Autor: Dr. Sebastián R. Bravo.
Médico Especialista en Pediatría. Magister en Microbiota Humana. Subespecialización académica en Microbiota Pediátrica y Neonatal.
Cuando en la década del ´20 se comenzó a comercializar el primer probiótico, las expectativas eran grandes; pero claro estamos hablando de hace más de 100 años, específicamente del siglo XX. Había sido Alfred Nissle, investigador alemán, quien en 1917 aisló una Escherichia coli (O6:K5:H1) del único soldado asintomático correspondiente a un batallón afectado casi en su totalidad por una epidemia de Shigelosis, a la que llamaron Escherichia coli Nissle 1917.
Imitando todo aquello, en los años ´80 se aislaron algunas de las cepas probióticas más estudiadas a la actualidad y con evidencias científicas sobre su uso en la medicina diaria, uno de estas fue Lactobacillus acidóphilus GG (actualmente L. Rhamnosus) aislada del intestino de un ser humano en 1983 por Sherwood Gorbach y Barry Goldin (el “GG” deriva de las iniciales de sus apellidos) y otras, algunas de las antiguas cepas del biotipo II de Lactobacillus fermentum (actualmente Lactobacillus reuteri), siendo en 1989 el año que se aisla de la leche materna de una madre campesina en Perú, la cepa L. reuteri DSM 17938.
No fue hasta la primera década del siglo XXI donde una nueva oleada de investigaciones sobre estas potenciales cepas probióticas, encadenó la aparición de los primeros probióticos en el mercado farmaceútico. Por ejemplo, en el año 2013, PubMed reportó 1800 artículos indexados bajo el término probiótico, lo que duplicó el número en relación con el año 2007, que correspondió a 820 artículos, que resultó 5 veces superior de 1999, cuando se reportaron solo 172 artículos. Estas cifras son el reflejo de la expansión y trascendencia de los probióticos, que a la fecha de publicación de este artículo, durante el 2024 lleva más de 6400 citas.
¿Pero qué quiere decir probiótico en la actualidad?, en los consensos de los últimos años, tomados por la ISAPP (International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics) la definición más ampliamente aceptada es “Microorganismos vivos que, cuando de administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del hospedador”.
Sabiendo entonces de qué hablamos, podemos decir que, en la primera década del siglo que nos toca transitar, las noticias pasaron por la aparición de los primeros probióticos modernos, mayoritariamente de uso para patologías digestivas. En la segunda década se aumentó la cantidad de productos probióticos, se comenzó a hablar de prebióticos, sinbióticos (no hay error ortográfico, viene de sinergia, no de simbiosis) y se globaliza el término “alimentos funcionales”.
Pero no es hasta finales de la década pasada e inicio de ésta que se globaliza el término Microbiota Humana, eje intestino-cerebro, posbióticos, pero sobre todo se comienza a saber los mecanismos de acción que explican desde la fisiología, las diferentes indicaciones de los probióticos con la microbiota nativa y el ser humano.
Volviendo a los ejemplos dados al inicio sobre L. Rhamnosus y L. reuteri DSM 17938; el primero es el probiótico más estudiado a la actualidad, se sabe que actúa en diferentes patologías a través de la producción de ácido láctico, disminuyendo el PH loco regional e inhibiendo el crecimiento de enterobacterias, compite competitivamente por el sitio de unión con Helicobacter pilory, y produce ácidos grasos de cadena corta, precursores del butirato que será uno de los mediadores encargados de mantener una correcta función barrera de la mucosa intestinal. Por otro lado, L. reuteri DSM 17938, es el probiótico que concentra más estudios en estos últimos años, por esto sabemos sus mecanismos de acción, también como en anterior disminuyendo el PH y produciendo lactato, pero lo más interesante es la secreción de una bacteriocina (antibiótico natural que utilizan las bacterias) llamada Reuterina, que mata a otras bacterias como Escherichia coli y otras enterobacterias en el intestino proximal, lo que la perfila como una cepa correctora de la disbiosis, como por ejemplo el SIBO, tan de moda por estos tiempos. Otro modo de acción, es la estimulación de la vía adenosina-AMP cíclico, que como recordaremos, actúa produciendo relajación del músculo liso, que a nivel intestinal, mejora notablemente situaciones como el cólico del lactante o dolores funcionales abdominales en niños y adultos.
Ahora bien, hoy sabemos que los probióticos que ofrece el mercado se limita a Lactobacillus, Bifidobacterias, algún Streptococo y Saccharomyces boulardii, única levadura con poder probiótico, pero ¿qué es lo que se viene o cuales son las líneas actuales de investigación en probióticos de última generación?
Gracias a la flexibilidad en términos de origen filogenético de los probióticos y la información generada a través de estudios previos ayudó en la selección de probióticos de nueva generación, que incluyen miembros de los grupos de Clostridium IV, XIVa y XVIII, Faecalibacterium prausnitzzi, Akermansia muciniphila, Bacteriodes uniformis y flagilis y Eubacterium hallii, estos probióticos de próxima generación se evalúan en ensayos preclínicos y arrojan resultados muy positivos para los trastornos intestinales y extra intestinales de tipo inflamatorio, metabólicos y autoinmune, pero sobre todo para lo que conocemos como patologías que forman parte del Síndrome Inflamatorio Sistémico de bajo grado, la verdadera endemia en curso que nos tocará vivir a todos.
•Faecalibacterium prausnitzzi: bacteria del clúster IV de Clostridium, representa del 3-5% del total de las bacterias fecales, bacteria relacionada con mejoría si se encuentra en grandes cantidades con procesos antiinflamatorios mesentéricos, induciendo al subgrupo de linfocitos T reguladores, a incrementar la secreción de interleuquina (IL) 10. Es un candidato probiótico prometedor para las patologías digestivas y/o sistémicas de tipo inflamatorias crónicas.
El gran desafío de este tipo de bacterias, es que son extremadamente sensibles al oxígeno, lo que la hace muy difícil su manipulación en laboratorio y en el futuro tenerla en una forma viable para consumo. La buena noticia es, que en estos últimos meses, un grupo de investigadores de países escandinavos logró un hito microbiológico, que fue lograr que F. prausnitzzi pueda llevarse a un estado aerotolerante, sin perder ninguna de sus características microbiológicas, para poder ser utilizada en el futuro como probiótico.
•Akermansia muciniphila: bacteria también sensible al oxígeno, con evidencia de mostrar mejoría cuando se encuentra en buenas concentraciones en microbiota fecal, en trastornos metabólicos como Diabetes mellitus tipo 2, obesidad y enfermedades cardiovasculares, como así también mejora los parámetros de homeostasis del tejido adiposo.
Ya se encuentra en el mercado desde finales de 2022, en Europa, en forma de posbiótico, no así como probiótico por su extremadamente sensible al oxígeno.
•Bacteriodes uniformis: los bacteriodes representan hasta un 25% de la población colónica intestinal en la eubiosis. La cepa CECT 7771 ha sido aislada de heces de lactantes alimentados con pecho exclusivo, y su administración oral in vitro, ha demostrado que en dietas ricas en lípidos mejora el perfil lipídico, reduce niveles de glucosa y peptina, aumento la producción intestinal de factores de necrosis tumoral ante lipopolisacáridos y mejora la fagocitosis contra las disbiosis luminares.
•Bacteroides flagilis: algunas cepas de esta especia, produce un polisacárido A (PSA), que estimula al sistema inmune a mejores respuestas de tipo T dependientes estimulando el receptor TLR2, que aumenta la tolerancia inmunológica evitando procesos de tipo alérgicos y autoinmunes.
•Eubacterium hallii: es un importante productor de butirato, ácido graso de cadena corta, que reduce la inflamación intestinal y el estado oxidativo, fortalece la función barrera epitelial y modula la motilidad intestinal. Aumenta en tejido periféricos la sensibilidad a la insulina.
Independientemente de continuar a la espera de los próximos probióticos de nueva generación, en la actualidad en los países de Latinoamérica, contamos con los probióticos más estudios a la fecha, como son L. Rhamnosus y L. reuteri DSM 17938 y Saccharomyses boulardii.