Habla su inventor, Philip Low

Avanza el iBrain, un casco portátil que permitirá leer la mente humana

Se trata de un prototipo que busca traducir las ondas cerebrales en un lenguaje. Stephen Hawking, conejillo de Indias.

Fuente: Perfil

Por Martina Rua

 

Innovador. Philip Low presentó el desarrollo de NeuroVigil.

A pesar de su denominación, Apple no tiene nada que ver.

“¿No sería estupendo tener una mente como la de Stephen Hawking y ser capaz de comunicarse aunque sea un poquito mejor?”. Esa fue la pregunta que se hizo Philip Low, el científico de 32 años creador de un dispositivo portátil que busca decodificar las ondas cerebrales y entregarlas en forma de lenguaje, que fue presentado la semana pasada en San Diego. PERFIL dialogó con Low sobre las implicancias de su desarrollo y sus posibilidades futuras.
 
La promesa se llama iBrain, y forma parte de un experimento que busca permitir al físico Stephen Hawking –paralizado desde hace tiempo por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA)– y a todos los pacientes que atraviesan este tipo de discapacidad comunicarse con el pensamiento. Esta especie de casco pertenece a una nueva generación de aparatos neurales portátiles cuyo propósito es controlar y diagnosticar afecciones como la apnea del sueño, la depresión y el autismo. iBrain, desarrollado en NeuroVigil, la empresa que Low tiene en San Diego, busca convertirse en una alternativa a los caros laboratorios del sueño.
 
¿Cómo lo hace? “El casco detecta los impulsos eléctricos emitidos por el cerebro continuamente en forma de ondas oscilantes o constantes. Puede recopilar datos en tiempo real de una persona en la cama o cuando ve la televisión o cualquier otra cosa. El patrón de las ondas es distinto para cada tipo de pensamiento. Por ejemplo, cuando la persona piensa en un “gato” se dibuja un mapa único de impulsos eléctricos”, explicó a PERFIL el creador del dispositivo.
 
Luego, esas señales son decodificadas por una computadora que interpreta cada pensamiento como una acción. Las órdenes dadas por el paciente mueven un cursor en una pantalla para elegir palabras que le permitirán comunicarse sólo con sus pensamientos.
 
Interpretar las ondas presenta dificultades, ya que deben atravesar los muchos pliegues del cerebro y el cráneo, para lo que Low creó un algoritmo específico. Su investigación original fue publicada hace seis años, y se realizó en pájaros. Low reconoce que aún queda mucho por hacer, como integrar las ondas cerebrales de los pacientes con los ordenadores y aparatos que les permiten comunicarse. Aunque iBrain está en el mercado de la industria farmacéutica desde 2009, todavía es un prototipo. “Estamos muy cerca de su diseño definitivo, y estaremos probándolo el año que viene”, dijo su creador.
 
La empresa no ha hecho público el costo del aparato, y su estrategia es realizar ensayos clínicos con el laboratorio La Roche y obtener la aprobación del organismo oficial estadounidense para usarlo.

Local. En la Argentina, es amplio el grupo de investigadores que trabajan con técnicas similares. “El algoritmo desarrollado por Low se basa en la detección de ondas corticales de alta frecuencia; ello promete poder distinguir grosso modo entre pensamientos como mover la mano derecha o el pie izquierdo. Permitiría a pacientes inmovilizados dar a conocer sus ideas o hasta manejar prótesis mecánicas. Todo esto representa avances de gran aplicación en biomedicina, aunque mucho trabajo resta por hacerse para validar estas técnicas y permitir que sean utilizadas en la práctica diaria de diagnóstico y tratamiento de enfermedades neurológicas”, explica Blas Couto, investigador del Centro de estudio de la Memoria y la Conducta, Ineco.
 
En la Argentina se trabaja con este tipo de técnicas para detección de déficits en procesamiento de emociones, lenguaje, memoria y cognición social. “Estamos en la búsqueda de biomarcadores diagnósticos de enfermedades como la demencia y en la comprensión de muchas otras patologías neurológicas y psiquiátricas”, explicó el argentino.
 
Sobre qué espera del futuro de este dispositivo y de su investigación, Low es contundente: “No podemos llamarlo lectura de pensamiento todavía, pero hacia eso vamos. En cuanto nuestras capacidades aumenten, podremos hacer este proceso cada vez más eficiente y rápido. Busco tener una vida que valga la pena y que les permita a otros tener una buena vida”, cerró el científico.
 
 
Anticipar el futuro
 
No es la primera vez que Stephen Hawking se presta como conejillo de Indias al servicio del avance científico. “Mi deseo es ayudar en la investigación, fomentar la inversión en este campo y brindar esperanza futura a las personas a las que se les diagnostican ELA y otras afecciones neurodegenerativas”, dijo el físico de setenta años en la presentación del iBrain. Hawking también ha trabajado con los ingenieros de Intel, que han incorporado un ordenador especial que se comunica con el sensor infrarrojo que lleva montado en las gafas para detectar las contracciones de la mejilla, junto con un sintetizador de voz, una cámara web para usar Skype y monitores especiales. Intel está desarrollando un programa de reconocimiento de rostro capaz de detectar cambios sutiles en la expresión, que podría ayudar aun más a Hawking. Sin embargo, es esperable que su enfermedad siga avanzando y le quite por completo la movilidad del rostro. De allí la importancia de los progresos que se logren con estos nuevos dispositivos, vitales para dotar al genio de una manera de expresar sus ideas.