Ciclo de entrevistas “Invisibles”

Dra. Marina Pekaroff: “Cuando empecé a atender en los pueblos, me reencontré con la medicina”

La pediatra ejerce en el Hospital Zonal de Bariloche, pero dos veces por mes va a las localidades de Comallo y Pilcaniyeu. Hoy busca incentivar a colegas para que sigan con esas visitas.

Autor/a: Celina Abud

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.
 


La pediatra Marina Pekaroff supo que quería ser médica desde la secundaria y fue la primera profesional de salud en toda su familia. Nacida en Las Toninas, fue a Buenos Aires a estudiar, realizó su residencia en Mar del Plata, cerca del mar, pero “por cuestiones familiares y de la vida” ahora ejerce en Bariloche. Actualmente es Jefa de Pediatría del Hospital Zonal de esa ciudad. Pero dos sábados al mes atiende en los pueblos Comallo y Pilcaniyeu, que pertenecen a la Línea Sur (ruta que une Bariloche con Las Grutas). Allí la médica asume que no sólo se reencontró con la medicina, sino también consigo misma pero del otro lado, como pediatra, ya que ella también es de un pueblo pequeño.

“Me gustaría que después de que yo me vaya,  este legado quede con el servicio de pediatría. Me estoy encargando de entusiasmar gente, he ido con residentes  a trabajar a los parajes y veo en estas nuevas generaciones (de las cuales yo aprendo todo el tiempo) mucha felicidad por lo que hacen. Ojalá este servicio quede en manos de alguien que le guste hacer esta actividad”, dijo durante una entrevista a IntraMed, en la que compartió su camino y sus vivencias con los más chicos.

¿Cuándo empezó a atender en los pueblos de Comallo y Picaniyeu, con qué frecuencia va y qué población tiene cada uno de ellos?

Empecé tímidamente a ir cada tanto a los parajes

A mí siempre me gustó la salud pública, pero cuando llegué a Bariloche comencé a trabajar en el sector privado. Recién en 2012 entro en el Hospital Zonal, que es centro de referencia de muchos parajes. Tenemos derivaciones de (Ingeniero) Jacobacci, Villa La Angostura… Entonces empezamos a ver que si uno de nosotros iba a estos pueblos, la comunicación iba a ser mucho mejor, ya que en esos lugares nunca hay un especialista. Sí hay médicos que no han tenido una residencia, van cuando terminan la facultad. Entonces, para hablar “el mismo idioma”, empezamos a conectarnos por pacientes que nos llegaban a nosotros. Empecé tímidamente a ir cada tanto a los parajes. Hasta que hace 5 o 6 años se armó un equipo con clínicos, cardiólogos y me convocaron por ser pediatra. Me encantó la propuesta porque siempre me gustó ir a la Línea Sur. A partir del 2021 me incorporé al equipo  en el que nos pusimos de acuerdo para ir todos juntos. Hoy voy dos sábados por mes a los pueblos. Uno  a Comallo y el otro voy a Pilcanyeu.

Pilcaniyeu queda a 60 kilómetros de Bariloche, es una población muy chiquita, de 2.000 habitantes y al no estar tan lejos del hospital, su gente tiene cierto acceso al establecimiento.   En el pueblo me seleccionaron pacientes con enfermedades crónicas que necesitaran sí o si la visión del pediatra, como por ejemplo chicos con algunas cuestiones del neurodesarrollo. Pero cuando voy, la gente se entusiasma y quieren que los vea un pediatra, aparecen chicos sin patología, de seguimiento. Lo bueno de ir desde el hospital es que  también los ayudo con la parte burocrática, no solo con la atención. Entonces si ellos necesitan una radiografía, una ecografía, tomografía o alguna interconsulta con especialidad, yo se las voy tramitando cuando vuelvo para Bariloche. Les facilito el viajar y hablar por teléfono, cosas engorrosas.

Cuando voy a Comallo, es el mismo sistema. Está a 160 kilómetros, la población es un poco más grande, de cerca de 3.500 habitantes.  Yo hago exactamente lo mismo, quedo en contacto con los médicos que están en cada uno de los hospitales, entonces soy un poco la referente cuando hay que derivar o hacer una consulta por algún paciente.

¿Cómo cambia su rutina cuando atiende en Bariloche y cuando ejerce la práctica médica en los pueblos del sur?

Yo siento que es mi trabajo, que no hay nada que agradecer, pero ellos agradecen permanentemente

Siempre digo que es mi cable a tierra. Cuando empecé a ir a Línea Sur, me reencontré con la medicina, porque Bariloche es una ciudad, funciona a un ritmo diferente, los tiempos de espera son otros. Cuando uno llega a los pueblos, ya de por sí el paisaje es una locura, que me sorprende todos los días porque voy en todas las estaciones. Y además, la gente tiene un tiempo de espera totalmente distinto. Yo voy los sábados, así que los pacientes están disponibles y me aguardan. La sala de espera es muy silenciosa, los chicos juegan, hay paz, se escucha la naturaleza. Están todos súper agradecidos de que vayas. Yo siento que es mi trabajo, que no hay nada que agradecer, pero ellos agradecen permanentemente. Nosotros vamos con otros médicos y cuando terminamos, nos hacen de comer ahí en el hospital, nos cocinan muy rico en ambos lugares. Y hablamos de las historias de vida de nuestros pacientes. Atiendo a muchos chicos institucionalizados en hogares escuela y me han llegado chicos acompañados con el padre o con el maestro de la escuela. Son desafíos permanentes porque yo me encuentro con un niño que no tiene una historia clínica detallada, entonces uno tiene que empezar a usar el instinto, lo que ves. A leer situaciones familiares muy diferentes a las de Bariloche.

¿Cuáles son los principales problemas de salud en los niños de los pueblos que visita?

El principal problema que veo es la obesidad. He tenido con algunos casos aislados muy buen resultado cuando hicieron dieta y ejercicio. Pero en los pueblos, los chicos no sienten la obesidad como una enfermedad porque son toda la familia así, con ese tipo de contextura. 

También están los chiquitos de los parajes que necesitan algún tipo de rehabilitación y  no tienen la disponibilidad de ingresar a las terapias como en las ciudades, donde tenés psicopedagoga, fonoaudiología, terapia ocupacional. Tengo algunos chicos con retrasos madurativos o con encefalopatía no evolutiva que necesitarían algo más armado en terapias, pero acceden poco. La buena noticia es que hace dos o tres meses se incorporó a Comallo un equipo de rehabilitación que va una vez por mes, como nosotros. Entonces hacen las terapias con todos los especialistas con esa frecuencia, que es poco pero es mejor que nada.

También tenemos la hidatidosis, porque es endémica acá. En el hospital hay un equipo de cirugía que hace screenings en todos los parajes, y alguno que otro me llega para un seguimiento, tengo uno en Pilcaniyeu y otro en Comallo. El recorrido con ecografías abdominales se hace cada dos o tres meses. Y así se descubren un montón de casos. No consultan por ello porque es una enfermedad silente. En pediatría no es tan frecuente, pero al estar en un lugar endémico hay algún que  otro caso.

¿Cuáles son las dificultades o desafíos que presentan la atención en estas zonas?

Hay que adaptarse a cuestiones culturales. Cuando hablo, me tengo que asegurar que los pacientes entiendan lo que les digo. A veces es un poco engorrosa la comunicación médico paciente, porque ellos viven otra realidad. Uno se tiene que amoldar a los tiempos de los habitantes, porque uno quiere todo ya y ellos están acostumbrados a la espera. Me di cuenta cuando llegué que tuve que acoplarme a esa espera y no hacer todo inmediato.

Y el llegar allá a veces se ha hecho difícil. A nosotros nos viene a buscar una camioneta 4x4 del hospital. En Comallo nunca tuve que suspender una visita, pero los caminos son bastante complicados. Si tienen que trasladar pacientes de urgencia, los choferes de ahí son excelentes. Están acostumbrados, pero la han pasado mal varias veces con los traslados. Por otro lado, en Comallo tienen mucha dificultad con el agua durante el verano.

Otra cuestión es que por trabajo, mucha gente de Línea Sur se tiene que ir a vivir a parajes de campo y los chicos se quedan en el hogar escuela. En otras ocasiones se va el papá solo y se queda la mamá. Las familias están separadas, pero los chicos están bien y a veces los maestros conocen más a los chicos, porque los tienen de lunes a viernes. Y nosotros, los médicos, nos tenemos que acostumbrar culturalmente a eso.

¿Qué anécdotas recuerda con sus pacientes?

A los casos de niños con síndrome metabólico los trabajo con una nutricionista infantil que es también diabetóloga y hacemos el seguimiento juntas. Pero a uno de estos pacientes, Simón, lo considero mi mayor éxito terapéutico. Cuando lo atendí por primera vez, era muy obeso. Pero al volverlo a ver después de tres meses (tiempo en que cito para el control de peso) quedé impactada con su descenso. Se había recontra puesto las pilas. Yo me quedé maravillada cuando me contaba que hacía más cosas de las que yo hubiera tenido voluntad de hacer. El nene sale a correr por el pueblo, que es estepa, se anotó en el gimnasio, me contaba la dieta que hacía. Y la consulta terminó siendo de él contándome a mí lo que hacía en lugar de decirle yo lo que tenía que hacer. Fue maravilloso.

Pero hay otras consultas sin ese mismo éxito en la que una es un poquito pediatra y un poquito psicóloga. Porque la obesidad es multifactorial y el tiempo de inactividad en los pueblos, sobre todo en invierno, es bastante. De todas maneras,  mi objetivo actual es poder poder armar un equipo de nutrición para hacer talleres con los chicos.

¿En qué cambia la relación médico / paciente atender en estas localidades?

Vas y te sentís un poco parte de esa familia.

Todos tienen mi contacto telefónico y además los médicos están autorizados a darles mi teléfono. Es gente muy prudente en el sentido de la consulta porque ellos saben que trabajas hasta las 16. Es muy difícil que te caiga una llamada a la noche y ellos se comunican realmente para lo necesario. Está muy marcado el respeto por la actividad de uno. Incluso a veces los tengo que llamar yo para preguntarles cosas, porque ellos no quieren “molestar”. Pero voy conociendo las historias de todos, te vas involucrando tanto que ya te ponés contenta cuando los ves llegar. La consulta con ellos es súper linda. Después, cuando nos vemos acá en Bariloche en contexto de internación, se ponen muy contentos de ver una cara familiar en esas situaciones tan difíciles. Eso es buenísimo para los pacientes y las familias. Y también para mí.

¿Qué recompensas o satisfacciones personales y profesionales encontró usted en ejercer la medicina en lugares como estos?

Yo nací en un pueblo muy chiquito, de 2.000 habitantes. Entonces yo cuando voy a esos parajes, es como encontrarme con mi persona delante, ahora siendo pediatra, y la verdad es que es emocionante. La Línea Sur me llegó en un momento de pospandemia  en el que todo el personal de salud tuvo un montón de situaciones de mucha introspección. Esta propuesta fue como un alivio, un mimo. Encuentro mucha satisfacción cuando me toca el día de Línea Sur porque sé que voy a estar rodeada de gente excelente, pacientes, colegas, un grupo que nos gusta muchísimo lo que hacemos y eso lo rescato, no hay nadie que vaya a trabajar sin ganas. Además hoy en día, con tanta virtualidad, conocernos en persona es casi anecdótico.  Por todo esto, mi trabajo es absolutamente satisfactorio a nivel personal y profesional.  Claro que hay desafíos también. Yo allá estoy sola, entonces no tengo a un colega para consultar sobre un paciente y la decisión la tengo que tomar yo. También es crecimiento profesional para mí.


*Dra. Marina Pekaroff – Jefa de Pediatría del Hospital Zonal de Bariloche. Atiende también en los pueblos de Comallo y Pilcaniyeu, de la Línea Sur, ruta que une Bariloche con Las Grutas, en Río Negro.

IntraMed lo invita a ser parte
del ciclo INVISIBLES

Si usted es o conoce a algún profesional de la salud que atienda en zonas remotas o se especialice en enfermedades desatendidas, puede escribirnos a crabud@intramed.net