El paternalismo de la relación médico-paciente a la que estábamos acostumbrados está en pleno cambio, expresado en la práctica por el consentimiento informado. Si bien el médico es el que brinda información al paciente, la mayor parte de la información que el paciente obtiene proviene de los medios masivos de comunicación. He aquí la importancia de jerarquizar al Periodismo Médico y de insistir sobre la necesidad de que los periodistas y los divulgadores se especialicen a la hora de brindar noticias sobre salud.
La divulgación de nuevas tecnologías, descubrimientos y terapéuticas tiene como destinatario al paciente, pero también a familiares, funcionarios, servidores públicos interesados en políticas sanitarias, educadores, científicos. Y el resultado de un público bien informado, con una correcta interpretación de las noticias, es su apoyo a lo trabajos, decisiones, consejos y solicitudes de la comunidad médica.
Sin embargo, la velocidad de las comunicaciones produce un aluvión informativo tal que cabe preguntarse: ¿Cuál de todas las informaciones es más útil para el receptor? ¿Cuál de ellas provocará confusión o falsedad en los conceptos? ¿Es posible que las ciencias en general, y la medicina y sus ciencias afines en particular, puedan ser "compartidas" por el público no científico? En otras palabras, ¿se puede comunicar el conocimiento al llamado hombre de la calle, en cuya categoría nos incluimos todos, cuando no llegan temas que no dominamos?
Manuel Calvo Hernando, periodista científico español de renombre internacional se lo pregunta de esta manera: ¿Qué deben hacer los periodistas, los propietarios de los medios, los científicos, los educadores y las instituciones afectados por la responsabilidad de comunicar temas de salud, para llevar a cabo con seriedad y rigor una tarea ciclópea, que convierte al divulgador en autodidacta, enciclopedista y polígrafo en tono menor? No escapan a estos adjetivos los médicos que eligen la tarea de divulgar, quienes no por pertenecer al campo de la salud están preparados para cumplir con los principios básicos de la comunicación.
La lista de interrogantes a la hora de hablar de la responsabilidad de la noticia médica es muy extensa. ¿Qué contenidos han de ofrecerse al público? ¿Las informaciones impuestas por la "actualidad" -muchas veces viciada por el marketing"- son realmente las que el equipo de salud necesita divulgar?¿Qué criterios deben utilizarse? Muchas veces observo cómo el público se hace eco de lo expresado en los medios de comunicación sin que esto refleje realmente su genuino interés en el tema o el de la comunidad médica.
¿Cómo transformar el discurso científico en periodístico sin deformarlo? El público interesado en los temas de salud, ¿recibe realmente información en la medida de su interés? ¿Está en condiciones de interpretarla correctamente?
Gran Bretaña y Estados Unidos han realizado encuestas para contestar muchas de estas preguntas, cuyos resultados no son muy alentadores, pues se demostró que la mayoría de los ciudadanos no recibe información sobre temas de salud en la medida de su interés y que la mayoría no comprende los conceptos físicos y químicos elementales necesarios para garantizar su comprensión. ¿Qué sucede entonces cuando pretendemos hablarles de cromosomas, moléculas, genes y porqué no, colesterol, factores de riesgo, y otros temas de moda? Un periodista no especializado en temas de salud, puede transmitir lo que deseamos sin equivocarse? ¿Comprende perfectamente qué un factor de riesgo no significa necesariamente que el paciente va a enfermar? Estamos acostumbrados a una enseñanza basada en certezas y "artículos de fe" que favorece poco las dudas y confrontaciones que agilizan el pensamiento y promueven el aprendizaje, por lo tanto costará mucho a los divulgadores y al público adaptarse a los nuevos paradigmas de la comunicación, la cultura y la subjetividad.
El prestigio que confieren los medios masivos de comunicación a los acontecimientos públicos, las personas, las organizaciones y los movimientos sociales, los transforma en un poderosa arma, pues pueden legitimar programas, personas y grupos. Se comprende pues, el afán de muchos, incluidos los científicos, por aparecer en los medios de comunicación a cualquier precio, aún al precio de desinformar, confundir, alentar falsas esperanzas, alarmar o caer en el sensacionalismo, voluntariamente o no. Tampoco debemos olvidar que los medios masivos de comunicación también son capaces de narcotizar a los ciudadanos, al punto que pueden confundir el saber con el hacer y renunciar a sus facultades críticas.
La información en ciencias, tecnología y medicina debe existir, para que el gran público se enriquezca, desarrolle sus potencialidades y mejore su calidad de vida, pero debe ajustarse al nivel de receptividad. Para ello, nada mejor que la especialización de los divulgadores -comunicadores o médicos. Es perjudicial que los médicos y las autoridades nos engañemos creyendo que estamos haciendo buenas campañas preventivas e informativas, cuando sólo contamos con un público ávido de saber pero equivocado. ¿Quién es el responsable, por ejemplo, de que muchísimos pacientes reclamen con urgencia una colesterolhemia por sufrir cefaleas u otros síntomas no relacionados, o un antígeno prostático, cuando todavía no hay consenso respecto a su utilidad como se está discutiendo cuándo y cómo hacer el screening del cáncer de próstata?
La función primordial de la divulgación científica es educar a la humanidad para vivir en el nuevo mundo creado por la revolución científica. La comprensión de la ciencia es necesaria por un motivo mucho más trascendente que el puro deleite intelectual: es necesaria para que los países aprendan cómo adaptar sus formas de vida a las condiciones impuestas por la era científica, sin olvidar que los que hacen válidos los avances médicos son los propios pacientes. La mejor técnica para la reproducción artificial quedará en el olvido si ninguna pareja recurre a ella para su planificación familiar.
* La Dra. Marta de L. Papponetti es Especialista en Medicina interna.
Ex Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico. Editora responsable de IntraMed en la especialidad de Clínica Médica.