Hacia una “cultura de la digitalización”

Beneficios y desafíos: cómo impacta la inteligencia artificial en la gestión hospitalaria

No propone reemplazar a profesionales sanitarios, sino gestionar mejor los espacios, identificar oportunidades de ahorro en compra de insumos y a la vez generar datos. La experiencia en Argentina.

Autor/a: Celina Abud

La aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) en el campo de la medicina es aceptada y reconocida para complementar las tareas de los profesionales de la salud. Un ejemplo conocido es el robot Da Vinci, sistema empleado en el quirófano para optimizar el rango de acción de la mano humana. También la IA se emplea para acelerar el diagnóstico de ciertos tumores, en la fertilización asistida y la cardiología, entre otros campos. Pero también avanza la IA y la analítica de datos en materia de gestión hospitalaria, lo que permite automatizar los procesos; emplear modelos predictivos en materia de ingresos de pacientes o programación de cirugías; identificar oportunidades de ahorro, por ejemplo en la compra de insumos médicos y además reducir el estrés del personal, ya que en tiempos de burnout, estas herramientas pueden servir para liberar a los profesionales de las tareas administrativas y repetitivas, para así pueden concentrar sus energías en el paciente.

Pero para incorporarla, además de recursos se necesita contar con una cultura de la digitalización integral, ya que si se digitalizan tareas por separado, pueden pronto quedar obsoletas. Este y otros desafíos – como el uso del ChatGPT en salud– fueron los temas centrales del Summit AI40Ps, evento híbrido organizado por el Hospital Alemán y Wúru, del que participó IntraMed.

El encuentro se centró en la idea de que la IA no propone reemplazar a los médicos, sino ayudar con la organización para que en efecto, los humanos puedan “enfocarse en las tareas más complejas y ofrecer una atención cada vez más humana a los pacientes”, según indicaron los organizadores en un comunicado.

El primer expositor fue el doctor Rudolph Baron Buxhoeveden, cirujano del Hospital Alemán  quien compartió la eficacia de la IA en la gestión sus diez quirófanos, en los cuales se digitaliza desde la agenda (programación de la cirugía) hasta la facturación.

“Cuando los procesos analógicos se digitalizan, generan datos que pueden usarse para mejorar la experiencia, pero hoy en materia de gestión en salud solo el 3% de los datos que se generan,  se usan. Por eso hoy tenemos el desafío de pasar del Big Data al Smart Data, indicó el médico para luego agregar que cuando se habla de inteligencia artificial en el sector salud, “en realidad se habla de inteligencia aumentada, por eso, a la hora de elegir herramientas, se debe optar por sistemas fáciles, inteligentes e integrales (para que puedan sumarse a las tecnologías previas disponibles en el hospital”.

En su experiencia, la IA ayudó a convencer a los médicos a la hora de agendar cirugías para optimizar los tiempos. A la vez, también al reemplazar la farmacia del quirófano por una suerte de dispensario digital que abre las ventanas de lo que pueda necesitarse, ayudó a reducir el desperdicio de insumos y a registrar lo que efectivamente se usa (porque identifica lo que no vuelve). También las pantallas táctiles tienen potencial para registrar información para avanzar hacia la Smart Data.

“Cabe aclarar que la IA es una herramienta más, pero no viene a reemplazar al personal sanitario, sino más bien para cubrir un déficit. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que para 2030 van a faltar 10 millones de profesionales sanitarios”, argumentó Buxhoeveden.

La frase va en concordancia con datos de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y El Caribe), que señalan que en el continente, la segmentación de los sistemas de salud, la atención y organización fragmentada, con problemas de coordinación, genera desigualdades en el acceso, calidad y financiamiento de la salud. Tal vez por ello la incorporación de la IA forma parte de los ocho principios para la transformación digital del sector salud que la Organización Panamericana de la Salud destinó a los países de la Región de las Américas. Así como también, la interoperabilidad de los sistemas de información y salud digital y la seguridad de la información.

La necesidad de transformación digital se evidenció aún más con el COVID-19. Un ejemplo para acelerar la toma de decisiones frente a la emergencia ante los casos de coronavirus ocurrió en el Servicio de Diagnóstico por Imágenes del Hospital Alemán. El doctor Eduardo  Eyheremendi recordó: “A comienzos de la pandemia, esperábamos la aparición de muchas placas de tórax, por eso implementamos la IA para tener un primer resultado, si era normal o patológico. Después recién hacíamos la revisión. Entonces, sin reemplazar al radiólogo, determinamos que el radiólogo con la IA es mejor que el radiólogo sin la IA. Porque el algoritmo trabaja para nosotros”.

En materia de inversión

Si de gestión en salud se habla, la IA puede resultar una inversión, pero que vale la pena. Basta tomar la premisa cuando se ven los números de un informe de la consultora Pitchbook, que señala que de los $4 billones gastados en atención médica en EE. UU., aproximadamente $265 mil millones son potencialmente atribuibles al desperdicio administrativo.

Según David Potes, referente de innovación en el Consorcio Mexicano de Hospitales, “la IA puede usarse en la gestión operativa en las siguientes aptitudes: ingresos y egresos de pacientes; equipos y espacios”. Pero advirtió que “no solo se deben digitalizar algunos procesos que por sí solos, porque pueden quedar obsoletos, sino repensar al sistema de salud dentro de la cultura de la digitalización”.

¿Pero cómo se mide la inversión en tecnología que vale cifras millonarias en dólares, como por ejemplo, el Robot Da Vinci? El doctor Federico Gorganchian, Jefe de Cirugía y Jefe Médico de Quirófanos del Sanatorio Finochietto, institución que adquirió esta maquinaria, dijo: “Si uno busca medir la adquisición en términos de retorno de la inversión, la cuenta no da. Hay que medirla en materia de beneficios sobre la inversión, que constan en posicionarte, reconocimiento, acortamiento de tiempos de recuperación y mejoras en el ámbito quirúrgico. Visto desde los benefios, en 7 años se recupera el 100% de la inversión”.

Debate sobre el ChatGPT

Desarrollado por OpenAI, el ChatGPT atraviesa hoy diferentes ramas del conocimiento. Suele emplearse de varias formas, como asistentes virtuales, soporte al cliente y generación de contenido. Y la salud no escapa a sus consultas. De hecho, el doctor Buxhoeveden lo probó en vivo: “Si le preguntamos sobre cómo gestionar un quirófano con eficiencia, en menos de un minuto te da una aproximación al menos para saber por dónde empezar “.

Así, de forma mediática se conoció que esta herramienta podía aprobar exámenes de la carrera Medicina con un 5 de nota. Fue entonces que durante la charla se abrió el debate si, en efecto, el ChatGPT podía llegar a dar un diagnóstico. Al respecto la bioquímica y farmacéutica  Andrea Mariel Actis, advirtió que “el Chat GPT está en una versión de prueba, se está alimentando de las consultas, no está entrenado para ser un médico y tuvo un antecedente que es Google”.

Actis, quien es doctora y docente autorizada de la UBA, además de diplomada en Bioética recordó que “todo lo que se pone en el Chat GPT deja de ser privado, por ende hay que tener mucho cuidado de no exponer datos sensibles”. Ejemplificó que esto ya se ve en otras tecnologías, que evidencian que tenemos un ‘gemelo digital’, es decir, cuando hacemos una búsqueda de un producto, enseguida nos aparece publicidad de ese producto en otra plataforma. Por eso, mencionó que “ya se ofrecen servicios de ChatGPT privados pagos a empresas”.

Para cerrar la pregunta, Actis remarcó que “el ChatGPT se basa en el lenguaje natural y hay que ser muy específico en lo que se le consulta, porque de eso depende lo que va a contestar”. Es decir que, si no se es muy preciso en la descripción de un cuadro clínico, existen chances de error.

Ante la pregunta de cómo se regula lo ético con respecto a la IA, Actis aclaró: “Es difícil regular lo ético pero sí se regula lo legal en materia de resguardar los datos. Ahí surge el concepto de ciberética. En Europa existe una ley  para preservarlos. En América Latina, estamos en camino. Por ahora propondría evitar mandar datos sensibles por WhatsApp porque aunque privada, no deja de ser una red social. En síntesis, tenemos nuevos desafíos en seguridad informática y nos tenemos que acoplar”.