Contaminación del aire y salud

Más de 150 millones de latinoamericanos respiran en sus ciudades aire contaminado

Las tres capitales con peor calidad de aire son Santiago de Chile, Lima y Ciudad de México. Y no es casualidad: comparten variables, algunas de las cuales no son modificables. Las soluciones requieren políticas claras y firmes, y compromiso ciudadano.

Autor/a: Claudia Nicolini

Fuente: IntraMed

Unos 8.1 millones de muertes en un año causaba en 2021 la contaminación del aire, según el informe "Estado del aire global" (State of Global Air) publicado por Health Effects Institute (HEI) y Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME). Son, hasta ahora, los últimos datos recolectados a nivel global, y, lamentablemente, la nueva información que se va relevando permite sospechar que esa cifra ha aumentado. El reporte detallaba además que los daños que genera la polución habían pasado al segundo lugar como factor de riesgo de muerte prevenible: dejaron por detrás atrás los del tabaco y los de la desnutrición, y sólo la supera la hipertensión arterial. En ese contexto, ¿qué está pasando con el aire que se respira en América Latina?

 

Estado de la situación

Según el informe World Air Quality Report 2022, publicado en 2023 por la empresa suiza de tecnología de calidad del aire IQAir, Perú y Chile se encuentran entre los países con el mayor nivel de contaminación del aire del mundo. IQAir -que cuenta con el respaldo del Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA), UN Habitat, y Greenpeace, entre otros organismos- destacaba también que la concentración de partículas ligeras, uno de los indicadores más usados para medir la polución del aire, alcanza un promedio de 23,5 microgramos por metro cúbico (μg/m3) en Perú, y 22,2 en Chile. Por otro lado, al considerar únicamente las capitales de la región, Santiago de Chile va “cabeza a cabeza” disputando el primer lugar con Lima (Perú), y Ciudad de México ocupa el tercer lugar. Que sean esas las ciudades no es casual: las tres comparten rasgos, en particular, los que les dio “la madre naturaleza”; pero también hay diferencias. 

 

Santiago de Chile

“La capital chilena sigue siendo una de las más contaminadas de América latina”, confirmó a IntraMed el ingeniero Raúl Cordero Carrasco, ecuatoriano de nacimiento y chileno ‘por adopción’, con varios doctorados en su haber, el último en  Ciencias de la Naturaleza en la Leibniz Universität de Hannover, Alemania. “Sin embargo –agregó-, la situación hoy es considerablemente mejor que la que se registraba hace un par de décadas”. “En los últimos 20 años la concentración promedio de material particulado fino en la ciudad ha disminuido un 40 %”, resaltó Cordero Carrasco, experto en meteorología y climatología, y profesor de la Universidad de Santiago de Chile. Pero reconoció que aún es serio el problema y que, aunque sea menor, la contaminación de material particulado fino, en invierno, tiene efectos en la salud suficientemente considerables como para causar sobre-mortalidad. “Se estima que cada invierno mueren en Santiago alrededor de 500 personas en exceso, como resultado de las altas concentraciones de contaminantes”, señaló.

 

 

Las causas

“La contaminación atmosférica en Santiago no es sólo resultado de las relativamente altas emisiones. También juegan un importante rol la geografía y el clima. La ciudad está rodeada de montañas, lo que no favorece la ventilación horizontal, es decir, que los vientos dispersen la contaminación. Y en esa ubicación predomina, especialmente durante el invierno, la ‘inversión termica’ -agregó-. Esto, básicamente, significa que el aire a 300 m sobre la superficie se encuentra más cálido que el de la superficie. Este contraste de temperatura no favorece la dispersión vertical de contaminantes, y mantiene la contaminación en la superficie”.

 

La realidad geográfica, claro, es una variable que no se puede modificar. Pero sí se puede mitigar el efecto antrópico: “Buena parte de los contaminantes en la capital de Chile se origina en los autos; y es la mejora en los estándares de emisión exigidos a los autos privados, y el rápido avance de la electromovilidad en el transporte público, lo que explica la caída en las últimas dos décadas de la contaminación promedio en Santiago”, destacó el especialista. Pero reconoció que “aunque cualquier habitante de la capital de Chile está consciente de que vive en una ciudad contaminada, las medidas ambientales tendientes a restringir las emisiones siempre han sido resistidas por un segmento importante de la población”. Y entonces, como se dijo, las consecuencias sobre la salud siguen siendo graves.

 

De todas formas, también hay buenas noticias. En los primeros días de septiembre de 2024, la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, informó que este es el tercer año con mejor calidad del aire en la Región Metropolitana de Santiago. “Es una buena noticia, en el sentido de que las medidas que están implementadas en nuestro plan nos están ayudando a disminuir el MP2.5″, señaló Rojas (según publicó el 3 de septiembre La Tercera).

 

Ciudad de México (CDMX)

También en la capital mexicana la situación, sin dejar de ser severa, ha cambiado para mejor, informó por su parte a IntraMed, el investigador en Ciencias Médicas Miguel Santibáñez Andrade, del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) de México.

 

La ciudad comparte con Santiago el hecho de estar rodeada de montañas. “Está inmersa en una cuenca, y esta, rodeada por una serie de cadenas montañosas que impiden la dispersión de la contaminación por los vientos, principalmente en invierno como producto de la inversión térmica”, explicó. Pero resaltó, además, la escala del conurbano, que es inmenso. “La Ciudad de México y los municipios colindantes del Estado de México conforman la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), que alberga la actividad económica más importante del país, tanto la industrial como la empresarial –describió Santibáñez Andrade-. Además, concentra la mayoría de las dependencias gubernamentales a nivel nacional, lo que desde hace más de 70 años atrae a la población a establecerse allí. Actualmente son más 22 millones de habitantes”. Y ese es el origen de la inmensa cantidad de partículas contaminantes: la actividad industrial y la movilidad de sus habitantes son las principales responsables (modificables) de la mala calidad del aire en CDMX.

 

 

Efectos en la salud

Los efectos sobre la salud, claro, son importantes: según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mala calidad del aire que mata prematuramente a entre 8.000 y 14.000 personas en la Ciudad de México. “La exposición aguda a los contaminantes se asocia con un incremento de enfermedades respiratorias, mientras que la exposición crónica desarrolla y exacerba los síntomas de enfermedades como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), además de representar un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónico degenerativas, como cáncer pulmonar”, advirtió Santibáñez Andrade, pero -destacó también- se está trabajando para cambiar las cosas. “La restructuración se ha encarado en dos ejes: propulsar una industria más comprometida con el ambiente y la transición de los medios de movilidad hacia opciones de movilidad cero emisiones”, recalcó.

 

Esto es así porque, como en Chile, el principal reto urbano para mejorar la calidad del aire es lograr la movilidad ambientalmente eficiente de un mayor número de personas. Y las cosas, aunque sigan lejos de ser ideales, van mejorando.

 

“Ha sido posible mediante programas de renovación del transporte público a transporte cero emisiones. Además, se han implementado más rutas de trasporte eléctrico de calidad y con mejor conectividad, lo que ha incentivado, por rapidez y por costos, a que muchos habitantes de CDMX que cuentan con vehículos particulares se trasladen en trasporte público”, explicó. El efecto está siendo la disminución de las emisiones por tráfico vehicular en horas con mayor radiación solar y menos corrientes de dispersión.

 

Las contingencias

Eso no quita que, de vez en cuando, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) se ve obligada a declarar instancias de “contingencia ambiental”, por altas concentraciones de ozono. Y en ese punto, 2024  ha sido un año “duro”: en los primeros cinco meses de este año, la (CAMe) ya debió declarar 12 contingencias de Fase 1, con lo que alcanzó el récord de todo 1993. Han sido propiciadas por las intensas olas de calor (que también han dejado 61 muertes a nivel nacional y mil 346 casos de golpe de calor hasta la última semana de mayo, según indicó la Secretaría de Salud Federal, pues las altas temperaturas, combinadas con un sistema anticiclónico que no permitió suficientes lluvias, han favorecido la concentración de contaminantes.

 

De todas formas, es necesario hacer una aclaración: en 1990, la Fase 1 de contingencia se activaba cuando los valores de contaminantes llegaban a 294 ppb, pero esos valores se fueron reduciendo para hacer “más estrictos los valores y proteger la salud de la población”, detalló la  Secretaría del Medio Ambiente en un boletín. Así, de 2011 a 2015, el límite para la activación era de 199 ppb,y desde 2016 a la fecha, el límite volvió a bajar, y se estableció 155 ppb.

 

Lima

 

En la capital peruana, el problema más grave también está relacionado con el parque automotor, especialmente el del transporte público, que es muy antiguo -informó a IntraMed, Luis Chirinos, investigador y docente del Departamento de Ingeniería e investigador del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía de la Pontificia Universidad Católica de Perú (INTE-PUCP)- y consume cerca del 40% del total de los combustibles fósiles. Claro que, como ocurre también en Santiago y en Ciudad de México, ello se suman la concentración de actividades industriales y diferentes factores climáticos: “La composición de la contaminación atmosférica identificada como partículas está compuesta por el material derivados de los procesos de combustión de combustibles fósiles y de la re-suspensión del material del suelo desnudo”, especificó Chirinos, doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, Chile.

 Lo cierto es que todo termina siendo un combo que es, literalmente, mortal: unas 10 mil personas fallecen cada año en Lima y El Callao debido a la polución, según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA). Y el 60% de esas muertes está relacionado con la contaminación generada por el transporte.

 En ese ítem -agregó Chirinos- interviene una variable que también es importante: “las extensiones que permiten que los vehículos antiguos se mantengan en circulación durante más años agravan el problema. La falta de fiscalización también incluye el ámbito industrial de la capital, que –aunque en menor medida- también es una fuente significativa de contaminación. Según datos del Banco Mundial, el 79,6% del consumo de energía en Perú procede de combustibles fósiles, con una tendencia al alza.

“La única garantía para que la calidad de aire mejore es la eliminación de las fuentes de emisión de contaminantes, en especial, el cambio de combustible por uno de menores emisiones, en términos comparativos, del que actualmente se utiliza en el sector transporte y parcialmente en el sector industrial”, resaltó Chirinos, y agregó que “no tomar medidas de fiscalización y control de la contaminación atmosférica en el corto plazo en Lima Metropolitana, contribuiría con el deterioro de la calidad de aire, y con ello, se mantendrían las condiciones adversas para la salud”. 

Pero todo indica que las cosas pueden empezar a cambiar: en 2022 se puso en marcha el Plan de Acción para el Mejoramiento de la Calidad de Aire de Lima y Callao, según el cual, las mayores emisiones de PM2,5 están relacionadas con la combustión de vehículos a diésel y de automóviles con 14 años o más de antigüedad.  

El plan -entre otras intervenciones- prevé entonces la electromovilidad para el transporte. “Se estima que hasta 2026 deberían retirarse del servicio público, por obsolescencia, cerca de 10.000 unidades, entre taxis y vehículos de 25 pasajeros”, informó al respecto Chirino  y destacó que ya se cuenta en la capital con la Línea 1 del Metro de Lima, que opera, a base de electricidad, desde el sur hacia el noreste de la ciudad, y pasa por 26 estaciones a lo largo de 34.6 km. “Asimismo ya viene operando de forma parcial la Línea 2 del Metro de Lima, que una vez concluida pasará por 27 estaciones y recorrerá 27 kilómetros. Y la construcción de las Líneas 3 y 4 ya ha sido aprobada”, agregó.

 

 

Otras fuentes de contaminación

“Cabe señalar que la del transporte no es la única fuente de contaminación atmosférica. A pesar de que los niveles de emisión son inferiores, son importantes porque se trata de una gran cantidad de establecimientos comerciales, instalados en zonas urbanas de zonificación tanto comercial como  doméstica, que causan  reducciones en la calidad de aire”, añadió Chirinos y destacó que está vigente el Plan de Acción para el Mejoramiento de Calidad de Aire de Lima y Callao (2021-2025), en el que se detallan más de 40 medidas  para implementar acciones concretas para mejorar la calidad de aire, como el establecimiento de zonas de baja emisión, prohibición del uso de pirotécnicos, elaboración de inventarios de fuentes de olores, el diseño de chimeneas en comercios, restaurantes y pollerías.

 

Por otra parte, y como en las otras dos ciudades cuya situación estamos analizando, las cuestiones relativas a las condiciones geográficas también tiene su peso. Hay una diferencia: Lima está bañada por el océano Pacífico, y no en una “olla” rodeada de montañas. Pero los patrones de viento y la aridez del terreno hacen “su trabajo”.  

 

“El clima en la Lima Metropolitana es clima árido y semicálido; el nivel de precipitaciones promedio es menor a 15 mm al año, y la más frecuente es la llovizna o garúa, en invierno, cuyo origen se encuentra en la saturación del aire”, explica Chirino y agrega que esas condiciones no permiten la limpieza del aire a través de lo que se conoce como sedimentación húmeda. “Así las cosas, las partículas se mantienen suspendidas, y cuando las velocidades del aire no son suficientes para mantenerlas así, ellas sedimentan a través de la sedimentación seca y se acumulan en la superficie del suelo. Si los vientos son importantes en magnitud e intensidad, es bastante probable que las partículas que alcanzaron a sedimentar sean resuspendidas por las corrientes de aire y que sean trasladas a otro punto de la ciudad, para que finalmente vuelva a sedimentar”, describió, muy gráficamente.

 

“La mejor forma de reducir estos efectos sería implementar coberturas vegetales en las zonas identificadas como favorables para el transporte de partículas por la acción del viento”, destacó Chirino, y, en ese contexto, también hay avances: con el Programa “Lima Verde”, de la Municipalidad Metropolitana de Lima y el Servicio de Parques, se trabaja junto con las entidades públicas, instituciones, empresas privadas y organizaciones, mediante convenios de cooperación interinstitucional. Hasta la fecha, se han establecido 30 convenios con distritos de Lima Metropolitana, y, al 5 de julio de 2024  ya se habían plantado 120.203 árboles.