ayuda, es porque no encuentran respuestas.

Está en nosotros abrir los ojos y aceptar que esta derrota se pueda intentar revertir. Cuando un caballo está muerto, no hay inversión, comité ni estrategia que lo haga correr de nuevo. Es mejor reconocer el problema a tiempo y redirigir los esfuerzos hacia una nueva solución.

Esteban Crosio