Teatro y psicología

“Casi normales”: un musical valiente que ahonda en las emociones

El éxito de Broadway, que dista de ser liviano, lleva su onceava temporada en Argentina. Con naturalidad y maestría, despliega temáticas de salud mental, además de narrar dinámicas familiares frente a las pérdidas.

Autor/a: Celina Abud

Fuente: IntraMed

(Podría contener spoilers) 

“Viva la paz en nuestro hogar” decía el primer verso de la canción “La familia argentina”, de Viuda e Hijas de Roque Enroll, que muestra a la rutina como estrategia de negación. Pero ese mecanismo es universal y la familia estadounidense protagonista del musical Casi normales también lo adopta, aunque los rastros de la tragedia se cuelan. La madre, Diana, diagnosticada con trastorno bipolar, es la que en apariencia rompe con esa dinámica, pero a medida que avanzan los minutos, se podrá ver quede cerca nadie es normal”.  

Los protagonistas de esta obra original de Broadway, cuyo título en inglés es Next to normal son (además de Diana) Dan, un padre negador que dice “que está todo bien” y si no lo está, lo dice igual; Natalie, una hija adolescente estudiosa que aspira a ser concertista y su hermano mayor, que en verdad, está muerto.  

El hijo perdido es la grieta de esa rutina y a la vez, el que imparte otra. Porque Diana nunca deja de verlo en forma de alucinación, al punto de que le festeja su cumpleaños número 17. Dan, entonces, toma el rol de buscar terapeutas para su mujer y en ese contexto no parece haber espacio para Natalie, que se siente invisible más allá de sus esfuerzos por sobresalir.  

A la vida de esta familia llega también Henry, el novio de Natalie, quien le sugiere que se suelte y la inicia con las drogas blandas (aunque ella, y por imitar a la madre, probará las pastillas) y el terapeuta de Diana, el doctor Madden, que busca encontrar un tratamiento que, al fin, funcione. ¿Pero hay algo que en verdad funcione frente a un dolor imposible siquiera de narrar? 

Aspectos psicológicos 

Para el ser humano, la muerte es algo injusto, imposible de comprender y produce un dolor tan extremo que la propia vida parece perder sentido. Pero no todos los procesos son iguales. Si un duelo se detiene en cualquier punto de su desarrollo, se constituye el duelo patológico, que se caracteriza por dificultades para aceptar la muerte del ser querido o la sensación de no poder creer que haya fallecido, además de sentimientos de soledad, extrema tristeza, vergüenza y culpa. 

Como el matrimonio no habla del tema, la pérdida de ese hijo no llega a ser elaborada: Dana no lo suelta y alucina con él y Dan, en el otro extremo, ni siquiera se anima a mencionar su existencia.  

Por ser en apariencia “la disruptiva”, toda la atención queda en Diana, que es llevada a un médico para que prueba distintos tratamientos, desde pastillas hasta terapia electroconvulsiva (electroshock), una alternativa que se emplea en algunos pacientes bipolares que no responden al tratamiento. Pero si pensamos que la recaída se dio por la pérdida de un hijo, el dolor más impensable, ¿se puede apelar a los fármacos para sanarlo’?  

La respuesta que inmediatamente nos surge es no. Apenas podemos conformarnos con anestesiarlo un poco.  Pero este tema no estuvo exento de polémica cuando la Asociación Estadounidense de Psiquiatría incluyó en su DSM5 el “trastorno del duelo prolongado”, para aplicarse a una franja estrecha de la población que queda incapacitada, suspirando y rumiando un año después de una pérdida y no puede volver a sus actividades anteriores, algo que despertó fuertes controversias. En esa línea Diana se pregunta, cuánto tiempo debe considerarse que debe durar el duelo de un hijo. Y llega ella sola a la conclusión de que los métodos no funcionaron porque indagaron en su mente, cuando en realidad el quiebre estaba en su corazón.  

Esta conclusión que saca Diana puede remitir a las conclusiones de Immanuel Kant cuando habla de que el sesgo filosófico es el único sesgo que la ciencia no puede evitar. O bien encuentra correlato en lo que el sociólogo y economista Thorstein Veblen llama la “incapacidad  capacitada”, en la que la especialización intensifica la eficacia dentro de un campo, al tiempo que amplian una suerte de ceguera en los demás (o escotoma epistémico).  

Nombrar y narrar para sanar 

En la revista Psicoanálisis Ayer y Hoy, la licenciada en psicología Cynthia Tombeur realiza una lectura posible de Casi Normales y resalta que a la pérdida de un ser querido se la simboliza con un nombre. Se es viudo o viuda cuando se pierde un cónyuge, huérfano o huérfana si se pierde a los padres. Pero para la muerte de un hijo, no hay ninguna palabra, porque esa falta de nominación se relaciona con lo prohibido, lo impensable.Y remata con una popular frase de Freud: “Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”. ¿Pero es posible prepararse para la muerte de un hijo? 

Una estrategia prefecta de la obra es prácticamente no decir el nombre del hijo perdido y, cuando se lo nombra, se inicia el camino a la sanación.  A no esperar a que “todo vuelva a ser como antes”, sino a hacer lo que se puede, a no querer ser normales, sino “casi normale. Como dice la autora  Ursula K. Le Guinn, en su libro Los desposeídos: "Puedes volver al punto de partida, postula la Teoría Temporal General, siempre y cuando comprendas que el punto de partida es un lugar en el que nunca has estado". 

El fenómeno en Buenos Aires 

Los argentinos solemos acarrear el estereotipo de estar muy “psicoanalizados”. Tal vez por eso no casual que Casi normales, que aborda múltiples tópicos de salud mental sea todo un fenómeno en el país.  

Fue en el año 2012 cuando el productor Javier Faroni decidió estrenar en Argentina la obra que lo había deslumbrado en Broadway. Hoy ya va por su onceava temporada, tras pasar por casi todas las salas de la calle Corrientes. Pablo del Campo, productor creativo del musical, agradece en el programa a “todos aquellos casi normales que vuelven, vuelven y vuelven a vernos y que cada vez que vienen al teatro completan esta historia con todas sus emociones”.  

Pero más allá de todos los conceptos teóricos, Casi normales no deja de ser un musical de rock, que se sostiene con el talento, la naturalidad y las voces prodigiosas de cada uno de sus actores; los seis músicos que tocan en vivo desde arriba; un combo de letras tan emotivas como inteligentes y un libreto que sabe tocar cada fibra. Por eso, el subtítulo de la obra es: “Casi todas las emociones (trae la tuya)”.  


Ficha técnica: 

Título: Casi Normales (Next to normal) 

Música: Tom Kitt Libro y letras: Brian Yorkey. 

Elenco: Laura Conforte; Martín Ruiz; Eliseo Barrionuevo; Máximo Meyer; Felipe Bou Abdo; Guada Devoto.  

Dirección general: Julio Panno - Dirección musical; Tomás Mayer Wolf 

Producción creativa: Pablo del Campo – Estanislao Otero Valdez.  

Producción general: Javier Faroni. 

*Casi normales - temporada 11, puede verse hasta el 28 de septiembre los martes a las 20, los viernes a las 20.30 y los sábados a las 22 en el Teatro Metropolitan, Corrientes 1343, Ciudad de Buenos Aires. 


Referencias adicionales 

*Una lectura posible de la obra “Casi Normales. Por Cynthia Tombeur, Revista Digital Psicoanálisis Ayer y Hoy, 8/3/2013.