No es habitual que la revista Science publique una investigación sobre periodismo y que esta no sea un estudio observacional sino un ensayo aleatorizado. Realizado a lo largo de varios años en Estados Unidos, este experimento viene a confirmar que la prensa tiene una notable capacidad de influencia en el debate público. En estos tiempos de comunicación digital y de diálogo redundante en la red, hasta los periódicos de tamaño pequeño y medio son capaces de condicionar los temas de conversación. La principal limitación de este experimento es que mide el efecto causal (la influencia) con parámetros como el número de páginas vistas y discusiones en Twitter; y, claro está, los tuiteros no representan al conjunto de la ciudadanía. Con todo, este respaldo experimental a la teoría de que la prensa establece la agenda del debate público (agenda setting) es una buena noticia para el periodismo y los periodistas. Y es también una buena noticia, por lo que tiene de oportunidad, para la comunicación de la biomedicina y la cultura de la salud.
Hace tiempo que los científicos saben que la prensa representa una gran oportunidad para difundir sus hallazgos y, de paso, tener réditos profesionales. El popular factor de impacto, que mide la capacidad de influencia de una revista académica en el seno de la propia comunidad científica, se ve beneficiado por la difusión mediática de un artículo científico. Esto es algo sabido desde 1991, cuando un estudio comprobó que la difusión de un artículo científico del New England Journal of Medicine en el New York Times aumentaba las citas de ese artículo en las revistas científicas. Desde entonces, otros estudios han confirmado estos resultados en otros periódicos y revistas, a la par que se ha comprobado que la difusión mediática de un artículo científico aumenta sus descargas en la red. Recientemente se ha empezado también a medir el impacto que tienen las publicaciones científicas en la web social, desarrollando para ello nuevas medidas alternativas (altmetrics) a las citas en las publicaciones científicas. Muchas revistas académicas ofrecen ahora datos altmétricos de numerosas fuentes sobre la atención en tiempo casi real que se dispensa a los artículos científicos en la prensa digital, Twitter, Mendeley, Facebook, YouTube, Google+,Wikipedia y una larga lista de blogs y otras plataformas de comunicación.
El impacto de las revistas en la prensa es solo un indicador, que no dice nada sobre la calidad científica de los mensajes que se difunden en los periódicos, pero nos da una cierta idea de la vitalidad que tiene el periodismo biomédico en diferentes países
El liderazgo de la prensa en todo este ecosistema parece indiscutible, entre otras cosas porque es el primer productor de noticias, por delante de la televisión, la radio y otros medios. Con todo, el eco que tienen las principales revistas médicas en la prensa generalista es muy desigual en las distintas regiones del mundo. Así, la prensa anglosajona (EE UU y el Reino Unido) presta el triple de atención a estas revistas que la prensa europea, y esta a su vez mucho más que la latinoamericana. Si tomamos tres periódicos representativos de estas regiones, resulta que el británico The Guardian se hace eco de las publicaciones médicas 3,5 veces más que el español El País y 26 veces más que el argentino La Nación. El impacto de las revistas en la prensa es solo un indicador, que no dice nada sobre la calidad científica de los mensajes que se difunden en los periódicos, pero nos da una cierta idea de la vitalidad que tiene el periodismo biomédico en diferentes países. Además, el periodismo representa un filtro profesional de los mensajes que llegan a los ciudadanos. En cualquier caso, una cosa es el impacto mediático, que siempre es algo que se puede trabajar utilizando las herramientas adecuadas, y otra muy diferente la relevancia científica y la certidumbre de los mensajes que se difunden.