“El climaterio es una etapa que iniciamos a los 35 años y continúa hasta el final de nuestros días. Entonces, cuando una mejor llega a este momento, más fácil se va a sobrellevar”, indicó a IntraMed la doctora Claudia Scalise, médica especialista en ginecología y obstetricia y jefa de la sección Uroginecología y Suelo Pélvico del Sanatorio Güemes.
En una entrevista sobre menopausia, Scalise destacó que el abordaje holístico de las pacientes es importante teniendo en cuenta que hoy una mujer de 65 años es activa, ya sea porque trabaja o realiza actividades y hobbies. “Entonces, en un contexto en el que se habla de longevidad saludable, es importante enfatizar en las conductas sanas a lo largo del tiempo para transitar bien este período”, indicó la también médica de planta del Hospital Ramos Mejía de la Ciudad de Buenos Aires y miembro de las comisiones directivas de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA) y de la Asociación Argentina de Controversias en Obstetricia y Ginecología (AACOG).
A su vez, la ginecóloga recomendó a las pacientes que “no tengan miedo de preguntar, de contarle a profesional que los atiende qué es lo que les pasa y lo que sienten”. Y a los médicos, si sienten la necesidad, “hacer la derivación oportuna para no perder tiempo valioso”. Aquí, sus palabras.
¿Qué tan informada llegan las mujeres a la consulta sobre los síntomas de la menopausia?
En general, como hay mucha difusión del tema tanto en redes sociales como por Google, las mujeres cuentan con información sobre los síntomas clásicos, como los sofocos y los calores nocturnos. Pero no están tan informadas sobre otras manifestaciones que tienen que ver con mi subespecialidad, la uroginecología: las del síndrome genitourinario de la menopausia. Algunas no se animan a mencionar cuestiones como sequedad vaginal o dolor en las relaciones sexuales (asociadas a este síndrome) o directamente piensan que no tiene nada que ver con la menopausia. Tampoco están tan al tanto de otras patologías asociadas, como el aumento del ritmo cardiovascular y de cómo esta etapa de la vida puede repercutir en nuestro metabolismo óseo (osteoporosis).
El síndrome geritourinario sigue siendo un tema tabú. ¿Qué consejos le daría a los médicos para incentivar a las consultantes a hablar?
En principio tocar el tema. Yo entiendo que tenemos entrevistas cortas, de 15 minutos y que uno no siempre encuentra el lugar para indagar, pero hay que hacerse el espacio. Por ejemplo, cuando les pido a las mujeres que se cambien y yo preparo todo para hacerles el PAP, les pregunto sobre su actividad sexual, ya que puede surgir el tema de que las que están en pareja no tienen relaciones porque les duele. Y ahí se puede accionar.
La menopausia es un hito, el cese del ciclo menstrual. Pero está comprendida dentro de lo que llamamos el “síndrome climatérico”, que también incluye la salud sexual, urogenital y ósea. Para las que pueden, es muy importante que tengan una vida sexual aceptable en esta etapa de esta vida. Y nosotros, como ginecólogos, nos vemos en la obligación de interrogar, por más que tengamos miedo o prurito. De hecho, estudios internacionales postulan que uno de los impedimentos para arribar a un tratamiento y solucionar ese tipo de problemas es que a algunos profesionales les falta preguntar. Y en esos casos puede haber una pérdida de tiempo valiosa.
A veces nos llegan pacientes con años de síndrome genitourinario, con lo que antes se llamaba una atrofia vulvovaginal muy severa. Eso se puede corregir, pero al perder tiempo también perdemos oportunidades únicas. Por eso se debe tener en cuenta que la consulta y la derivación oportuna es importante para aliviar esta sintomatología que afecta a un grupo muy importante de pacientes durante la menopausia e incluso previo a la menopausia.
Hay problemas de otras especialidades que pueden estar asociados a la menopausia. ¿Cuáles son los más frecuentes?
Formo parte de la comisión directiva de la Asociación Argentina de Controversias en Obstetricia y Ginecología (AACOG), que hace dos años realiza un simposio conjunto con el área “Corazón y Mujer” de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). Lo hacemos porque las mujeres tienen temor a la patología oncológica (cáncer de mama o de uterino) y es importante consultar en todas las estapas de la vida, más aún en la menopausia. Pero mueren más de enfermedades cardiovasculares (y entrar en la menopausia aumenta los riesgos). Generalmente los ginecólogos somos los médicos de atención primaria de la mujer en todas las etapas de la vida, por lo que es importante hablar de salud cardiovascular, pedir estudios, recabar antecedentes y alertar sobre estos síntomas y signos. Y si aparece alguna paciente con factores de riesgo, derivarla a una consulta con el cardiólogo.
Si tuviéramos que hacer un mapa, ¿cómo se aborda la menopausia de una manera multidisciplinaria?
En general quienes nos formamos en la especialidad del climaterio, somos “la primera línea”, podemos atender este tipo de síntomas, signos y patologías asociadas. Pero si aparece una paciente que tuvo un evento cardiovascular, como un infarto agudo de miocardio, un evento tromboembólico o un accidente isquémico transitorio, es una paciente de riesgo y sí la debemos seguir en conjunto con cardiólogos.
O bien si viene una paciente que está en la menopausia y consulta porque tras haberse caído tiene una fractura de cadera o le descubrimos una osteoporosis muy severa, nosotros podemos dar una primera línea de tratamiento, pero es probable que se necesite algún tipo de terapia endovenosa o una interconsulta con un endocrinólogo especialista en metabolismo óseo.
Con respecto al tema del Alzheimer, aún no hay evidencia que indique que la terapia hormonal de la menopausia va a disminuir la incidencia de Alzheimer. Hay anticuerpos monoclonales o biológicos que se están estudiando para el tratamiento en este grupo de pacientes. Pero si hay una mujer con antecedentes familiares directos (como la madre) y concurre angustiada para saber si a ella le va a pasar lo mismo, ahí es válido hacer una consulta con neurólogos, para que se estudie su riesgo.
Distinto es lo que se llama niebla mental o brain fog, que sí los especialistas en climaterio podemos tratar solos. Esta entidad, que ocurre cuando estás hablando de algo y te viene una “laguna”, está descripta, y sí está asociada con la disminución de los estrógenos y de otros neurotransmisores a nivel cerebral modulados por los estrógenos. Las lagunas mejoran con el tratamiento correspondiente, pero siempre hay que tratar de descartar otras patologías que pueden igualmente producir estas nieblas.
¿Qué se puede hacer desde el abordaje farmacológico y no farmacológico?
Lo primero, diría, es el abordaje no farmacológico, porque si consulta una paciente que está transitando la menopausia o va a entrar en ella y está excedida de peso, no tiene hábitos saludables, es sedentaria, es fumadora y no se cuida en la alimentación, esas son cosas que hay que abordar.
En algunas mujeres con sofocos o sudores nocturnos está indicada la terapia hormonal. A veces, las destinatarias dejan de menstruar a edades más tempranas, antes de los 40 años (por insuficiencia ovárica primaria, previamente conocida como la menopausia precoz) y tienen todos los síntomas 10 años antes de lo que tendrían que haberlo tenido, si la menopausia se le hubiera retirado en la edad promedio, que en Argentina es entre los 51 y los 52 años. Pero ahora, junto con otras médicas ginecólogas de distintos países especialistas en menopausia, estamos realizando un estudio para saber, a ciencia cierta, a qué edad se produce la menopausia en Latinoamérica.
Y también se aborda la prevención de la osteoporosis (el mantenimiento de la salud ósea) y el síndrome genitourinario. Esas son las cuatro indicaciones básicas en las cuales uno se basa para indicar hormonoterapia o no.
¿Qué avances farmacológicos para la menopausia aparecieron en estos últimos tiempos?
Hace tiempo que la industria (y sobre todo la industria argentina, por temas económicos) no ha tenido muchos lanzamientos. Pero en 2022 llegaron unos óvulos de prasterona (ya existentes en Europa), una terapia androgénica avalada por las guías internacionales y por la FDA para el tratamiento del síndrome geniturinario en la menopausia.
En 2024 se lanzó un anticonceptivo con estetrol, un estrógeno cuaternario, activado del feto, de la placenta Y pronto va a salir la terapia hormonal de reemplazo con este tipo de estrógeno, que es más natural y tiene propiedades y cualidades mucho mejores o que se pueden aplicar mejor en este tipo de pacientes.
En un futuro también va a salir un gel de testosterona dentro de la terapia de reemplazo hormonal. Las pacientes preguntan si hace falta, porque es otra de las hormonas que producen los ovarios y que obviamente durante la menopausia, durante el climaterio, están disminuidas y pueden generar sintomatología.
Y con respecto a terapia no hormonal, hay una droga, el fezolinetant, que ya se lanzó un hace un par de años en Estados Unidos y que está indicada para los sofocos y sudoraciones nocturnas, con una muy buena respuesta para aquellas pacientes que quizás por algún motivo tengan contraindicada la terapia hormonal o no deseen recibirla por temor.
Por último, vale mencionar las alternativas no farmacológicas pero sí relacionadas con la ginecología funcional, regenerativa y eventualmente estética. La ginecología regenerativa tiene que ver con el uso de herramientas o de dispositivos basados en la energía (láser, ultrasonido o radiofrecuencia) que se utilizan tanto para el tratamiento del síndrome genitourinario de la menopausia como también tratamientos de patologías urinarias leves, como incontinencias de orina leve, con una respuesta satisfactoria en aquellas pacientes a las que se le haya indicado tras una buena evaluación. Hay profesionales muy capacitados que realizan estos tratamientos con buena tasa de éxito.
*Dra. Claudia Scalise. Médica especialista en Ginecología y Obstetricia. Jefa de la sección de Uroginecología y Suelo Pélvico del Sanatorio Güemes. Médica del servicio de Obstetricia del Hospital Ramos Mejía de la ciudad de Buenos Aires. Miembro de las comisiones directivas de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA) y de la Asociación Argentina de Controversias en Obstetricia y Ginecología (AACOG).