Ciclo de entrevistas “invisibles”

Historia del Hospital Noé Yarcho, donde ejerció el "médico milagroso" de las colonias judías

Sito en Villa Domínguez, provincia de Entre Ríos, se emplazó con la llegada de los primeros colonos y hasta se sostuvo por los vecinos durante años. Hoy atiende a cerca de 600 pacientes mensuales. Todo sobre su pasado y presente.

Autor/a: Celina Abud

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.

El Hospital Noé Yarcho de Villa Domínguez, a pocos kilómetros de la localidad de Villaguay, fue un establecimiento médico de avanzada en la provincia de Entre Ríos y  la primera institución que funcionó con la llegada de la mayor colonización judía de la provincia, impulsada por el Barón Maurice de Hirsch, empresario y filántropo que buscó rescatar familias de la Rusia de los Zares. El doctor Noé Yarcho, de origen ruso, fue contratado por él y, con el tiempo se ganó el mote de “médico milagroso” o “santo judío”, al punto que ya no sólo atendía a los colonos judíos, sino también a vecinos y hasta visitantes de la República Oriental del Uruguay. Tras su muerte, la institución fue sostenida por los vecinos, ya que toda la comunidad creció en un ambiente solidario y sus antepasados fueron parte del ambicioso proyecto del cooperativismo agrario argentino. Hasta 1975 fue sostenido por los vecinos, que decidieron donarlo íntegro al gobierno de la Provincia de Entre Ríos con la única condición de que siguiera funcionando. Así lo recuerda Osvaldo Quiroga, director del Museo de las Colonias Judías del Centro de la Provincia de Entre Ríos.

Su actual director médico es el doctor Gonzalo Carril, quien es oriundo de Rosario, pero siempre supo que quiso ejercer por fuera de las grandes urbes y disfruta de ese contacto más cercano. Estudió en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), realizó la residencia en Cirugía General  en el Hospital Eva Perón de la localidad de Granadero Baigorria y por amor llegó a Villaguay, entre Ríos, donde vive hace 30 años. Hoy el Hospital Noé Yarcho se aboca a la atención primaria y atiende a cerca de 600 pacientes por mes, además de vacunar a 300 niños. El médico se define como netamente “hospitalario” y admira esas ganas de cooperar, que se respira en Villa Domínguez, como una huella del pasado, pero también, en cada momento del presente. IntraMed entrevistó a ambos, quienes hicieron un recorrido de este hospital que honra al doctor Yarcho, al que también llamaban “doctor de almas”, porque además de curar, se destacaba por la capacidad de escuchar. Aquí, algunos extractos.

Las colonias judías, el hospital y el médico que le dio su nombre

Osvaldo Quiroga.

Domínguez fue el epicentro de la mayor inmigración y colonización judía en la provincia Entre Ríos. Comenzó en el año 1892, por iniciativa de una empresa de colonización agrícola con dirección en París y propiedad del Barón Maurice de Hirsch, que fue la primera en comprar 50 km de extensión de tierra (80.200 hectáreas) alrededor de la flamante estación ferroviaria Gobernador Domínguez. Buscaba emplazar las primeras colonias agrícolas, con el fin de formar una masa campesina judía. Estas familias eran rescatadas del imperio ruso, la Rusia de los Zares (que en ese entonces, Ucrania, Rumania y Polonia). Al Barón de Hirsch se lo empezó a conocer como el “Moisés de las Américas”. Pero este fue un proyecto de colonización agrícola sin agricultores, ya que esas familias nunca habían trabajado la tierra, eran  artesanas y la única manera para abandonar el dolor y la tragedia era ser seleccionadas por esta empresa filantrópica, pero no asistencialista. Venían por contrato, se les entregaba herramientas,  semillas, elementos para construir sus viviendas y debían producir. El contrato era una promesa de venta, durante 20 años como mínimo debían trabajar la tierra y pagar una anualidad, es decir, la inversión que había realizado la empresa de colonización se dividía en 20 cuotas, una por año. Una vez que pagaban la última, se convertían en propietarios del terreno.

Este proyecto de colonización agrícola vino acompañado de un proyecto de colonización urbana, que contemplaba la habilitación de escuelas, bibliotecas y el centro de salud. Ese año se habilitó el primer hospital de la colonia, donde comenzó su accionar el doctor Noé Yarcho, un médico recibido en Rusia contratado por la empresa de colonización. En sus comienzos el lugar era muy distinto a lo que es hoy: apenas si era una construcción de ladrillos que funcionaba antes como una barraca, un depósito de cueros.

El doctor Yarcho fue el único médico en 50 kilómetros a la redonda de la estación Domínguez entre 1892 y 1912, fecha de su muerte. En total se encargó de la salud de los habitantes de 49 aldeas y tres centros urbanos poblados: Domínguez, La Capilla e Ingeniero Sajjaroff. En esos tiempos, se transformó en la única persona de confianza de los colonos, sus hermanos rusos, porque en la empresa de colonización había funcionarios muy burocráticos, que se limitaban a la entrega de las herramientas, la firma de los contratos y la cobranza de las cuotas. Las familias, entonces, se sentían desprotegidas y el médico se transformó en el manto de lágrimas de todas ellas.

Dos años después de su llegada, el Dr. Yarcho se ganó el mote de “médico milagroso” y hasta de “el santo judío”. Fue en 1894 cuando llegó a la estación Dominguez un grupo numeroso y muchos de ellos estaban infectados. El médico determinó que era tifus, se desató una epidemia y, con la ayuda de un médico francés que vivía en Villaguay, Francisco Deletang, lograron frenar la epidemia en tres meses. De esta forma, evitaron que se propague a otras colonias agrícolas de italianos, suizos, franceses, rusos, alemanes, belgas. Fue entonces que Yarcho se hizo conocido y no  limitó a la atención de sus correligionarios colonos inmigrantes, sino también venía gente de toda la provincia a solicitar sus servicios, incluso de la República Oriental del Uruguay. Trabajando sin descanso, descuidó su propia salud. El 31 de julio de 1912 falleció a los 49 años, producto de una tuberculosis.

El Hospital Noé Yarcho hoy y sus integrantes

Dr. Gonzalo Carril

Desde hace 6 o 7 años que estoy al frente del Hospital Noé Yarcho, donde la comunidad de Domínguez me recibió muy bien. Somos un hospital que hace atención primaria y la internación es transitoria. Los casos más complejos se atienden en el hospital de Villaguay, ciudad que está a 17 kilómetros. Atendemos entre 500 y 600 pacientes por mes fácil,  más la vacunación de los chicos, que son unos 300 más. El movimiento es importante, pero en algo nos parecemos al Dr. Yarcho, al que le llamaban “doctor de almas”. Él no solo curaba el cuerpo, sino que mucha gente muy angustiada por el desarraigo y el problema del idioma, encontraba consuelo en él. Y acá también pasa, muchos vienen al hospital buscando algo más que un medicamento.

Por todo esto, quiero destacar mucho el trabajo del personal de enfermería, que son los que realmente están con los pacientes las 24 horas. Cuando llega alguien con un problema, son ellos los que te alertan al principio de que esa persona tiene un determinado problema familiar o está deprimido porque perdió un hijo o porque se peleó con la esposa o el marido. Es de destacar la gran influencia que tiene el personal de enfermería en todos los hospitales, pero en estos en particular.

A la medicina le tuve que agradecer mucho, porque es muy reconfortante poder calmar el dolor o la angustia de los semejantes. Muchas veces lo hice quirúrgicamente, por mi especialidad de cirujano, pero en Villa Domínguez me reencontré con este mano a mano diario con el paciente de todas las edades. Incluso en el hospital también hay un geriátrico donde viven ocho abuelos y es muy lindo estar en contacto con la gente todo el tiempo.

En cuanto a cómo llegué hasta acá,  yo siempre supe que quería irme de Rosario a un lugar más chico, pero también me apasionó mucho la cirugía porque era un ámbito donde uno puede resolver cosas que quizás otros profesionales no tienen acceso. Yo siempre digo que soy de Rosario de nacimiento; de Granadero Baigorria por adopción, porque pasé parte de una infancia en esa ciudad pequeña y de Villaguay por amor, porque me trajo mi mujer. Ahí trabajé en el hospital como cirujano, pero también en dos pueblos muy chiquitos, Paso de la Laguna e Ingeniero Sajjaroff, los cuales tienen 700 u 800 habitantes, para hacer atención primaria dos veces por semana a cada uno de ellos. En un momento de conflictos en que el Hospital de Villaguay quedó acéfalo, me ofrecieron ser su director. Asumí el desafío, sabiendo que me iba a cambiar la vida por completo, porque había mucho que resolver, pero pienso que si uno tiene la oportunidad de ayudar, debe hacerlo. Allí permanecí ocho años en las que pude mejorar algunas cosas hasta que me trasladaron a Domínguez.

Pero acepto los desafíos porque siempre fui eminentemente hospitalario. Cuando éramos residentes, con mis compañeros siempre decíamos que hay médicos que son ratas de hospital y otros que son médicos más de la parte privada. Yo soy de los primeros, porque uno en el hospital no le pregunta al paciente si pagó o si trajo el carnet de la obra social, le pregunta qué le pasa y qué necesita.

Legado, generosidad y reflexiones sobre el humanismo en Medicina

Osvaldo Quiroga

El Museo ya tiene 38 años. Comenzamos el proyecto con una muestra de antigüedades, pero nos encontramos con una historia llena de historias, cuyos protagonistas todavía vivían en Domínguez. Fueron muy generosos al acercar testimonios, al contar sus historias familiares. Somos 2600 habitantes y las Instituciones que todavía lideran la vida pueblerina son producto de la inmigración y colonización comandada por el Barón de Hirsch. Una de esas instituciones del hospital, que lleva el nombre del Dr. Noé Yarcho. Tras la muerte del médico, los mismos colonos y vecinos sostuvieron el hospital y en 1914 se creó la Sociedad Sanitaria Israelita o la Mutualidad Sanitaria Israelita, que convirtió a este hospital en uno de los de los centros más de avanzada en la época. Hoy, muchos visitantes se acercan a Domínguez por la historia, pero hasta 1947, el principal atractivo del pueblo era el Hospital Noé Yarcho, que era también el principal logros de los colonos, que lo sostuvieron hasta 1975. Para ese año eran muy pocos socios para mantener su funcionamiento, entonces, como una muestra solidaria de los vecinos, lo que hicieron fue donarlo íntegro (instalaciones, terreno, equipamiento y mobiliario) al Gobierno de la Provincia de Entre Ríos, con la única condición de que en Domínguez siga funcionando el hospital. Y en el año 1996 esta misma mutualidad deciden donar el último bien, que era la farmacia que lleva el nombre Dr. Yarcho para que el Museo continúe su trabajo de recuperación de la memoria histórica. Entonces, todas estos gestos repercute en cada una de las instituciones, en el vecindario, Domínguez es un pueblo muy solidario. Yo nací en Domínguez, mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo se integraron al proyecto urbano. Mi familia es criolla católica, nada que ver con las colonias ni con la comunidad judía. Desde lo humano, todos los dominguenses hemos crecido en un ambiente de ayuda mutua. Desde acá es donde surge el cooperativismo agrario argentino, la base de social en la cual Dr. Yarcho tuvo mucho que ver, porque él fue el primer Presidente Honorario de la Cooperativa, del Fondo comunal de la Colonia Clara, en la cual abraza a sus hermanos, los colonos y les hace entender que la unión hacía la fuerza. Y en base al nacimiento de esta cooperativa, fueron creciendo todas las demás instituciones del lugar. En síntesis, el hospital fue también el primer sistema mutualista en la provincia de Entre Ríos.

Dr. Gonzalo Carril

Ojalá se pudiera recuperar ese mutualismo o esa esas ganas de cooperar, independientemente de los colores políticos. A uno le da un poco de temor la idea del “sálvese quien pueda”. Creo que siempre hay que estar brindando una mano, preguntarse “¿en qué puedo ayudar?”, preguntar “¿qué puedo hacer por vos?”.

Lamentablemente veo que la práctica médica perdió cierto humanismo, quizá porque el mundo gira mucho más rápido de lo que debería, tal vez porque uno debe andar peleando por un peso más de lo que debería. Pero creo que hay que recuperarlo porque nada se compara al trato directo entre personas, por más que ahora esté de moda la telemedicina, la robótica. Volver a lo que hacía el Dr. René Favaloro, que ya desde que le daba la mano al paciente al ingresarlo, lo semblanteaba. Creo que los enfermeros sí conservan más la humanidad, porque ellos son los que hacen la parte más dura de la medicina y cubren todos huecos: si falta alguien de limpieza, limpian, acicalan a los enfermos indigentes para que el médico los vea en perfectas condiciones.

Como última reflexión, quisiera hablar de pandemia. Creo que durante ese periodo, todos los que somos personal de salud fuimos muy solidarios, muy empáticos, nos comprometimos con nuestra profesión y pensamos, como se decía, que íbamos a salir mejores de una crisis tan importante. Noto con un poco de tristeza que no fue así, que no salimos mejores, que enseguida retomamos los viejos vicios o la vieja individualidad que no suma. Igual soy optimista y creo que esto se va a revertir.

Villa Domínguez, pasado y presente

Osvaldo Quiroga

Hoy, por impulso del Museo, Domínguez es uno de los lugares más emblemáticos del circuito de las colonias judías. Hoy la historia de estos colonos se hace presente en el nombre de las calles, de las avenidas, de las instituciones, que van recordando algunas personalidades. El que viene ya con una información previa, sabe que Domínguez fue el lugar que recibió al “médico milagroso de Entre Ríos”. Entonces, esta historia tan llena de historias es una alternativa de desarrollo a través del turismo cultural. Pero ojalá que en algún momento se pudiesen recuperar también la funcionalidad de las instituciones. Domínguez tuvo la primera escuela ORT de la Argentina, tuvimos el primer primer Instituto comercial del Departamento Villaguay, cines, teatros. Lamentablemente, con el cierre del ferrocarril, muchos de los emprendimientos productivos se cerraron. Pero al venir, uno se encuentra con la historia del Dr. Yarcho, por ejemplo, que es un emblema de la inmigración y con muchas otras más. Desde el Museo estamos tratando no solamente de recuperar los testimonios, sino también nos orientamos a la difusión permanente de que en estos lugares también surgieron cosas que impactaron a nivel provincial y nacional. Tenemos una historia muy rica y no nos cansamos de contarla.  


*Osvaldo Quiroga – Director de Museo de las Colonias Judías del centro de la provincia de Entre Ríos, de la localidad de Villa Domínguez, departamento de Villaguay, provincia de Entre Ríos. Director de la parte museológica, archivística y bibliográfica.

* Dr. Gonzalo Carril – Médico especialista en Cirugía General. Director Médico del Hospital Noé Yarcho de Villa Domínguez, departamento de Villaguay, provincia de Entre Ríos.

IntraMed lo invita a ser parte
del ciclo INVISIBLES
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