Acerca del Taller de Lectura IntraMed

El lector en busca de sentido

Hay asuntos donde Dostoyevski tiene más para decirnos que "el Harrison". Ya realizamos nuestro tercer encuentro, los invitamos al cuarto taller

Autor/a: Daniel Flichtentrei

Fuente: IntraMed

“Innumerables audiencias se sumergen pasivamente en el baño tibio de las tonterías. No se les exige ningún esfuerzo mental, ninguna participación; solo necesitan sentarse y mantener los ojos abiertos”. (Aldous Huxley)

En un Taller de Lectura pasan cosas extrañas. La primera es que allí hay personas que quieren leer. Que se esfuerzan por abordar narraciones complejas, deliberadamente ambiguas y a veces oscuras. Como la realidad, como la vida. Que se encuentran para compartir sus interpretaciones de los textos. Que bucean en las profundidades en lugar de surfear por la superficie. Esa gente es inactual, es infrecuente. Son una anomalía en la compacta intrascendencia del mundo. Ejercen un acto de resistencia ante la banalidad. Enfrentan a la edulcorada narcosis que nos asfixia. Y lo hacen felices y solidarios. Son un poco "raros, como encendidos".

Muchas veces nos preguntamos ¿por qué lo hacen si podrían no hacerlo? Incluso cuando disponemos de herramientas que ya pueden “leer” por nosotros. La pregunta es estúpida porque incluye la respuesta. Por eso lo hacen, porque podrían no hacerlo pero deciden por sí mismos. Al contrario de Bartleby, ellos “preferirían hacerlo”.

Hace algunos días el escritor argentino Pedro Mairal contó lo siguiente:

“Le pedí al ChatGPT que analizara poemas. Entendió perfecto hasta los más difíciles como “Tahona estuosa...” de César Vallejo, poemas de Girondo con palabras inventadas... Pero no entendió el giro de este poema de Fabián Casas. Lo tomó literal.”

La exhibición de atrocidades

Pequeñas casas devastadas por un posible
terremoto: un camión excavador volcado sobre
su lado izquierdo, las ruedas giran solas.
Un automóvil blanco boca abajo, más allá
otro rojo sin ruedas, tal vez colisionaron.
Es difícil saber qué fue lo que pasó.
Como el misterio del Mary Celeste,
flotando a la deriva sin tripulación, con la mesa servida
y el café aún caliente. Diferentes dinosaurios de origen chino
se agrupan tirados o de pie, en un rincón oscuro.
¿Habrán causado ellos la tragedia?
Linterna verde, el guardián del universo,
yace boca abajo, sin pilas. Y el Hombre Halcón,
que pasó mejores días en el escritorio,
está partido al medio. Un conejo mutante
se acurruca temeroso bajo el camión de lata.
El demiurgo que podría explicar esto
duerme sobre la cama matrimonial.

Incluso si la inteligencia artificial lograra explicar un poema como éste (y lo hará hoy o mañana), no podrá comprenderlo. Se necesitan un cuerpo y una historia para comprender. Toda narración está encarnada. La interpretación no es un proceso cognitivo o reflexivo del que el cuerpo sea un mero soporte. La respuesta a las palabras no es solo lingüística (decodificación); las áreas cerebrales del lenguaje se solapan con las que regulan el presupuesto metabólico, el sistema nervioso autónomo e inmune (alostasis). Lo dicho tiene repercusiones mentales y somáticas (corporizado). La naturaleza no es dualista. Una experiencia no se agota en su descripción. Toda lectura reclama un sujeto capaz de encarnar su fenomenología, incluso si resulta menos eficiente en términos productivos que un objeto.

IA degenerativa. Por qué no animaré a mis alumnos a subcontratar su inteligencia

De manera abrumadora, lo que disminuye la IA es la riqueza de la experiencia de comprensión. La comprensión es una experiencia, uno de los mejores aspectos de la experiencia humana. Gran parte de nuestra experiencia del mundo está ligada a ella. Claro, puedo pedirle a alguna IA que me explique la Fenomenología del Espíritu de Hegel, y tal vez eso lo haga más fácil, si tan solo pudiera entender bien las cosas básicas, lo cual es muy posible que no suceda. Pero el verdadero gozo de la comprensión se encuentra en el hecho de que no se puede simplemente leer la Fenomenología del espíritu de Hegel. Hay que luchar con ella. Uno tiene que ser leído por ella. Uno tiene que querer arrojarla contra la pared porque el libro a veces se siente como un asalto. Hay que querer quemar el maldito libro.

Sólo que no hay que quemarlo, hay que leerlo y comprender y experimentar lo que Hegel intenta decir. Entonces, la luz amanecerá y el sufrimiento resultará significativo, incluso si en ese sufrimiento se entremezcla una clara sensación de que Hegel, en última instancia, está equivocado. Pero tenga en cuenta: la comprensión no es un fenómeno incorpóreo, incluso cuando luchamos con abstracciones.


Referencia: Degenerative AI. Why I won't be encouraging my students to outsource their intelligence. Duncan Reyburn

La degradación de la experiencia y el significado, sistemáticamente excluidos del conocimiento científico, es un error metodológico y el sustento de una epistemología hostil que silencia lo que nos hace humanos para dar voz a las representaciones instrumentales que son muy útiles, pero necesariamente reductivas. La literatura le devuelve a lo real la dimensión compleja de la vida y nos protege de ese imperdonable olvido.

Nuestro “punto ciego”

Conocer presupone la experiencia, no se puede obtener experiencia solo de episodios de conocimiento. Tu ser siempre es más de lo que sabes. Llamamos a la fuente de la crisis de significado el punto ciego.

¿Qué es la “sustitución subrepticia”?

Malinterpretamos la ciencia y el mundo de la vida cuando promovemos entidades matemáticas abstractas al rango de lo que es realmente real mientras degradamos nuestra experiencia perceptiva concreta. La experiencia concreta siempre desborda las representaciones científicas abstractas e idealizadas de los fenómenos.

Se trata de la sustitución del ser concreto, tangible y observable por construcciones matemáticas abstractas e idealizadas. La sustitución del tiempo del reloj por la duración, la naturaleza en un instante por la naturaleza como proceso, la computación por el significado y la información por la conciencia. La sustitución subrepticia es esencialmente la sustitución del ser por los productos de un método para adquirir un tipo particular de conocimiento. También es la sustitución del mundo de la vida y la naturaleza fuera del   laboratorio científico por lo que fabricamos dentro del   laboratorio.

La tendencia a ver la naturaleza fuera del laboratorio enteramente en términos de conceptos y procedimientos aplicados a la naturaleza dentro del laboratorio. Esa idea es una versión de la sustitución subrepticia: sustituye el laboratorio por el mundo. Es la sustitución de una herramienta para describir fenómenos por la naturaleza misma, o confundir un instrumento de predicción sobre cómo suceden las cosas con las cosas mismas. Es una especie de error categorial.

El Punto Ciego de la ciencia es la degradación de la experiencia concreta y la elevación de las abstracciones que la sustituyen. Esta forma de pensar invierte todo el procedimiento de producción de conocimiento objetivo al suponer que un residuo estructural abstracto de la experiencia (como la “información”) puede explicar o fundamentar el ser concreto de la conciencia. Aquí nos encontramos con el punto ciego en su forma más extrema.

Escritores como Emily Dickinson, William Faulkner, James Joyce, Marcel Proust y Virginia Woolf representaban la corriente subjetiva de pensamiento y sentimiento, mientras que filósofos como Henri Bergson, William James, Edmund Husserl, Susanne Langer, Madreu-Ponty, Kitarō Nishida y Alfred North Whitehead trabajaron para descubrir la primacía de la experiencia directa en el conocimiento.


Referencia: The Blind Spot. Why Science Cannot Ignore Human Experience by Adam Frank, Marcelo Gleiser and Evan Thompson. MIT Books ISBN: 9780262048804

“El tiempo presente es un tiempo de mediocridad y de insensibilidad, de incapacidad de actuar y de necesidad de tenerlo todo listo. Nadie reflexiona; rara vez alguien vive su arduo camino hacia una idea” ("El adolescente" Fiódor Dostoyevski)

Los profesionales de la salud corremos el riesgo de imponer modelos terapéuticos con la autoridad social de la que por ahora gozamos. Ofrecemos versiones simplificadas de la existencia y el bienestar. Muchas veces las personas interpretan sus vidas, sus emociones y sus relaciones a través de una lente terapéutica. Refractan sus relaciones a través del lenguaje terapéutico. El problema es que se puede dibujar un mapa y luego reemplazar el territorio. Como adivirtió Ian Hacking, en un poderoso efecto recursivo, las clasificaciones "hacen personas", entonces nos definimos por nuestros diagnósticos. Al clasificar a esas personas (mapa), también les escribirmos un guión (territorio). Aceptar lo general frente a lo particular es muy importante para comprender, pero es pésimo para vivir. Tenemos la obligación de desconfiar de las explicaciones tranquilizantes que nos convencen y que, honestamente, ofrecemos al sufrimiento ajeno. En asuntos de la vida, los modelos mecanicistas, son malos modelos. Solo estando alerta ante la "seducción de la claridad", seremos capaces de darnos a nosotros mismos y a nuestros pacientes mejores explicaciones. Hay asuntos donde Dostoyevski tiene más para decirnos que "el Harrison".

La seducción de la claridad

"Nos estamos asemejando a esas personas activas que ruedan como la piedra, conforme a la estupidez de la mecánica. Allí donde solo reina el esquema de estímulo y respuesta, necesidad y satisfacción, problema y solución, la vida degenera en supervivencia, en desnuda vida animal." ("Vida contemplativa", Byung Chul Han)

Según afirma el filósofo Thi Nguyen: “La comprensión genuina otorga facilidad cognitiva. Cuando entendemos algo, categorizamos sus aspectos más fácilmente; vemos más conexiones entre sus elementos dispares; podemos generar nuevas explicaciones; y nos sentimos capaces de comunicar nuestro entendimiento. Entonces sentimos una placentera sensación de claridad que opera como una señal para dejar de pensar. Pero una claridad exagerada o prematura puede emplearse para manipular debilidades estructurales específicas de nuestra cognición. De modo que las fuerzas externas, en ambientes epistémicamente hostiles, pueden apelar esa seductora claridad (la sensación subjetiva de facilidad cognitiva y comprensión) para promover la aceptación de creencias, independientemente de su validez.”


Referencia: The Seductions of Clarity. Cambridge University Press:  24 May 2021
C. Thi Nguyen. DOI: https://doi.org/10.1017/S1358246121000035 

Gracias a lecturas como éstas, recién ahora comprendo algunas cosas que durante mucho tiempo me resultaron enigmáticas, oscuras. Me refiero a frases que guardé en un cuaderno, no porque me parecieran admirables sino porque me parecían incomprensibles. Soy médico, y eso implica muchas limitaciones cuando el pensamiento se asoma por fuera de su estrecho vecindario. Eran frases sueltas, sin contexto, escritas con lápiz negro entre manchas de café. Ahora, en la época del aplanamiento de la experiencia y la liviandad del pensamiento, creo que las entiendo un poco mejor. Leer, también es un refugio de esa intemperie. Espero que no sea demasiado tarde.

  • Por ejemplo, la célebre estrofa de don Antonio Machado en “Retrato”:

“Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos
y escucho solamente, entre las voces, una.”

  • O algo que leí en un ensayo del escritor búlgaro Elias Canetti:

“Lo que se desarrolla en línea recta y es perceptible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y, sobre todo, lateral”.

  • O este párrafo de Simone Weil:

"La inteligencia no puede ser movida más que por el deseo. Para que haya deseo, es preciso que haya placer y alegría. La inteligencia crece y proporciona sus frutos solamente en la alegría."

  • O este concepto de Arthur Schopenhauer que como un espejo cruel me reflejó con precisión durante casi todos mis años de formación profesional. Pero nunca me había dado cuenta.

"Cuanto más vulgar e ignorante es la persona, menos enigmático le parece el mundo. Todo lo que existe y tal como existe le parece que se explica por sí solo."

  • O esta frase de Bertolt Brecht que aplica brutalmente la anterior:

 “Si la gente quiere ver solo las cosas que puede entender, no tendrían que ir al teatro: tendrían que ir al baño”.

  • O esta afirmación de Ludwig Wittgenstein en "Investigaciones filosóficas":

"El significado de una palabra no se encuentra buscando el objeto o el referente 'detrás' de ella, sino observando su uso en los "juegos de lenguaje" en los que se encuentra desplegada. Comprender — un concepto, a nosotros mismos, a los demás— es la empresa de toda una vida."

Leer para “perder el tiempo”

Leemos por muchos motivos, y por ninguno. Leemos para disfrutar de la estética no trivial del arte y de la discreta felicidad de las palabras. Leemos para entender el mundo y para encontrar sentido a nuestra propia existencia. Leemos porque sí, porque queremos “perder el tiempo”. Leemos porque nos gusta ofrecer lo mejor de nosotros mismos a una tarea que no produce nada, que no vende ni compra nada. Leemos porque lo que más nos importa tiene valor, pero no tiene precio.

Un documental de la directora María Álvarez, “El tiempo perdido”, cuenta la historia de un grupo de personas que se reúne hace 20 años en un bar de Buenos Aires, a leer una y otra vez el mismo libro: “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust. Atravesando sus recuerdos y emociones, con gran sentido del humor, el grupo le da a la novela un significado nuevo y personal. Cada vez que terminan la lectura de esa obra monumental de siete tomos, comienzan a leerla otra vez. Como un Sísifo literario en busca de un sentido que nunca se termina de encontrar porque nunca se agota.


Este Taller de Lectura IntraMed comenzó con muchas dudas, repleto de incertidumbres e inseguridades. ¿Le interesará a alguien? ¿Quedarán personas que buscan un placer que demanda esfuerzo, que se demora y que resiste a la trivialidad? ¿Sabremos hacerlo?

Como cuentan los mitos de algunas tribus ancestrales, nosotros también decidimos no ponerle nombre a nuestro hijo hasta que pasara un tiempo. Conocíamos la alta “mortalidad infantil” de este tipo de iniciativas culturales. Como esos pueblos repletos de sabiduría, no queríamos quererlo hasta saber que iba a sobrevivir. Pero ha sobrevivido y ya no podemos evitar quererlo. Ahora necesitamos un nombre y, para encontrarlo, les pedimos ayuda.

Se nos ocurrieron algunos, pero no logramos decidirnos:

  • Mucho texto.
  • El tiempo perdido.
  • La utilidad de lo inútil.
  • Mentira la verdad.
  • Tercer ojo

¿Nos ayudan con más sugerencias?


En nuestro próximo encuentro, el miércoles 10 de julio vamos a conversar sobre el relato de Jorge Luis Borges: “Funes el memorioso”. Mientras tanto, los invitamos a hacer una lectura en común y a compartir nuestras impresiones en los foros que ya se encuentran disponibles. ¡Los esperamos!

Inscripción acá