Ciclo de entrevistas: “Invisibles”

Dr. Remilly Molini: “Siento que hago algo por la gente que lo necesita”

Atiende en el Dispensario Médico de la Isla Charigué, a la que solo se llega por lancha y siente que ese es su lugar en el mundo. Su comunidad lo toma como parte de la familia.

Autor/a: Celina Abud

No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Tal vez su esforzada tarea cotidiana les quite el tiempo para congresos, quizás no encuentren en esos escenarios las repuestas a sus necesidades. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”

 

Primero hay que cruzar el río, porque este lugar es inaccesible

El doctor Remilly Molini supo que quería ser médico 40 años atrás, cuando terminó la secundaria. Tenía tíos que compartían la profesión, tal vez por eso le “agarró la chiripiorca por hacer medicina”, según dijo entre risas. Desde hace más de tres décadas, es el único médico en el Dispensario de la Isla Charigüé, que pertenece a la jurisdicción de Victoria, Entre Ríos. Ese centro es el único para toda la región de islas, extenso en territorio.

En Charigüé, donde solo se llega vía lancha, Molini atiende a cerca de 50 familias, pero también coordina visitas con otros pacientes en territorios de muy difícil acceso, más cuando hay bajante.  Al ser “personal único”  también se ocupa de las tareas de mantenimiento, como pintar y cortar el pasto.

Médico a veces, miembro de la comunidad otras, Molini no duda en decir que la isla es “su lugar en el mundo” y que su misión en la vida es la de estar cerca de las necesidades de la gente. Aquí, su historia.

¿Cómo llegó a ser el único médico de las Islas Charigüé?

Terminé la carrera en 1984 y después de realizar cursos apareció en 1988 la posibilidad en una cooperadora que existía desde hacía tiempo en la zona del Charigüé, porque buscaban un médico para poder atender las necesidades de la gente. Yo soy oriundo de Nogoyá, Entre Ríos y a mí  siempre me gustó la isla, el río, la naturaleza, la pesca. Cuando surgió la posibilidad, me ofrecí y me dijeron “sí, estamos buscando desesperadamente a un médico”. Entré a trabajar primero una vez a la semana, fui conociendo las familias y después, a lo largo del tiempo, surgió el cargo provincial, se creó el dispensario, se llamó a concurso y ya arranqué oficialmente, porque todos los años anteriores los había hecho ad honorem.

¿Cómo podría describir su rutina diaria?

Primero hay que cruzar el río, porque este lugar es inaccesible, solo se llega en lancha. Tengo una en el puerto de Rosario y con ella vengo hasta el centro de salud. Por suerte hoy, con los celulares, estamos conectados con los pacientes y podemos coordinar una entrevista, verlos o atenderlos en su domicilio, según las necesidades. Después, a la tarde, atiendo en consultorio y hago las tareas inherentes a su funcionamiento, porque soy personal único. Así termino el día o fuera de hora también, porque mientras yo estoy la gente me busca cuando surge una urgencia. A veces paso la noche acá, coordino con un bioquímico para hacer análisis, llevamos las muestras. Pero también hago tareas de mantenimiento: cortar el pasto, limpiar, pintar un poco.

¿Desde 1988 es el único médico de la región?

Si, este es el único centro de salud, que se habilitó formalmente en 1994 en la provincia de Entre Ríos para toda la zona de islas. Dentro de mis tareas me encargo de la vacunación. Durante estos dos años de COVID estuve vacunando en distintos lugares de las Islas con el apoyo del Ministerio, que me ofrecieron un helicóptero. Gracias a eso pude recorrer áreas muy distantes, porque encima por la bajante que hubo, hay lugares que son completamente inaccesibles. En ese helicóptero, que pertenece a la policía, me llevaron a distintas escuelas donde nucleo a la gente a través de los maestros. 

¿Cómo fue el desafío de la vacunación contra la COVID-19 y con el calendario de todos los años en toda la región de islas?

El calendario de todos los años se cumple con normalidad porque tengo registrado a los pacientes y coordino un día en especial, en el cual llevo las vacunas que me la jurisdicción de Victoria. Y con la COVID, tuve una gran ayuda de los maestros de las escuelas: como conocen a todos y las escuelas están muy desparramadas en la zona de Islas, ellos juntaron la gente y me ayudaron a ver cuáles eran las necesidades de vacunación. Me pasaron los datos de los padres de los chicos y los familiares de la zona. Y a partir de eso, coordinaba la visita a las escuelas, muy alejadas unas de otras. Pero con el helicóptero en un día podíamos visitar tres o cuatro. Estamos en la etapa de la segunda dosis y a la vacuna nueva que de una sola dosis (Cansino) se las reservo a quienes están muy lejos, porque es muy engorroso la logística para llegar con las vacunas. Aparte tienen un tiempo de conservación y cuando terminás tenés que llevarlas nuevamente al frío.

¿Qué anécdotas tiene con sus pacientes y cuáles son sus principales afecciones?

Anécdotas sobran. Muchos de los que vi nacer ya están casados, tienen hijos, una familia, trabajan. Algunos están instalados acá y otros migraron. Si bien no conozco a todos en la región de Islas, en Charigüé sí. Recuerdo una anécdota de una señora que le dolía la panza y pensaba que tenía una patada al hígado, pero en realidad estaba embarazada de siete meses.

Acá hay muchos accidentes de motosierra o demalezadora.  A quienes los sufren hay que atenderlos y trasladarlos urgente. Por cuestiones operativas de distancia los tengo que llevar a Rosario. Con las mordeduras de víbora pasa lo mismo. En conclusión, más allá de las enfermedades comunes, tenemos accidentes domésticos típicos de gente que trabaja en el campo, como patadas de caballo o quebraduras. Hace un ratito nomás acabo de atender al maestro que lo agarraron unas avispas. Tuve que medicarlo y llevarlo a Rosario. Pero sin duda, el más accidentado soy yo, me pasó de todo.

Algo lindo para decir es que  los chicos también vienen solitos a atenderse. Para ellos es normal, nenes de 8 o 9 años vienen al consultorio, para ellos es natural darse una vuelta. Preguntan si les toca vacunarse y a veces les digo  “pará, a vos no te toca”. Soy como el tío.

Formás parte de la familia, porque acá te hacen partícipe de los cumpleaños, las fiestas. Si hay una yerra o una fiesta de 15, estás invitado

¿A cuántos pacientes atiende en total?

En este sector a 50 familias, pero son más porque la zona de islas es muy amplia. Para atenderlos combino con ellos, les digo “voy tal día, a tal hora”, porque por distancias y por los costos –el combustible no es nada barato – no puedo ir a diario para ver una sola persona. Siempre me manejé así, junto la información y pautamos. O vamos por una emergencia. Por lo general la gente viene más al consultorio, pero ahora están limitados por el tema del agua. Si no hay bajantes, pasan por el dispensario porque tienen la posibilidad de venir en su bote. Pero algunos llegan a caballo, caminando o en bicicleta. 

¿En qué cambia la relación médico-paciente la convivencia con las familias que atiende?

Formás parte de la familia, porque acá te hacen partícipe de los cumpleaños, las fiestas. Si hay una yerra o una fiesta de 15, estás invitado. Además no falta el paciente que te tae una docenita de huevos. Acá es así, estás muy integrado. Participás no solo de la parte profesional médica sino también de la parte afectiva.

¿Qué recompensas y satisfacciones personales y profesionales encuentra usted en ejercer la medicina en este lugar?

Lo que yo siento es que estoy haciendo algo por gente que lo necesita. Acá no se espera nada a cambio. La idea es tener la posibilidad de dar a la gente –que está en un lugar un tanto inhóspito y alejado de los grandes centros– al menos una respuesta, solucionarles un problema, ya sea por enfermedad, repartirles la leche o los medicamentos. o bien para consolarlos o acompañarlos. Darles algo que por ahí no es tan fácil de obtener en estos lugares, porque por ahí tienen una emergencia a las 2 de la mañana, el río está picado por viento sur y no pueden cruzar. Entonces no han faltado veces que me vinieron a buscar de madrugada cuando me quedé. Eso es mi mayor satisfacción: poder dar una respuesta a las necesidades de la gente.    


* El Dr. Remilly Molini es médico emergentólogo, legista y generalista. Atiende en el Dispensario de Salud de la Isla Charigué, el único para todo el territorio de Islas del departamento de Victoria, provincia de Entre Ríos.


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