Ciclo de entrevistas “Invisibles”

Dra. Sandra Toribio: “Ejercer la medicina en mi lugar de origen es volver a abrazar mi cultura”

La primera egresada wichí de la carrera busca no ser la última. Tras su internado rotatorio quiere regresar a Formosa para atender a su comunidad e integrar saberes.

Autor/a: Celina Abud

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.


La doctora Sandra Toribio es la primera médica recibida de la comunidad wichí de Formosa, pero a ella eso no le importa tanto. Más bien prioriza no ser la última y mostrarle a los jóvenes que ausentarse de su territorio y recibirse es un camino difícil, pero posible.

Cursó sus estudios en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), en la provincia de Corrientes, y durante la pandemia, estuvo tres años sin ver a su familia, debido a que en el área de Ingeniero Juárez en donde no había servicio de internet y las cursadas eran virtuales.

Hoy, solo le que queda terminar el internado rotatorio para después volver y atender en lugares remotos más al interior de la provincia. Para ella, regresar significa abrazar su cultura y a su gente, a la que tanto extrañó. Pero también colaborar para integrar los saberes de sus ancestros con lo adquirido en la facultad y así realizar su aporte hacia un sistema de salud más inclusivo. Aquí, su entrevista con IntraMed.

¿Cuándo supo que querías ser medica?

La verdad es que no me lo imaginé en un primer momento, lo único que yo sabía era que quería tener una profesión. Dentro de todas mis posibilidades estaba la docencia, pero por cuestiones que desconozco se cerraron todos los espacios de estudios en mi comunidad, no quedaban terciarios ni nada. Entonces me planteé que quizás podía ir a la universidad  y elegí Medicina porque soy muy curiosa y me encanta lo que es la ciencia. Como fui la última de mis hermanos, crecí bastante sola y desde chica, los libros fueron mi pasión. También influyó mi paso por la escuela secundaria, que no era de indígenas, sino de gente blanca. Ahí vi otro mundo y me enseñaron que podía descubrir muchas ramas dentro de la educación. Entonces, son múltiples factores que me llevaron a elegir medicina y hoy no me arrepiento.

¿Qué satisfacciones y responsabilidades siente al ser la primera médica recibida de la comunidad wichí?

La verdad es que yo no sabía que iba a ser la primera, pero eso me da mucha responsabilidad, mucho trabajo porque tras mis últimos meses aquí, quiero volver a mi comunidad para poder ejercer mi trabajo y hacerlo de una forma correcta, sin olvidar realmente lo que nosotros, siendo indígenas consideramos como medicina.

Pero  también es un honor y un orgullo porque nunca medí el impacto que llegué a tener, ser la primera indígena graduada en la carrera. Yo viví la cursada como algo normal, estudiar y graduarme. Pero repercutió en los indígenas jóvenes, que ven que existe un futuro posible, opciones, que ellos también puedan aspirar a esas carreras de alto nivel. Todos estos años que estuve en Corrientes nunca vi otro wichí en mi universidad, pero eso no fue un motivo para dejar de soñar con verlos estudiar para después ejercer.

Una vez, en otra entrevista, me habían preguntado ‘¿qué se siente ser la primera?’. Y contesté que era un gran honor, pero lo que en verdad esperaba era no ser la última.

¿Cómo fue su experiencia como estudiante?

Los primeros años fueron difíciles, porque en la UNNE se rinde un examen para pasar a la primera materia y después seguir con las otras. A mí me costó un montón.  En la carrera sufrí mucho, lloré estando lejos de mi familia, pero fui muy feliz en todos los años que siguieron, disfrutaba de estar ahí. Hice mis “facuamigos”. También tuve la oportunidad de realizar investigaciones dentro de la facultad y agradezco las cátedras que me abrieron las puertas para poder hacer docencia. En síntesis, no puedo decir que ha sido fácil, porque fue difícil porque Medicina lo es,  pero la pasamos bien porque amamos esta carrera.

¿Cómo fueron sus experiencias por fuera de las materias (colaboraciones en ciencia indígena y reuniones con referentes de comunidades) y cómo fueron sus años de estudio durante la pandemia?

La pandemia me ha quitado muchos años para poder explorar dentro de la facultad y recién tuve la experiencia completa en cuarto y quinto año. Durante la pandemia la pasé, no diría mal, pero sí muy triste ya que estuve lejos de mi familia y pasé casi tres años sin verlos. No podía volver a mi comunidad porque ahí no hay internet y mi cursada era virtual, entonces me quedé en Corrientes. Pero a pesar de la tristeza y de que fue una época difícil para todos, ese tiempo fue bueno dentro de mi estudio, porque realmente era dedicación 24/7.

La ciencia indígena consta de movimientos que realizamos diferentes tipos de profesionales, argentinos y extranjeros. Buscamos impulsar todo lo que tenga que ver con el conocimiento indígena sometido al método científico, porque hay mucho que las comunidades tienen para aportar. Por ejemplo, en medicina, estamos evaluando cuánto conocimiento tenían los indígenas de anatomía, qué tanto sabían de enfermedades y sus tratamientos, qué es lo que realmente se perdió y qué es lo que siguen preservando.

En biología, tuve la oportunidad de ver personas nativas dentro de Canadá y Estados Unidos que están avanzados en este campo. Sus jefes, les dicen a los jóvenes que la única forma de que las comunidades salgan de la pobreza  es estudiar. Y recordar lo que fueron las luchas nuestros ancestros. Siempre los recuerdo, más allá de que yo sea joven, puedo hablar a través de mi voz de mis ancestros, que han luchado hace miles de años, y especialmente del temor que ellos sentían y que hoy también se sienten.

Usted creció en Ingeniero Juárez y quiere volver a trabajar dentro de su comunidad. ¿Cuáles son los principales problemas de salud?

Yo crecí en Ingeniero Juárez, pero no somos de ahí, somos más del interior. Mi mamá es salteña y mi papá formoseño. Dentro de los wichís, tenemos nuestras mini etnias. Más que en el pueblo donde crecí y estudié, planeo trabajar con las comunidades wichís que están más al oeste de Formosa, precisamente en General Mosconi (hoy restituida con su nombre original El Chorro) y El Potrillo.

Y en cuanto a la salud pública, yo todavía desconozco cómo se maneja el sistema, pero sí puedo hablar de la experiencia que tenemos los indígenas. Ya en las ciudades se ve que la atención cada vez están más en decadencia, entonces imagínense lo que sucede en comunidades remotas, dentro del monte. Es muy precaria, lo único que se puede hacer es dar analgésicos, no hay tratamientos, todo es paliativo, lo quirúrgico es temporal.

Y algo que siempre me gusta agregar es que el indígena le tiene miedo al sistema de salud y hay muchos motivos por el cual decide no ir a una institución sanitaria, por el miedo que cada uno de nosotros tenemos. Porque hay que pensar en nuestra historia, en el sometimiento indígena, en el genocidio. Entonces el indígena lo último que va a hacer es asistir a un hospital, no están sus planes. Y yo creo que son esas cuestiones en las que hay que intervenir, evaluar lo que está pasando, y ofrecer un sistema de salud pública para que nosotros también podamos acceder, recordando que la salud es comunitaria. Porque si un pedazo de territorio está mal, si una comunidad está mal más si hablamos de enfermedades transmisibles, es probable que las patologías se expandan. Porque los indígenas somos seres humanos y parte de la sociedad, por lo cual si nosotros estamos mal, eso puede llegar al resto. Entonces uno tiene que intervenir dentro de las políticas públicas y sería bueno que en estos tiempos se pueda dar una cura a eso que está mal dentro del sistema de salud. Todo el mundo sabe del sufrimiento indígena y con diálogo se puede dar soluciones.

Siempre los médicos que trabajan en comunidades destacan el rol del agente sanitario. En su caso sería una médica que también es parte de su comunidad. ¿Siente doble responsabilidad por ello?

Siento mucha responsabilidad, porque hace poco estuve con referentes que me plantearon su situación, de la necesidad de médicos dentro de su territorio. Yo les contesté que más allá de  ser médica, soy una persona que necesita ayuda la ayuda de todos. Porque sola no voy a poder reivindicar un sistema que quizá no está en contra de nosotros, pero que no no está hecho para nosotros. No está pensando ni dirigido hacia las comunidades indígenas. Entonces es muy importante tener la ayuda de enfermeros y de los agentes sanitarios, que son muy importantes y es vital que hagan bien su trabajo, porque a veces por el desánimo dentro un sistema en decadencia, vemos que algunos simplemente cumplen el rol de traductor para con el médico. Pero eso no es simplemente su rol, también es identificar y traer a los pacientes y generar un vínculo entre ellos, el médico y todo lo que estamos dentro del hospital.

Los agentes sanitarios son muy importantes porque son los que van a tener contacto con el paciente y decir lo que realmente sepan. Algo muy importante que siempre digo que es hay que planificar estrategias para que ellos sepan comunicar al médico. Porque a pesar que no hayan estudiado medicina, saben del pronóstico que tienen los pacientes que conocen, ellos identifican los síntomas, pero el problema es que cuando llegan ante un médico no lo saben comunicar del todo. Necesitamos que el indígena sepa comunicarse también en terminologías médicas o en su propio idioma lo que identificó como un problema de salud y eso obviamente nos va a acelerar un montón en el hecho de atender y derivar.

¿Cómo la cultura modifica los conceptos de salud y enfermedad?

La cultura es un factor muy importante, especialmente los hábitos que tienen las personas. Y si bien en las comunidades seguimos batallando contra las enfermedades transmisibles, estamos  en una época donde tenemos enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, la obesidad. Y el indígena no está acostumbrado a hacer prevención, es decir, no reconoce su estado de salud como algo físico. Entonces, se le debe explicar que su enfermedad es algo grave; si no mejora, va a empeorar su estilo y calidad de vida.

Además, por la historia, ellos no ven al sistema de salud como algo bueno, lo ven como al enemigo, como algo que los va a lastimar. Entonces acuden a lo “tradicional”, lo que para las comunidades significa tomar plantas medicinales. Dentro del eslabón al que recurre el indígena frente a una dolencia es primero probar con las plantas; después si no funciona, recurrir a las oraciones y el último eslabón es el chamán, al que acude cuando está muy grave. Y quizás, después del chamán, recién puede llegar a recurrir al sistema de salud.

Ese es un gran problema, porque tras todos esos pasos, el paciente va a llegar muy grave al sistema de salud. Entonces no se va a poder hacer nada. Capaz eso también explica por qué el indígena siempre va a pensar que el sistema no funciona. Pero es porque, al haber esperado mucho tiempo, no hay vuelta atrás a su situación. Por supuesto que no es meramente culpa del paciente, también del sistema en sí mismo, pero lo menciono para entender un poco el pensamiento.

La salud para nosotros siempre ha sido primeramente lo espiritual. Frente a un dolor de cabeza o malestar, siempre se va a pensar en las percepciones y la cosmovisión de “alguien me está echando el mal porque me odia” y no se considera en primer lugar que el cuerpo se inquieta.

Pero cuerpo y espíritu es un conjunto, y así como también la gente blanca piensa hoy en el estado de bienestar psicosocial, nosotros ya lo teníamos hace miles de años, ya se trataba. Yo, como indígena, no pretendo hacer perder eso, porque es algo que se vio que es efectivo. No podemos meternos con las oraciones, las tradiciones, porque son suyas y les hacen bien. Lo que sí podemos es centralizarnos en tratar de entender su pensamiento, en comprender cómo el paciente indígena ve su salud, porque si el paciente que viene no ve como un problema su estado de salud, va a ser muy difícil que lo puedan tratar.

¿Qué representaría ejercer la medicina en su lugar de origen y dentro de su comunidad?  

Para mí es volver a abrazar mi cultura. Porque fueron muchos años fuera de casa, de mis territorios y de adoptar otro estilo de vida. Moverme entre dos mundos es muy difícil. Haber tenido contacto con la cultura de la gente blanca, adoptar nuevos hábitos y nuevas formas de ser y volver otra vez a mi comunidad puede ser un poco difícil, porque tengo otra mirada muy diferente, pero mi intención siempre va a ser volver a colaborar con lo mejor que yo pueda hacer. Siempre menciono que quizás no haga grandes cosas, pero al menos quiero comenzar con los pasos que quizás otros van a continuar. Mi único deseo es poder impulsar que los indígenas sigan estudiando, mostrarles que ellos pueden hacer cosas.

Pero siempre diré que sola no voy a poder. Necesito que sigan los niños y las niñas, porque realmente las mujeres anhelan estudiar, pero está fuera de sus posibilidades. Se suele plantear el interrogante de por qué el indígena no va a estudiar. Hay muchos factores dentro de eso, los culturales y los prejuicios que tienen contra las mujeres. Pero con el hecho de ser mujer y haber terminado una carrera puedo mostrarles que sí podemos, somos fuertes, mantenemos nuestra cultura, a los niños que están a nuestro cargo y podemos inspirar para cuidarnos.

¿Qué significa para usted el arte de curar?

Creo que el arte de curar es abrazar a la gente. Porque estamos en un mundo en el que se ve mucha individualidad, cada uno vela por su bienestar, cosa que está bien, pero antes las personas sabíamos sostenernos. Antes existía el apoyo, por ejemplo en las comunidades, por más que éramos nómades, íbamos en grupitos, sabíamos cuidarnos, y eso ya no existe. Entonces considero a la medicina como un gran motor de los valores que nosotros teníamos. Rescatar el hecho de ayudar y abrazar al otro, de hacer el bien, porque somos pasajeros en un mundo que no sabemos qué destino tendrá. Sí o sí hay que hacer algo en el momento mientras estamos vivos. Y para mí la medicina es algo hermoso. Como dicen, la medicina a veces te elige a vos. Y eso lo puedo ver en mi caso, realmente me eligió.

¿Qué reflexión podría hacer sobre la medicina en la actualidad?

Yo creo que hay un gran avance. Es muy alentador que hoy se quiera considerar a la persona no solamente como un mero cuerpo humano. Es bueno que ya no solo estemos evaluando las enfermedades, sino también  ver quién está detrás, quién es realmente esa persona enferma.

Por otra parte, la tecnología ha colaborado en la parte de atención, diagnóstico y tratamiento. Por supuesto, se necesita mucho recurso para eso, pero Argentina tiene ese pequeño plus de que todos sus habitantes somos muy resilientes.

Por último, hoy en la medicina también hay inclusión, es bueno que se consideren diversas voces, ya sea de otras etnias, otras comunidades. Porque creo que los que son de determinados lugares pueden realmente observar sus realidades y traer soluciones a sus problemas.

¿Algo para agregar y que no hayas estado contemplada en mis preguntas?

Simplemente agradecer por el hecho de poder comunicar mi cultura, mostrarles a las personas sobre mi comunidad, que nos conozcan. La gratitud es grande porque siempre recuerdo las palabras de todos mis ancestros, que hablaban de la discriminación, de no haber sido aceptados dentro de las comunidades blancas. Entonces agradezco mucho haber podido ver que hubo un avance en la sociedad, el hecho de ver que las diferencias ya no representan un gran problema. Estoy agradecida de poder vivir en una época en que nosotros no terminemos siempre mal en las historias, sino que podamos ver un final prometedor y lindo para nosotros, donde podamos cuidar también a nuestras comunidades.


*La Dra. Sandra Toribio es la primera graduada en Medicina de la comunidad wichí.  Cursó sus estudios en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y tras terminar el internado rotatorio planea volver a la provincia de Formosa a atender en territorios habitados por indígenas.

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