Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.
El doctor Mariano Frassa recorre cada mes cerca de 6.000 kilómetros con su camioneta para atender a la población de tres localidades: Rawson, O’Higgins y Castilla, todas en el partido de Chacabuco de la provincia de Buenos Aires. En total, son 4.000 los pacientes que le corresponden y a cada una de las visitas, les dedica tiempo, escucha. Aunque por fuera de las consultas, también. “Tengo el teléfono prendido las 24 horas y puedo estar a las 3 de la mañana charlando con algún paciente en la cama con la luz prendida. A veces se despierta mi hijo y me dice ‘papá, ¿qué hacés?’ Pero yo quiero saber dónde le duele, sobre todo con los dolores abdominales que son muy inespecíficos”, dijo a IntraMed.
A su profesión la tuvo clara desde los 8 años, por un episodio que lo marcó. “Mi madre había hecho un cuadro de síncope (del cual salió). Vivíamos en el área rural y no teníamos enfermeras ni médicos en el pueblo más cercano. Entonces se me ocurrió estudiar medicina para ayudar a la gente que estaba en lugares alejados de los centros urbanos”, relató.
Tras recibirse, realizó su residencia de Medicina General en el Hospital de Chacabuco, donde fue jefe de residentes y años después director. Con ese cargo, se cruzó con los mismos profesores que lo habían formado y para los que solo tenía palabras de agradecimiento. También estuvo al frente del Hospital de Rawson durante ocho años.
Pero hoy va casa por casa y nota que si bien en el área rural las enfermedades más prevalentes coinciden con las de las ciudades del interior del país, “sí se ven algunas zoonosis, como hantavirus o algunas psitacosis, además neumonías atípicas y mucha enfermedad respiratoria, porque se suele trabajar a la intemperie, además de problemas de columna, asociado a las tareas rurales”. En diálogo con IntraMed, Frassa comentó como es atender a toda una familia, la relación que se establece durante cada visita y las enormes alegrías que le da su vocación.
Diferencias entre la medicina rural y urbana. Las grandes diferencias son el tiempo de la consulta y la relación médico-paciente. Y ambas cosas van de la mano, porque la mayor causa del deterioro de esa relación es la falta de tiempo. Yo no uso el “interrogatorio”, sino el “escuchatorio”, es decir, que puedo estar una hora con un paciente y nunca menos de 30 minutos. Eso hizo que la calidad de la relación no se desgastara en lo más mínimo y que se asemejara a la de los médicos de cabecera de antes. Además, atiendo a toda la familia, por ahí voy a ver al abuelo y me encuentro con que el nieto está con dolor de oído. Charlamos de los problemas médicos y por ahí terminamos merendando juntos, o cenando. Por todo esto, la vocación se disfruta. Tal vez sea la menos redituables de todas las medicinas económicamente hablando, pero debe ser lo más puro que debe haber hoy entre todas las especialidades.
Dificultades y desafíos de atender lejos de los grandes centros urbanos. El gran desafío es que uno se forma en un hospital de alta complejidad, donde hay recurso humano específico y entrenado para esa especialidad. Pero en la práctica te encontrás con un enfermero general y la mayoría de los problemas uno los tiene que resolver con lo que tiene a mano, no con lo que realmente se necesita para solucionarlos. Eso es lo que más nos angustia a los médicos que vamos desde la ciudad al área rural. Entonces, hay que prepararse para resolver las dolencias con el medicamento, el oxígeno o el nebulizador que se tiene a mano, en lo posible sin derivar al paciente. Pero si no queda otra, que la derivación se bien orientada, con el diagnóstico lo más acertado posible y con los tratamientos básicos comenzados.
Anécdotas para recordar. Una vez me llamaron porque una señora tenía la panza un “poquito dura”. Al revisarla noté que teníamos que preparar todo para el nacimiento. En el hospital de Rawson no había sala de parto así que acondicioné la guardia con sábanas, con la caja de parto. Tras acomodar todo, dijeron que la mujer no podía moverse del dolor y había roto bolsa. Así que recogí las cosas, fui a la ambulancia con el chofer y la enfermera hacia su casa. Era de noche, a las 3 AM y llovía torrencialmente. Fuimos e hicimos el parto en su cama, como pudimos. Salió con episiotomía y todo, le pusimos el bebé en el pecho a la mamá, le anudamos el cordón y después preparamos la ambulancia bien calentita y los llevamos para control al Hospital de Chacabuco. Fue una anécdota muy linda, estresante en su momento pero con el mejor de los finales, el premio más grande que tuvimos todos los partícipes. Hasta el día de hoy el chico, al que le hice el seguimiento, me manda saludos o por Facebook o cuando lo encuentro por algún lugar. Terminamos teniendo una relación de familia.
En conjunto. En las áreas rurales siempre trabajamos en equipo, que es fundamental: agentes sanitarios, enfermeras, servicio social. Los médicos de familia ya somos formados para trabajar en equipo. Consideramos que la persona que hace servicio social, la enfermera, el conductor de un vehículo de alta complejidad o ambulancia o un administrativo que te puede proveer la droga que necesitás es tan importante como el médico, por más que los médicos somos la cara visible. Para nosotros, la relación es horizontal, no es vertical.
Recompensas de ejercer la medicina rural. Todas. Cada semana tengo alguna sorpresa o alegría. A pesar de que trabajamos con el dolor, la enfermedad y la muerte, mi rama es una de las especialidades que más recompensa brinda en cuanto a lo humano, en cuanto a la profesión, por la devolución y el cariño de los pacientes. También está la satisfacción de solucionar problemas de salud con pocas cosas y el agradecimiento de la gente. Me suelo pasar que a veces derivo a pacientes a la Fundación Favaloro o cualquier otra institución de alta complejidad de CABA, de excelente calidad y funcionamiento, y que estos pacientes vuelvan para consultarme si lo que les dijo el médico estaba bien o mal. Yo les contesto: “Entiendo que me vienen a plantear el tema por una cuestión de confianza, pero ustedes vienen desde los mejores lugares de la Argentina y Latinoamérica y vuelven al consultorio a preguntarme si a mí me parece correcto lo que les dijeron allá”. Así que me parece gracioso, pero entiendo que desde la confianza no hay nadie como yo para ellos.
Reflexión medicina en la actualidad. Me gustaría una medicina más centrada en el paciente, con sistemas más inclusivos, a pesar de que en Argentina tenemos una muy buena cobertura de salud comparada con otros países de Latinoamérica y del mundo. Realmente nuestro país se preocupa y gasta muchísimo para que haya accesibilidad, pero a veces gastando lo mismo se puede tener una medicina centrada en el paciente. Por ejemplo, que no tenga que acordarse el paciente cuándo le toca la vacuna (la mayoría de las veces yo se lo hago acordar) sino que hoy, con la tecnología que tenemos, tengan recordatorios y que esté todo más aceitado. Obviamente estoy satisfecho con el sistema de salud, pero es mejorable y perfectible, como todo.
*Dr. Mariano Frassa – Médico rural del partido de Chacabuco, Pcia de Buenos Aires. Atiende en los pueblos de Rawson, O’Higgins y Castilla. Realizó su residencia en Medicina General y las especialidades de Medicina Familiar y Cardiología. Exdirector del Hospital Del Carmen de Chacabuco (2015-2020) y exdirector del Hospital de Rawson (B) (2008-2015).
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