Largo tiempo ha transcurrido desde el descubrimiento por parte de Roberto Koch en 1882 del rol etiológico del Mycobacterium tuberculosis. Sin embargo y pese a los esfuerzos científicos y sanitarios, la tuberculosis (TB) sigue amenazando la salud pública en la actualidad.
La incidencia mundial estimada para 2011 (OMS) fue de 8,7 millones (13% de ellos VIH positivos). Globalmente se estima que 3,7% de los casos nuevos de TB y 20% de los con tratamiento previo presentan TB multidrogorresistente (TBMDR: resistente como mínimo a isoniacida y rifampicina). La TB extensamente resistente (TBXDR: tuberculosis multirresistente con resistencia adicional a por lo menos una fluoroquinolona y a un inyectable de segunda línea) se ha detectado en más de 84 países; se estima que 9% de los casos de TBMDR son XDR.. Un millón cuatrocientas mil personas (incluyendo 430.000 VIH positivos) fallecieron por TB en 2011 (Global tuberculosis report 2012. WHO/HTM/TB/2012.6).
La mayor parte de los casos se concentra en China, India, Sudeste Asiático y África. Argentina es un país de mediana incidencia de TB. En 2011 se notificaron al Programa Nacional 10.618 casos (tasa de incidencia: 26,6/100.000), 640 personas murieron relacionados a TB durante 2010 en Argentina (Fuente: INER E. Coni, 2012).
Epidemiológicamente, nuestro país recibe una fuerte influencia migratoria de algunos países vecinos con alta incidencia de TB, lo cual crea una situación especial en grandes ciudades y zonas de actividad agrícola temporaria que requieren mano de obra intensiva. La detección y tratamiento de estos pacientes representa un desafío sanitario importante. Por ejemplo, aproximadamente la mitad de los casos nuevos residentes en la ciudad de Buenos Aires son inmigrantes recientes (Red de Tuberculosis de la CABA, informe 2012).
Respecto de la asociación TB/VIH, además de un alto índice de sospecha de la enfermedad, ha quedado claro en base a la evidencia publicada en 2011 (fundamentalmente el estudio CAMELIA) que el tratamiento antirretroviral debe iniciarse precozmente cuando el nivel de CD4 de los pacientes con TB/VIH es bajo (Blanc FX, et al. N Engl J Med 2011;365: 1471-81). Con este enfoque la mortalidad por ambas enfermedades disminuye significativamente.
Nuevos métodos diagnósticos y nuevos fármacos para el tratamiento de las formas drogorresistentes de la TB van haciendo su entrada en este siglo. La baciloscopía es en la actualidad insuficiente como recurso diagnóstico, dado que debe ser complementada por una prueba rápida de resistencia. De ese modo se detectan y tratan inmediatamente los casos pulmonares bacilíferos (mayor infecciosidad) con TB drogorresistente. Un importante (aunque costoso) avance, es la tecnología Xpert aplicada al diagnóstico de TB y de resistencia a rifampicina que está siendo ampliamente introducida en el mundo.
Hacia fines de 2012 se han distribuído a precios concesionados 1,9 millones de cartuchos y 5000 módulos (existen aparatos de distinto número de módulos). Esta tecnología basada en un cartucho que contiene una PCR en tiempo real y un revelado molecular, permite obtener resultados en solamente dos horas (información adicional disponible en: http://who.int/tb/laboratory/mtbrifrollout/en/. La alternativa en métodos moleculares rápidos es el denominado genéricamente Hain test (basado en PCR e hibridación de sondas de ADN), que provee información en horas sobre resistencia a rifampicina e isoniacida.
Otro importante avance lo representa la aparición de nuevos fármacos con uso potencial en TB sensible y resistente. Las fluoroquinolonas se utilizan universalmente en TB drogorresistente (levofloxacina y moxifloxacina) y sustituyendo drogas de primera línea en caso de reacciones adversas (levofloxacina). Antibióticos activos sobre otros nmicroorganismos como linezolid y carbapenems-clavulanato, han demostrado actividad en TB y se utilizan especialmente en las formas extensamente resistentes.
En diciembre de 2012, la FDA aprobó para su uso en TBMDR a la bedaquilina, un inhibidor de la ATP sintetasa del M. tuberculosis. Es un fármaco que ha demostrado eficacia en el tratamiento de la TBMDR, aunque se advierte sobre su potencial toxicidad cardíaca (prolonga el QT). Se han publicado el año pasado algunos ensayos de combinaciones de nuevos y antiguos fármacos que potencialmente actuarían sobre las formas sensibles y resistentes de TB incluyendo bedaquilina, moxifloxacina, PA-824 y pirazinamida (Diacon AH, et al. Lancet 2012; 380: 986-93).
Aguardamos la pronta aprobación de otros nuevos fármacos de la familia de los nitroimidazopiranos y pirroles.
De todos modos tenemos que considerar que es fundamental tener presente la existencia de la TB dentro del espectro de las infectopatías, su búsqueda exhaustiva, el control de los contactos del caso índice de TB y realizar un tratamiento adecuado. A este respecto es de gran importancia la aplicación del tratamiento supervisado, parte de la estrategia DOTS de la OMS y la utilización de combinaciones a dosis fijas de fármacos que disminuyen la posibilidad de seleccionar cepas resistentes.
No podemos esperar razonablemente eliminar la TB (menos de 1 caso por millón de habitantes) con las herramientas actuales, pero una continuada búsqueda de casos y la aplicación de adecuadas estrategias de tratamiento y prevención nos permitirán que continúe la sostenida disminución de la incidencia de esta enfermedad, antigua compañera de la humanidad.
Dr. Domingo Palmero*
*Jefe División Neumotisiología, Hospital Muñiz, Buenos Aires
Profesor Titular Neumonología, USAL
Profesor Adjunto Neumonología UBA
rGLC-Américas, OPS/OMS