Ciclo de entrevistas “Invisibles”

Dra. Laura Larrambebere: “Debemos ponernos en el lugar del paciente y recuperar la escucha activa”

Es pediatra, secretaria de Salud de Arequito, Santa Fe y está a cargo del SAMCO de su pueblo. Es madre y también colabora con el club de sus amores. Aquí su historia.

Autor/a: Celina Abud

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.

La pediatra Laura Larrambebere siempre supo que quería ser “médica de niños” y atender en su pueblo, Arequito. De hecho, cuando era chica, sólo jugaba con los muñecos para hacerles vendajes y yesos. Además de tener su consultorio, la vida y su comunidad le dieron otros espacios, como el de ser Secretaria de Salud y directora del Hospital SAMCO. Madre de Santiago desde 2005, también se reserva un tiempo para participar de la comisión de la pileta climatizada del Club Belgrano, del que se declara “muy hincha”. Incansable, agradece cada momento en el que puede ejercer su vocación. En diálogo con IntraMed, compartió su historia.

Cómo es su rutina de todos los días y cómo congenia el consultorio con su cargo público. Fui a estudiar a Rosario, pero siempre supe que quería volver. Y así fue. Me casé, puse mi consultorio de pediatría y en 1997 me convocaron para trabajar en la Secretaría de Salud de la Comuna, que es un cargo ad honorem para colaborar con la comunidad con trabajos que impacten positivamente, como organizar charlas, talleres y eventos. También trabajo en el SAMCO, bajo la consigna de acompañar al único efector de salud pública de nuestra comunidad, que atiende a 7 mil habitantes.

Mis horarios son como un rompecabezas. Pero en 2005 nació mi hijo Santiago, que llegó para cambiar mi rutina para bien, porque dedico más tiempo a mí.  Pero mi trabajo es mi vocación y no puedo dejar la veta de interactuar con la gente. Todas las mañanas voy al SAMCO  hasta las 13. Vuelvo a casa, comparto ese rato con mi hijo y a las 16, empiezo a trabajar en el consultorio hasta que se termine la demanda espontánea. En algún momento del día o de la noche tengo reuniones con los equipos de salud de la comuna con los que trabajamos: consumos problemáticos, servicio local de niñez, violencia de género, servicio de atención a la tercera edad, las escuelas... Trato de organizarme y mi día termina a la 1 de la madrugada porque soy muy noctámbula. Para ese momento hago algo para distraerme, como ver tele o leer un libro.

Principales problemas de salud que afectan a la familia de la zona.  Los problemas fueron cambiando. En un momento trabajamos en una ordenanza para el uso responsable de fitosanitarios en Arequito, porque teníamos la “sensación térmica” altísima sobre lo que pasaba con ellos, la salud y la comunidad, pero necesitábamos saber cuál era la “temperatura” real. Entonces, acompañados por la Universidad Nacional de Rosario, realizamos una encuesta que nos llevó a conocer qué es lo que enferma a la gente de nuestra comunidad. Por supuesto que las enfermedades cardiovasculares ocupan el primer puesto (hipertensión, afecciones cardíacas); le siguen las respiratorias (en la Pampa Húmeda hay muchos episodios de alergia, también hay EPOC asociado al tabaquismo) ; afecciones oncológicas también. Como pediatría es una especialidad que trabaja en lo preventivo, nosotros hacemos los controles de salud de los niños sanos, dosificamos las vacunas y en pacientes pediátricos las patologías que más vemos son las infecciosas, las febriles y las respiratorias. Bastante más lejos están las dermatológicas y las digestivas.

Cómo fue atravesar la pandemia. La crisis de Covid-19 me sorprendió en la Secretaría y en la Dirección del SAMCO, porque en ese momento el médico director estaba de licencia por una situación familiar. Fue un momento muy difícil de mucha incertidumbre, con un aprendizaje diario de protocolos que teníamos que transmitir a la gente. También de mucho miedo del ingreso del virus, porque veíamos lo que pasaba en Italia, la cantidad de fallecidos. De forma permanente teníamos que hacer comunicados o charlas en los medios para explicar cómo manejarnos. Por supuesto que tuvimos rispideces incluso dentro de nuestra comunidad, ya que en un principio el panorama era muy restrictivo y eso repercutía en lo laboral. Debimos enfrentarnos con la realidad de que si no se trabajaba, no se llevaba el pan a la mesa. Por ende, se trabajó con el servicio social para poder acompañar a esas familias. Y cuando llegó el primer caso fue un caos. Lo recuerdo, lo notificaron el 28 de julio del 2020 a las 8.30 de la noche. Hicimos el examen físico de la persona infectada, trazamos toda la ruta epidemiológica y lo comunicamos. Tuvimos que dividir el hospital en tres sectores: uno de urgencias (rojo), un sector verde para pacientes con patologías no respiratorias y uno amarillo para las consultas de pacientes con síntomas compatibles con COVID-19. Además tuvimos que instituir consultorios para cada uno de estos grupos, una guardia, uno común, otro de enfermedades respiratorias. Hasta debimos armar un hospital de campaña. Vivimos situaciones muy tristes: al conocernos todos, quien enfermaba gravemente o fallecía podía ser un amigo o el papá de tu paciente.  Trabajamos muchos meses por 24 horas y cuando se iniciaron las campañas de vacunación, tuvimos que dar respuestas a la ansiedad, de por qué no les llegaba el turno. De todo el aprendizaje me llevo son dos cosas. Una, que los seres humanos somos capaces de adaptarnos a cualquier situación, por adversa que sea y cambiar nuestra rutina. Hablo por mí y por todos aquellos con quienes trabajé, ya que en el SAMCO éramos 80 personas dispuestas a colaborar.  Y la otra, la importancia de formar grupos de trabajo, del equipo, de la buena gente que siempre está dispuesta a dar una mano. Lo que hace uno solo nunca será igual a lo que podemos hacer todos juntos y en esto incluyo no sólo al personal de salud sino a toda la población de Arequito que tuvo que cambiar su rutina (porque no se podía ir a clases ni a los parques, no se veían con sus familias, los abuelos, la tristeza de las personas de la tercera edad). Me llevo que todos somos mucho más fuertes y cada una de las personas es mejor si tiene a otro al lado.

Recompensas y satisfacciones de ejercer la medicina en su pueblo de origen. Recuerdo que en mis épocas de estudiante, cuando volvía de Rosario a Arequito, viajé con una exprofesora de la escuela. Ella me dijo: “Laura, nos no tenés que volver a Arequito, porque nadie es profeta en su tierra, no vas a ser bien recibida”. Y yo le contestaba “¿Por qué, si yo amo a mi pueblo y quiero desarrollarme ahí?”. Ya hace 27 años que ejerzo en Arequito y recibo  mucho cariño de mis pacientes y de sus familias. Incluso hoy trabajo con una colega que solía ser mi paciente. El cariño recibido me llega al corazón, no me importa estar durante muchas horas en el consultorio porque me llena de satisfacción y me divierte. Nunca me levanté una mañana pensando “otra vez tengo que hacer lo mismo”, porque para mí este trabajo es un placer. Yo soy agradecida a la vida, a la comunidad por el espacio que me dio y por sobre todo a mis padres, porque al principio, cuando fui a estudiar a Rosario la pasé muy mal. Extrañaba mucho, me volvía todos los viernes despidiéndome de las chicas del pensionado diciendo: “Me vuelvo”. Pero mi mamá me esperaba para decirme: “Hasta que no me demuestres que esto no es lo que te gusta, vos a Arequito no volvés”.  Yo le decía que como me gustaban los chicos, podía estudiar cerquita para maestra jardinera, pero ella me insistía: “Hacé un año Laura, y si realmente no te gusta, volvé”.  Cada lunes, ya en Rosario, lloraba a mares, pero después de dar mi primer parcial y que me fuera bien, me dije “y bueno, a lo mejor…” Hoy a la distancia veo que lo que sentí era miedo, por eso le agradezco a ellos que no hayan claudicado, porque sabían desde toda la vida qué era lo que yo quería hacer, y el miedo me hacía pensar que me quería volver a casa. También, por supuesto, estoy agradecida al Hospital de Niños Vilela, que me formó y me dio los mejores amigos que puedo tener.

Anécdotas con pacientes. Tengo un millón, pero antes quiero destacar que pediatría tiene una particularidad que me encanta: que uno no sólo es el médico del niño, sino también de las familias, que te consultan por cualquier situación.  Se genera un vínculo hermoso donde nos toman como referentes, y por más que yo no sepa nada de traumatología de adultos o cirugía, a lo mejor les genera tranquilidad que les pase un teléfono.

En el consultorio recuerdo dos historias. Llega un momento en que los chicos colaboran con el examen físico desde que son recién nacidos hasta los 11 meses. Pero a partir de ese momento no les empieza a gustar y así empieza una pelea del niño contra mí hasta que tiene casi tres añitos, cuando vuelve a colaborar. Tuve una paciente que ahora ya es grande, que se llama Julieta. Yo estaba emocionada porque había logrado que estuviera más tranquila si la revisaba sentada sobre su mamá.  En un momento en que la estaba auscultando ella, de la nada, me pega una trompada en el medio de la nariz. Su mamá estaba muy avergonzada. Desde entonces la bautizamos “Julieta Tyson”, porque era la boxeadora.

Y la otra es que yo tengo una malformación, una lengua muy particular. Un día se la mostré a una pacientita llamada Andreina y ella me escribió una nota que decía: “Laura, yo no puedo entender cómo vos, con una lengua tan fea, te podés haber casado con alguien”. Los chicos me hacen divertir mucho con sus ocurrencias y por supuesto me guardé la notita. Disfruto mucho de ellos, de que te manden un mensajito para tu cumpleaños con esas vocecitas que te derriten, todas cuestiones muy lindas que me llenan el corazón.

Reflexión sobre la medicina y la práctica diaria actual. A veces hablamos con los colegas sobre muchas cosas que cambiaron. En la pandemia hubo consultas virtuales, pero  lo que nos vincula al médico con el paciente no lo podemos reemplazar con virtualidad, por más práctico que sea. Mirarnos a la cara nos sirve mucho más. Yo (y me pasa a mi como paciente) he notado mucha distancia entre el vínculo médico-paciente, es difícil llegar al médico y nosotros en los pueblos no estamos acostumbrados a eso, porque somos muy cercanos y nos encontramos en todos lados, en la cancha o en el parque, si estás cenando en lo de algún amigo, saben dónde te tienen que ir a buscar. Y a veces noto en la medicina de las ciudades esa distancia. En el pueblo nos podemos encontrar y yo creo que este encuentro presencial no se reemplaza por ningún otro medio de consulta. Me gustaría rescatar una medicina más humanizada. He tenido que atravesar momentos muy penosos con mi mamá y con mi papá, ambos fallecidos, experiencias que no han sido del todo lindas, así como he tenidos otras con médicos con una calidad humana increíble. Cuando uno está del lado del paciente se da cuenta todas las cosas que al paciente le pueden molestar, generar dolor o disconfort. Y después uno trabaja para que los pacientes de uno no lo sientan. Yo creo que lo que uno cuestiona de la medicina actual es que pareciera que se está deshumanizando. Y que falta más ese vínculo, ese apapacho con el paciente. Pero es una visión personal de alguien que vive en una comunidad pequeña. Yo creo que los médicos tenemos que recuperar la escucha activa. Ponernos en el lugar del paciente, escucharlo y mantener la humanidad, que para eso nos hemos formado.


*Dra. Laura Larrambebere – Médica Pediatra. Secretaria de Salud Pública de la Comuna de Arequito, Santa Fe. A cargo de la dirección del Hospital SAMCO. 

IntraMed lo invita a ser parte
del ciclo INVISIBLES
Si usted es o conoce a algún profesional de la salud que atienda en zonas remotas o se especialice en enfermedades desatendidas, puede escribirnos a crabud@intramed.net