Ciclo de entrevistas “Invisibles”

Dra. María Lila Sylvestre Begnis: “Elegí ser médica general para atender a los más desprotegidos”

Recibida en Rosario, iba a especializarse como cirujana, pero un viaje la marcó. Jubilada del sistema público, hoy atiende en Andacollo, Neuquén, donde vive hace más de 30 años. Recomienda a los jóvenes trasladarse a los lugares donde más los necesitan.

Autor/a: Celina Abud

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.


La doctora María Lila Sylvestre Begnis se desempeñó durante 33 años como médica general rural en la zona norte de la provincia de Neuquén, precisamente en las localidades de Buta Ranquil y Andacollo, donde reside hace más de treinta años y hoy, ya jubilada del sistema público, atiende de forma privada en su consultorio.

Si bien siempre supo que quería dedicarse a la medicina – su madre le contaba que de niña, ella tiraba las muñecas por las escaleras, para después curarlas – cambió de parecer sobre su especialidad. Recibida en Rosario, había empezado a concurrir a un servicio de Cirugía. Sin embargo, en 1983, con la llegada de la democracia, comenzó a militar en la agrupación universitaria Franja Morada y en ese contexto hicieron visitas a la Patagonia a lugares recónditos que no habían sido visitados por médicos desde hacía años. Eso la marcó: “En la localidad Buenos Aires Chico Abajo (provincia de Río Negro) los pobladores habían hecho un galpón de adobe porque el médico argumentó que no tenía donde atender. Después le compraron un fuentón porque dijo que no tenía agua. Finalmente el médico nunca apareció. Ahí di cuenta que en Rosario había miles de profesionales, pero en otros lugares del país se podía hacer la diferencia”.

La doctora Sylvestre Begnis dejó atrás la idea de ser cirujana para buscar residencias en Medicina General. Había conseguido entrar a una de ellas y a otra de Clínica Médica en Rosario, pero renunció para irse a vivir a Neuquén y formarse en el Hospital Castro Rendón. De ahí la mandaron a Buta Ranquil, una localidad que en ese entonces tenía 900 habitantes. Se quedó allí tres años y después su siguiente destino fue Andacollo, donde vive hace más de tres décadas.

“A los jóvenes, tanto a los médicos generales como a los especialistas les diría que se animen a venir a estos lugares, porque hay poblaciones completamente desprotegidas y, después de todo, la medicina es vocación de servicio. Por supuesto que uno quiere ganar bien, pero en nuestra profesión, la mayor satisfacción se encuentra en resolver los problemas  de las personas que acuden a nosotros para ser ayudados”, señaló a IntraMed. Aquí, su historia.

Relación médico-paciente en los lugares en los que atendió.

Me quedé en Andacollo porque acá está mi vida, mis pacientes, mi familia. Mis hijos se fueron a estudiar y los voy a visitar aprovechando que estoy jubilada. Puedo decir que acá la relación médico-paciente es muy diferente a la de una ciudad grande. En este momento estoy atendiendo los embarazos de mujeres a las que yo vi nacer. Incluso en el hospital hay colegas que traje al mundo. Por ende, el vínculo es más fluido, conozco la historia de toda la familia y hay una confianza. De hecho, muchos chicos que se van a estudiar a Mendoza, Córdoba o Buenos Aires se atienden en el hospital de acá, porque te conocen más allá de que en las urbes haya más recursos.

Es lindo cuando hacés la diferencia. Recuerdo el caso de una chiquita que quedó con severas complicaciones tras un parto domiciliario, nocturno y al aire libre en la localidad de Los Miches (una reserva mapuche a unos 20 kilómetros de Andacollo). Rescatamos a la beba. Le tuvieron que sacar un pulmón, por lo que necesitaba oxigeno domiciliario permanente, con bigotera. Esa nena no podía ir a la escuela cuando hacía frio o en épocas de gripe, porque su único pulmón podía fallar. A sus 8 años no sabía leer ni escribir, porque  su madre tampoco sabía. En tiempos donde no existía la Defensoría de la Niñez, Adolescencia y Familia, me peleé e hice gestiones para que la nena tuviera una maestra domiciliaria, porque entendí que una niña que no podía moverse y que andaba con una mochila de oxígeno al hombro, la única posibilidad de expandirse era a través de su cerebro e imaginación. Lo logramos. Solo iba a la escuela en verano y terminó la primaria muy bien. En la secundaria comenzó otra lucha porque tuvieron que ir varios profesores, pero terminó siendo abanderada. Hoy, con su mochila de oxígeno, está estudiando Ciencias Económicas en la Universidad de Neuquén.

Principales problemas de salud en sus áreas de atención.

Varió mucho la epidemiología desde cuando llegué en la década de 1990 hasta hoy. En esa época primaba la desnutrición infantil (casi un 20% de chicos desnutridos), el alcoholismo y algunas enfermedades infecciosas como la hidatidosis y la tuberculosis. Eso cambió. La obesidad ganó terreno (en niños inclusive) porque tenemos más vehículos y los chicos también se volvieron más sedentarios por el tema de las pantallas (cosa que agravó la pandemia). El exceso de peso conlleva a las Enfermedades No Transmisibles (ENT) en adultos, como hipertensión y diabetes en adultos. El alcoholismo sigue, lamentablemente.

La experiencia con pastores trashumantes

Acá, en la zona norte de Neuquén, es uno de los pocos lugares donde persiste la ganadería trashumante. Todos los años los dueños del ganado se trasladan desde los campos de invernada, que son más bajos y secos, a los campos de veranada, que están arriba en la cordillera (en el invierno están llenos de nieve, pero en verano tienen mejores pastos y mejor agua, ya que las tierras acá son muy secas).  Algunos viajan muchos kilómetros y se instalan ahí todo el período estival. Lo que hace Salud es llegar hasta estos lugares, que son inaccesibles, al menos una o dos veces durante esa estación, para atender a los chicos, vacunar, ver si hay alguna mujer embarazada y repartir medicación crónica a los pacientes que la necesitan. Vamos hasta los parajes rurales para hacer la atención. Una vez, durante estas visitas, nos avisaron de un chico que se había caído a caballo y que estaba a 12 horas a caballo de la punta de ruta, que es el lugar más extremo donde llega la ambulancia. Como tenía un traumatismo de cráneo tuvimos que pedir un helicóptero a Neuquén, pero otras veces, cuando eso no se puede hacer, la gente los trae o a caballo o en wando, una camilla en la que hacen postas: 30 personas llevan la camilla, 30 van caballo y se turnan para llegar a la punta de ruta. A caballo también va la comida y todos los elementos médicos que se necesitan para la atención, que es muy básica pero que para la gente es importante.

Dificultades o desafíos de atender en comunidades pequeñas, lejos de los centros urbanos.

Yo no me arrepiento de haberlo hecho, para mí hay que arriesgarse, porque el ejercicio de la profesión y la vivencia humana son muy gratificantes

Una gran dificultad es la formación permanente para el médico. En eso internet ayudó muchísimo porque antes, para actualizarse, había que trasladarse 500 kilómetros a Neuquén mientras ahora se pueden hacer posgrados online.

Otra es la falta de especialistas, porque la zona norte de la provincia tiene las especialidades básicas y ante otros problemas hay que derivar al paciente a Zapala o Neuquén. No solo la tecnología nos va llegando más tarde, también persiste la gran dificultad de conseguir recurso médico formado que quiera venir a estos lugares. Pero yo no me arrepiento de haberlo hecho, para mí hay que arriesgarse, porque el ejercicio de la profesión y la vivencia humana son muy gratificantes. Hay muchos médicos y médicas que deciden formarse en Medicina General y sin embargo se siguen quedando en las grandes ciudades y no se animan a venir donde realmente se los necesita. El recambio generacional es muy difícil.

Reflexiones sobre la práctica actual y la medicina basada en la evidencia.

Creo que la medicina, sobre todo en los lugares muy grandes, se está deshumanizando mucho. Por supuesto que trabajamos con evidencia, pero lo que tenemos adelante es un paciente que tiene una historia, que es un ser único e irrepetible, que tiene una familia, que viene inserto en un medio cultural y social, con sus propias creencias. Si nosotros queremos atender con un algoritmo a todos por igual, vamos a equivocarnos. Por eso veo gente que termina volviendo al pueblo a atenderse, porque siente que ahí los conocen y se sienten contenidos como personas. Por supuesto que nadie niega la necesidad de las especialidades, porque en medicina general abarcamos el primer nivel de atención – y un “poco bastante” más sobre todo después de la pandemia – pero la tecnificación excesiva hace que no tengamos a una persona con todo su contexto atrás y nos guiamos mucho por esquemas vendidos que se hacen en otros lugares del mundo.

Por supuesto utilizo la medicina basada en la evidencia porque la experiencia de otros lugares acerca de cuál sería la mejor opción para un determinado tratamiento o conducta sirve, pero no lo hago a rajatabla. La uso como una orientación y después apelo a mi juicio médico y la experiencia de conocer al paciente. Con todo ese caudal de información yo defino cual sería el mejor tratamiento para sugerir. Además, está la voluntad del paciente que no se menciona en ningún lado. Como médica, una plantea las opciones, las consecuencias de esas opciones, las dificultades de cada una de ellas y el paciente, junto con una, define qué es lo que quiere hacer de su propia salud. Y también las consecuencias de las decisiones que toma, porque si no, somos como los papás en eso de decir qué hay que hacer, y que, a ciegas, el otro lo haga sin saber de qué se trata. Muchas veces a los pacientes no les explican la terapia y eso es deshumanización. Obvio que la evidencia sirve para ver los tratamientos, pero las decisiones se manejan con el paciente que tiene al lado, que debe estar informado, que sabe qué es lo que tiene, qué le estamos proponiendo, cuáles son las distintas alternativas y sus consecuencias.


Dra. María Lila Sylvestre Begnis- Especialista en Medicina General. Durante 33 años se desempeñó como médica rural en el norte de la provincia de Neuquén, en los pueblos de Buta Ranquil y Andacollo, donde hoy reside. Tras jubilarse, atiende en su propio consultorio.