Introducción |
Los niños infectados con el síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus 2 (SARS-CoV-2) generalmente son asintomáticos o tienen enfermedad leve por coronavirus (COVID) con tasas bajas de hospitalización (<2%) o muerte (<0,03%). 1-9
Las tasas de hospitalización notificadas podrían sobrestimar la gravedad, ya que muchos estudios no especifican si los niños son hospitalizados con COVID o debido a COVID.10 La carga de enfermedad es mayor en los adolescentes, que son más frecuentemente infectados y hospitalizados que los niños más pequeños.9
A pesar del bajo riesgo que representa el COVID agudo en niños en el corto plazo, preocupan 2 consecuencias a largo plazo de la infección por SARS-CoV-2. El primero es el "síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico asociado temporalmente con el SARS-CoV-2 (SIMP-AT)" o "síndrome inflamatorio multisistémico en niños (SIM-N)", una enfermedad inmunomediada que se presenta en una pequeña proporción (<0,1%) de los niños 2 a 6 semanas después de haber sido infectados con SARS-CoV-2.11–20
El segundo es el "COVID prolongado", también llamado "síndrome post-COVID” o “secuela posaguda del SARS-CoV-2 (SPAC).” Estos términos describen los síntomas persistentes después de COVID, descritos principalmente en adultos, afectando los sistemas sensorial, neurológico y cardiorrespiratorio, así como la salud mental.21-23
Hasta la fecha, no hay una definición clara para este síndrome y no hay acuerdo sobre la duración de los síntomas que justifican el diagnóstico, que varía de 4 a 12 semanas después de la infección aguda. Más de 200 síntomas se han atribuido a COVID prolongado, muchos de ellos inespecíficos y altamente prevalentes en la población general, como fatiga, alteraciones del sueño, dificultad de concentración, pérdida de apetito y dolor muscular o en las articulaciones.24-26
En adultos, se informaron factores de riesgo para COVID prolongado incluyendo sexo femenino, mediana edad, etnia blanca y comorbilidades, especialmente asma.27-29 Hay muchos menos datos sobre el COVID prolongado en niños y adolescentes.
El bajo riesgo que representa la enfermedad aguda significa que uno de los beneficios clave de la vacuna COVID en niños y adolescentes podría ser protegerlos de un COVID prolongado.
Por lo tanto, una determinación precisa del riesgo de COVID prolongado es crucial en el debate sobre los riesgos y beneficios de la vacunación en este grupo de edad. Aquí, los autores revisaron y resumieron los estudios que informaron sobre síntomas de COVID prolongado en niños y adolescentes.
Estudios de Covid Prolongado en niños y adolescentes |
Los autores identificaron 14 estudios (4 estudios transversales, 26,30–32 9 estudios de cohorte prospectivos, 33-41 1 estudio de cohorte retrospectivo42) que investigaron síntomas prolongados de COVID en un total de 19,426 niños y adolescentes.
El número de niños y adolescentes en cada estudio varió de 16 a 6804 (mediana 330, rango intercuartílico 89-1533). Todos los estudios se realizaron en países de altos ingresos. No se incluyeron los informes de casos, estudios que siguieron a niños después de una infección por SARS-CoV-2 pero no evaluaron los síntomas de COVID prolongado o estudios que no abordaron predominantemente niños y adolescentes.43-50
Existe una marcada heterogeneidad entre los estudios, que incluyen diferencias en el diseño, en los criterios de inclusión, los resultados y el tiempo de seguimiento. Los niños fueron evaluados por síntomas persistentes para diferentes duraciones: más de 4 semanas (2 estudios), 31,36 más de 4 y 8 semanas (1 estudio), 35 más de 4 y 12 semanas (2 estudios), 34,41 más de 12 semanas (1 estudio), 37 más de 5 meses (2 estudios), 33,40 y en momentos arbitrarios (6 estudios). 26,30,32,38,39,42
En 7 estudios, la evaluación de los síntomas se realizó solo a través de cuestionarios de internet o entrevistas telefónicas, 26,31,32,34–36,40 mientras que 5 estudios incluyeron visitas de estudio.30,33,39,41,42
Resultados de estudios de Covid prolongado en niños y adolescentes |
La prevalencia de los síntomas prolongados de COVID varió considerablemente entre los estudios del 4 al 66%.26,33–38,40–42 También hubo una gran variación en la frecuencia informada de síntomas persistentes.
Los síntomas informados más comunes fueron dolor de cabeza (3 a 80%), fatiga (3 a 87%), alteraciones del sueño (2 a 63%), dificultades de concentración (2 a 81%), dolor abdominal (1 a 76%), mialgia o artralgia (1 a 61%), congestión o secreción nasal (1 a 12%), tos (1 a 30%), opresión o dolor en el pecho (1 a 31%), pérdida de apetito o peso (2 a 50%), olfato alterado o anosmia (3 a 26%), y erupción (2 a 52%).26,30–42
Cuatro estudios informaron mucho mayor prevalencia de síntomas en comparación con los otros estudios.26,30-32 De estos estudios, 3 se realizaron en momentos arbitrarios después de una infección por SARS-CoV-2.26,30,32
Seis estudios informaron una correlación positiva con el aumento de la edad, 30,35-37,39,40 3 entre el sexo femenino30,36,37 y 1 entre enfermedades alérgicas40 o peor salud física y mental previa a la infección37 y la prevalencia de síntomas persistentes.40 Además, un estudio encontró una asociación entre una hospitalización más prolongada y síntomas persistentes más graves, y entre SIMP-AT y una mayor prevalencia de síntomas persistentes.38
Se incluyó un grupo de control en solo 5 de los 14 estudios. Estos 5 estudios informaron síntomas en niños y adolescentes sin evidencia de infección por SARS-CoV-2 como grupo de comparación. 30,34-37 Tres de estos estudios encontraron que los síntomas persistentes eran más prevalente en niños y adolescentes con evidencia de una infección por SARS-CoV-2.35–37
Fortalezas y limitaciones de los estudios |
Casi todos los estudios hasta la fecha sobre COVID prolongado en niños y adolescentes tienen grandes limitaciones.
La primera gran limitación es la falta de una definición de caso clara lo que significa que los estudios han utilizado criterios de inclusión y tiempos de seguimiento variables. Algunos estudios incluyeron niños con infección por SARSCoV-2 autoinformada sin confirmación de laboratorio.31,32 Además de la heterogeneidad en los criterios de inclusión, los estudios siguieron a los niños en momentos arbitrarios y el método de evaluación varió.
La mayoría de los estudios se basaron en síntomas auto informados o informados por los padres a partir de cuestionarios sin evaluación clínica ni parámetros objetivos como pruebas de función pulmonar o imágenes.26,30–32,34–38,40 Al usar aplicaciones es probable que los cuestionarios en línea seleccionen a los participantes de niveles socioeconómicos más altos, que tienen un menor riesgo de resultados desfavorables después de la infección por SARS-CoV-2.51
Una segunda limitación importante es la falta de un grupo de control en la mayoría de los estudios. En ausencia de un grupo de control, es imposible distinguir los síntomas del COVID prolongado de los síntomas atribuibles a la pandemia, como las medidas de bloqueo (cierres de escuelas, privación de ver amigos o no poder hacer deporte y otras actividades) o ver a familiares y amigos sufriendo o incluso muriendo de COVID. Los resultados de los estudios hasta la fecha sugieren que los síntomas asociados a la infección no son necesariamente más comunes o graves que los asociados a la pandemia. 30,34
La prevalencia de síntomas consistentes con COVID prolongado, incluidos los síntomas psicosomáticos, ha sido considerablemente más alta en niños y adolescentes desde el inicio de la pandemia, y se ha demostrado que las medidas de encierro tienen efectos negativos sobre el bienestar y la salud mental de niños y adolescentes.52,53
Mientras que las medidas de bloqueo, incluido el cierre de escuelas disminuyen la transmisión del SARS-CoV-2 y previenen las manifestaciones tardías de COVID, estas acciones restringen el contacto social, la autodeterminación y la educación y, por lo tanto, amplifican los síntomas asociados a la pandemia.
Una tercera limitación importante es el sesgo de selección ya que muchos estudios tienen una baja tasa de respuesta (13% en un estudio reciente).37 Como las personas con síntomas persistentes tienen más probabilidades de responder a las encuestas, esto puede conducir a una sobreestimación sustancial de la prevalencia de COVID prolongado. Además, como los niños y adolescentes con síntomas leves pueden no testearse, el sesgo de selección y clasificación errónea también podría conducir a una sobreestimación.
Otra limitación es que casi todos los estudios incluyen un amplio rango de grupos de edad. Es probable que la incidencia y las características del COVID prolongado varíen entre los adolescentes y los niños más pequeños.
Dado que los riesgos y beneficios de las vacunas COVID difieren entre estos grupos de edad, se necesitan más estudios que proporcionen datos específicos por edad. Además, ninguno de los estudios investigó el impacto de la gravedad inicial de la enfermedad sobre el riesgo de un COVID prolongado. Finalmente, es probable que todos los estudios se hayan realizado antes de que la variante delta se convierta en dominante, lo que puede tener un riesgo diferente de COVID prolongado.
Agregando a la confusión se usó el término COVID prolongado para abarcar a aquellos con complicaciones objetivas de COVID (como fibrosis pulmonar o disfunción miocárdica), aquellos con problemas de salud mental, 21,22 y aquellos con síntomas más subjetivos e inespecíficos que recuerdan a los síntomas del síndrome de fatiga crónica posviral o encefalomielitis miálgica. Se sugirió una separación del síndrome de cuidados postintensivos, del síndrome de fatiga posviral y del síndrome COVID a largo plazo para la población adulta y podría ser adoptado para niños.54
Conclusiones |
En resumen, la evidencia de COVID prolongado en niños y adolescentes es limitada, y todos los estudios hasta la fecha tienen limitaciones sustanciales o no muestran una diferencia entre los niños que han sido infectados por SARS-CoV-2 y los que no. La ausencia de un grupo de control en la mayoría de los estudios hace que sea difícil separar los síntomas atribuibles al COVID prolongado de los síntomas asociados a la pandemia.30,34,36
Ante la gran cantidad de niños y adolescentes infectados con SARS-CoV-2, el impacto de incluso una baja prevalencia de síntomas persistentes será considerable. Sin embargo, en la mayoría de los estudios, los síntomas no persistieron más de 12 semanas.33-35,41
De acuerdo con esto, un estudio que encontró una diferencia entre los casos y los controles en los síntomas persistentes (a las 4 semanas después del COVID) informó que a las 8 semanas, la mayoría de los síntomas se habían resuelto, lo que sugiere que un COVID prolongado puede ser menos preocupante en niños y adolescentes que en adultos.35
Curiosamente, en un estudio, más de la mitad de los adolescentes del grupo de control no infectado informaron síntomas a las 12 semanas a pesar de que solo el 8% notificó síntomas en el momento de la prueba del SARS-CoV-2.37
La relativa escasez de estudios de COVID prolongado y las limitaciones de los reportados hasta la fecha significa que la verdadera incidencia de este síndrome en niños y adolescentes sigue siendo incierta. El impacto de la edad, la gravedad y la duración de la enfermedad, cepa del virus y otros factores en el riesgo de COVID prolongado en este grupo de edad también queda por determinar.
A la luz de la importancia del COVID prolongado en la ecuación de riesgo-beneficio para las decisiones políticas sobre las vacunas COVID para niños y adolescentes, son necesarios con urgencia más estudios para determinar con precisión el riesgo de COVID prolongado.55 Estos deben incluir grupos de control rigurosos, incluidos niños con otras infecciones y los ingresados en un hospital o cuidados intensivos por otros motivos.
Los estudios de cohortes longitudinales deben incluir pruebas regulares para SARS-CoV-2 para confirmar la infección, reconocimiento meticuloso de los síntomas, tiempos de seguimiento consistentes y suficientemente prolongados para tener en cuenta los síntomas intermitentes y el registro de condiciones médicas preexistentes. También se necesita más investigación para identificar los mecanismos inmunológicos subyacentes del COVID prolongado.
Comentario
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Resumen y comentario objetivo: Dra. Alejandra Coarasa